¡Sí­ hay una alternativa! ¡Redistribución radical de las rentas para salir de la crisis en beneficio del pueblo trabajador!

Es posible. Es necesario. Es urgente

Los principales servicios económicos anuncian que el PIB español podrí­a decrecer un 2,5% en el primer trimestre de 2009, acumulando una pérdida de entre el 5% y el 6% al final del año. Si la drástica reducción del crecimiento del PIB el año pasado -desde el 3,7% al 1,2%- arrojó el dramático saldo de un millón de parados más… ¿qué no podemos esperar de las sombrí­as perspectivas que nos acechan? Gobierno, banca, medios de comunicación -y parece ser que también los sindicatos mayoritarios, sorprendentemente inactivos cuando en Francia ya acumulan dos huelgas generales- no nos ofrecen otra opción que la «aguantar» y esperar a que «escampe la crisis internacional». A los trabajadores de SEAT se les ha impuesto una elección amañada. Debí­an dilucidar en referéndum si aceptaban congelarse el sueldo durante un año, si no querí­an que el recorte de costes les enviara al infierno del paro. Cuando salió el sí­ de forma mayoritaria, los responsables de SEAT anunciaron que será necesario congelarse el sueldo un año más. ¿Es que acaso no existe otra alternativa que la de aceptar sus chantajes bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo? ¡No es verdad! ¡Sí­ hay una alternativa! Y desde estas páginas la venimos desarrollando: redistribución radical de las rentas para salir de la crisis en beneficio del pueblo trabajador.

Imoniendo una escala salarial donde nadie pueda cobrar menos de 1.000 euros mensuales, pero nadie, ni siquiera el presidente del Santander o el BBVA, embolsarse una cantidad superior a 10.000. Reformando drásticamente la escala impositiva, eximiendo de impuestos a trabajadores y pymes, y obligando a las grandes fortunas a tributar hasta el 90% de sus escandalosas rentas, y a los bancos a entregar a Hacienda el 90% de sus fabulosos beneficios, arrancados a fuerza de expolio financiero al conjunto de la población.¿Qué esto es utópico? ¿Qué no es posible bajo el actual sistema económico? Quien piense así debería mirar hacia EEUU, la meca del capitalismo. Allí están pasando cosas que hace unos años nos parecerían impensables.Por ejemplo, el Senado norteamericano ha obligado a los altos ejecutivos de la aseguradora AIG, antaño todopoderoso emblema de Wall Street, a pagar en impuestos el 90% de los 280 millones de dólares que se habían auto otorgado en primas, después de que la empresa hubiera sido rescatada con dinero público.La oleada de indignación social ha obligado a Obama a mover ficha. Y la medida se ha extendido a todos los bancos y empresas beneficiados con planes de rescate públicos.Pero no terminan aquí las sorpresas. Los comités de expertos surgidos de la reunión del G-20 en Washington, cuyas conclusiones serán el material de partida de la inminente cumbre de Londres, donde los líderes mundiales se reunirán para establecer un plan global contra la crisis, exigen que se imponga un severo control público sobre los sueldos de los banqueros. Hasta el punto de que el gobierno puede modificar, limitándolo, el salario de Botín.Al estallar la crisis, el gigantesco abismo social que se ha generado en los años de bonanza, y que antes aparecía amortiguado por la prosperidad, se vuelve absolutamente insoportable.¿Se puede aguantar que en plena crisis, cuando 11 millones de trabajadores cobren menos de 1.000 euros mensuales, Francisco González, presidente del BBVA, se embolse 19,7 millones de euros al año como salario?¿Es soportable que, mientras se han triplicado los desahucios de trabajadores que ya no pueden hacer frente a su hipoteca, a los accionistas de los bancos –por ejemplo a Emilio Botín, que recibe 48 millones de euros de dividendo cada año– se les haya rebajado un tercio los impuestos?¿Podemos permitir que mientras un tercio de los pensionistas está en la pobreza, los consejeros del Santander vayan a disfrutar de una jubilación por valor de 2.500 millones de las antiguas pesetas?¿Se puede seguir conviviendo con el indigno despilfarro de las administraciones públicas (sólo por recordar algunos ejemplos, la ministra de Fomento se ha gastado 750.000 euros en reformar despachos, y la Generalitat 32 millones en informes que no existen) mientras Solbes anuncia que ya no hay dinero para incrementar los subsidios del paro?¡Basta ya!Sólo con limitar a 10.000 euros mensuales el salario del presidente del BBVA, se podría dar una pensión digna a 37.000 viudas que hoy malviven en la pobreza. Sólo con recortar un 10% los gastos del Estado, habría dinero para otorgar un subsidio de 1.000 euros mensuales al millón y medio de parados que no cobra prestación alguna.Existen condiciones para imponer un programa así, una redistribución radical de las rentas que permitiría una sensible elevación del nivel de vida para la mayoría de la población. Esta es la forma de salir de la crisis que nos interesa.El clamor de indignación ante los efectos de la crisis para los trabajadores, en abierto contraste con los multimillonarios planes de rescate públicos regalados a la banca, es hoy la corriente principal en España y en el mundo. La exigencia de una alternativa propia para salir de la crisis en beneficio de los pueblos, es hoy más fuerte que nunca. Podemos transformar lo malo en bueno. Podemos aprovechar las condiciones generadas por la crisis para imponer un programa favorable al pueblo trabajador.Para ello, es imprescindible la unidad, organización y movilización de todos los sectores en torno a un programa de redistribución radical de las rentas.

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