Podemos y Ciudadanos se repelen, pese al intento de Pedro Sánchez de explorar la «vía de los 199» en referencia a un Gobierno tripartito. Ni morados ni naranjas están dispuestos a formar parte de un mismo Ejecutivo como pretende el PSOE. Ayer lo dejaron claro tanto Pablo Iglesias como José Manuel Villegas, jefe del equipo negociador de Ciudadanos. Lo que ambos pretenden es la abstención del otro para facilitar su entrada en un Gobierno de coalición con los socialistas (para lo que tendrían que sumar también los votos a favor de PNV, Compromís, Izquierda Unida-Unidad Popular y Coalición Canaria).
Podemos y Ciudadanos se repelen, pese al intento de Pedro Sánchez de explorar la «vía de los 199” en referencia a un Gobierno tripartito. Ni morados ni naranjas están dispuestos a formar parte de un mismo Ejecutivo como pretende el PSOE. Ayer lo dejaron claro tanto Pablo Iglesias como José Manuel Villegas, jefe del equipo negociador de Ciudadanos. Lo que ambos pretenden es la abstención del otro para facilitar su entrada en un Gobierno de coalición con los socialistas (para lo que tendrían que sumar también los votos a favor de PNV, Compromís, Izquierda Unida-Unidad Popular y Coalición Canaria).
Tras superarse los 100 días desde las elecciones, las posibilidades se reducen a dos opciones: o Ciudadanos se abstiene en un acuerdo PSOE-Podemos o estos últimos se abstienen en un acuerdo PSOE-C’s. Este último acuerdo ha sido ya ratificado y ni Sánchez ni Albert Rivera están dispuestos a romperlo. La formación emergente llega tarde y, sobre todo, con una hoja de ruta que la empuja a ser ella quien protagonice la abstención. Los motivos, más o menos buscados, son diversos.
Errejón finiquita la maquinaria electoral
Podemos está ya en transición hacia un nuevo modelo organizativo. El que lo llevó a las elecciones desde Vistalegre, la “maquinaria de guerra electoral”, ha sido finiquitado por su propio autor intelectual, Íñigo Errejón. A ello ha contribuido el cese de su mano derecha, responsable de la secretaría de Organización del partido, Sergio Pascual. «Podemos se tendrá que ir adaptando a las nuevas tareas. La máquina de guerra electoral que adoptamos, y a tenor de los resultados con enorme éxito, es un modelo organizativo que genera tensiones y costes, como todos, y al estar diseñado para un ciclo corto debe reconvertirse para afrontar el siguiente ciclo político», explicaba el número dos este lunes, rompiendo dos semanas de silencio tras el estallido del conflicto interno entre pablistas y errejonistas.
Sin maquinaria electoral, pues, ni hay voluntad ni capacidad organizativa para afrontar unas nuevas elecciones. La formación ha abierto el debate interno para redefinir su hoja de ruta, su estructura interna y su relación con la sociedad civil. Camina desde ya hacia ‘un nuevo Vistalegre’, como lo ha bautizado el confundador y exdirigente del partido Juan Carlos Monedero. Hacia su refundación, un término que no comparte Errejón, pero que no deja de visibilizar precisamente cómo cada sector toma posiciones ante el inminente “debate abierto” y prepara sus propuestas.Entre las propuestas que ya ha desgranado Errejón destaca el desarrollo de una organización federal «con una mayor raigambre en el territorio, haciéndolo todo de forma más sosegada, algo que no hemos podido hacer en este año y medio». Lo acelerado del ciclo político obligó a “correr al mismo tiempo que nos atábamos los cordones”, según la metáfora empleada por el portavoz parlamentario.
Las prisas se han quedado atrás, ahora viene el tiempo de la reflexión y la reestructuración. Subsumidos en este debate interno, la realidad hace presagiar que la intención de Podemos es facilitar un Gobierno de Pedro Sánchez. Por si quedasen dudas, el secretario político volvía a insistir ayer en este plateamiento vertido en un vídeo que colgó en las redes sociales: «Construimos un Podemos que corría mucho, una máquina de guerra electoral», reconocía, para acto seguido defender que «debemos adaptar la organización a un nuevo tiempo más pausado». Había un punto de llegada, que eran las elecciones, y ahora empieza otra etapa. Estas cuatro últimas palabras han sido repetidas como un mantra por varios dirigentes de la formación, incluidos Errejón e Iglesias.
Organizar otra campaña, una quimera
La crisis interna de Podemos que surgió en su feudo electoral de Madrid intensificó el debate sobre la conveniencia o no de forzar la repetición de elecciones. Los errejonistas fueron los primeros en alertar sobre las dificultades para organizar la campaña debido a las tensiones orgánicas y la división del sector oficialista.En la Comunidad de Madrid, fueron la segunda fuerza el pasado 20-D, superando al PSOE en tres puntos y dos escaños. En el equipo de campaña participaban dos de los 10 dimisionarios del consejo autonómico, afines el número dos, Íñigo Errejón: el secretario de Organización, Emilio Delgado, y el diputado Pablo Padilla, que ya fue director de la campaña autonómica. La responsable del área de diseño y logística a nivel estatal, Sarah Bienzobas, con una fuerte implicación en la campaña de las generales, es otra de las consejeras que abandonaron sus funciones en los órganos del aparato autonómico tras lanzar un órdago contra los afines al secretario general, Pablo Iglesias.
De repetirse elecciones, los costes para el partido serían elevados, según subrayaban miembros del equipo de campaña vinculados al secretario de Política. “No me imagino haciendo campaña en las condiciones actuales”, explicaba uno de sus responsables.
Con la escalada del conflicto al seno de la cúpula estatal, con la consecuencia inmediata de la destitución del secretario de Organización, las voces que reclaman hacer todo lo posible para evitar ir a un escenario de repetición de elecciones se han generalizado. Si el propio Íñigo Errejón era el jefe de campaña, su mano derecha, Sergio Pascual, era el encargado de movilizar las estructuras territoriales. Ni uno ni otro se encuentran en condiciones de replicar estas funciones, además de que la maquinaria electoral se ha aparcado en el garaje ‘sine die’. Sería impensable que Pablo Echenique, que no será ratificado en su cargo como sustituto de Pascual hasta el consejo ciudadano de este sábado, asumiera en un periodo tan breve, recién llegado, sin apenas equipo ni estrategia de campaña desarrollado, la preparación de las elecciones.
Formación para multiplicar cuadros
Con escasos dos años de vida, Podemos es consciente de sus limitaciones, que pasan por la falta de experiencia institucional y la carencia de cuadros, que no ha logrado suplirse con la batería de fichajes estrella procedentes del mundo de la judicatura, el ejército y las fuerzas de seguridad. Syriza, el espejo (ahora roto) de la formación, tampoco se creó de la noche a la mañana. En este sentido, Errejón ha apuntado entre los ragos para comenzar a tejer el nuevo modelo, basado en un “movimiento popular” que deje atrás la maquinaria de guerra electoral, “la mayor atención a los procesos de formación cultural y política para multiplicar cuadros y portavoces”.Podemos pretende seguir creciendo, seguir “ensanchando y consolidando la brecha del cambio”, como remarcaban recientemente dos miembros del equipo de asesores de Errejón en un documento de debate publicado por el ‘think tank’ del partido. Construir «un Podemos para los que faltan», en palabras del número dos. Una tarea que ya ha arrancado en las ‘moradas’ y para la que la formación tiene una estrategia de gobierno a medio plazo. El reto es gobernar sin ser subsidiarios de otras fuerzas, como en este caso sería el PSOE, lo cual interpretan que quizá no suceda en una legislatura, sino en dos. Para dar el siguiente paso, precisan desbloquear la actual situación.
El coste de forzar nuevas elecciones
Los dirigentes de la formación han coincidido en subrayar, tanto en público como en privado, el coste social ante la opinión pública, y quizás electoral, que supondría asumir la responsabilidad de forzar otros comicios. Bloquear la formación de un Gobierno encabezado por Pedro Sánchez tampoco recibiría el apoyo de su electorado, como señalan la mayoría de sondeos, pero menos aún de los electores por los que pugna: los socialistas. Un espacio electoral que ansía Podemos mediante una ‘pasokización’ del PSOE, que se aceleraría si, gobernando en minoría, se ve abocado a pactar unos presupuestos con la derecha y con recortes ordenados por Bruselas. Perder una batalla, mediante la abstención, es solo un medio para ganar la guerra. Por el contrario, el inicio de las negociaciones y el levantamiento del veto a Ciudadanos, incluso sentándose a la mesa con ellos, permite dar una imagen pactista, cordial y, sobre todo, trasladar la culpa a la formación centrista o a los socialistas si se repiten elecciones.