Alberto Garzón (Logroño, 1985), portavoz parlamentario de IU, se estrenó como el diputado más joven de la anterior legislatura y en poco más de cuatro años se ha convertido en el referente político de la coalición de izquierdas, hasta ser su candidato a la presidencia del Gobierno en los comicios del 20-D.
Alberto Garzón (Logroño, 1985), portavoz parlamentario de IU, se estrenó como el diputado más joven de la anterior legislatura y en poco más de cuatro años se ha convertido en el referente político de la coalición de izquierdas, hasta ser su candidato a la presidencia del Gobierno en los comicios del 20-D.Defensor a ultranza de las listas conjuntas con Podemos, que la coalición de Pablo Iglesias rechazó, se muestra escéptico ante la posibilidad de que la formación morada y el PSOE alcancen un acuerdo para configurar un gobierno del cambio, y cree que asistimos a una teatralización por parte de ambos partidos para que la opinión no les culpe de la repetición de los comicios y les castigue electoralmente.
Han pasado ya cien días desde las elecciones del 20-D y seguimos sin gobierno. ¿Cree que hay alguna posibilidad de alcanzar un acuerdo, o estamos condenados a repetir las elecciones?
No lo tengo muy claro porque desde el principio asistimos a un juego táctico permanente por parte de las principales formaciones, que hace que un día tenga la sensación de que puede haber acuerdo por las declaraciones que escucho y al día siguiente parezca justo todo lo contrario. Estamos en un escenario de confusión enorme, pero si recurrimos a la aritmética, que es la que manda a la hora de un debate de investidura, y aceptamos que el PSOE no va a negociar de ninguna manera con el PP, la única opción posible es que PSOE y Podemos se pongan de acuerdo, y si atendemos a la relación que han mantenido desde los comicios del 20-D se me antoja complicado. Si eso no se produce habrá elecciones anticipadas.
El PSOE sigue dando validez a su acuerdo con Ciudadanos y Podemos reitera que dicho acuerdo es inasumible por su parte. Da la sensación de que ambos partidos están en un escenario de marear la perdiz para que los ciudadanos no les culpen de la repetición de los comicios. No sé si comparte esta impresión.
Estoy de acuerdo. Hay varios actores que han trabajado desde el principio en un escenario de elecciones anticipadas, para las que el relato a ganar es que no les culpen del anticipo porque se supone que tiene un coste electoral. Y en eso consiste la batalla, y por eso hay tanta representación y escenificación que a veces resulta absurda, como la imposibilidad de que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se reunieran antes de semana santa porque no encontraron un hueco en sus agendas. Es surrealista e incomprensible para la ciudadanía y para todos los que estamos en el Congreso. Ahora bien, la política no se hace en el vacío, tiene historia, y todo lo que ha ocurrido desde el 20-D hasta momento actual importa. Importa que Podemos tardara sesenta y tres días en sentarse a hablar con el PSOE, porque eso condicionó el resto de acontecimientos, e importa que el PSOE optara por pactar con Ciudadanos, que es un proyecto antagónico a los postulados de la izquierda.
Usted se ha reunido con el PSOE y ha solicitado hacerlo con Podemos. No sé si tiene ya fijada fecha para dicho encuentro.
No, no, aún no hemos podido hablar. Nosotros fuimos muy claros desde el primer momento. Creemos que el diálogo no es incompatible con la coherencia, y que uno puede hablar con Ciudadanos y mantener su posición política. Podemos no quiso sentarse a hablar con nadie desde un principio. Cuando lo hicieron fue en la mesa a cuatro que IU puso en marcha, de la que se levantaron cuando el PSOE firmó su pacto con Ciudadanos, con el que hay un problema de incompatibilidad programática evidente. Creemos que el diálogo puede ayudar a explorar posibilidades de gobierno desde la izquierda, e incluso se puede llegar a convencer al PSOE de que para este país es mejor pivotar desde la izquierda que desde la derecha de Ciudadanos, por eso seguimos intentando hablar con el PSOE y con Podemos. El PSOE aceptó reunirse con nosotros y Podemos todavía no nos ha respondido más de dos semanas después de que les pidiéramos vernos, aunque es cierto que ha coincidido con las convulsiones internas y probablemente esté ahí la causa.
¿Intentar reeditar la mesa a cuatro es una quimera?
Sí. Desgraciadamente, en contra de nuestro deseo y nuestra opinión, el hecho de que el PSOE quisiera negociar exclusivamente con Ciudadanos ha llevado a que esa mesa ya no pueda ser de cuatro. El PSOE exige que sea de cinco y Podemos, en un determinado momento, excluyendo al PSOE, quería que fuera de tres. Nosotros decimos que ni la de cinco ni la de tres. La de tres no tiene sentido aritmético y la de cinco no tiene sentido político. La mesa a cuatro tenía 161 escaños y generaba simpatías en el PNV e incuso ERC y Democracia i Llibertat. Si se hubiera transitado por ese camino España tendría hoy un gobierno pivotado sobre la izquierda, pero los partidos ya no obran con coherencia política sino con códigos electorales y lo que ello implica.
Supongamos que PSOE y Podemos llegan a un acuerdo. ¿IU está dispuesta a entrar en ese gobierno autodenominado del cambio?
Desde el primer momento dijimos que no íbamos a hablar de participación en el gobierno, que solo queríamos hablar de programa, programa y programa, lo que significa que en esta fase hablamos de investidura, de si dan los números para que Pedro Sánchez sea presidente en virtud de unos acuerdos programáticos con IU. Esa era la primera fase y no queríamos anteponer otras cuestiones. El problema es que nos hemos quedado ahí. Si hubiera una investidura, como usted plantea, y el PSOE nos ofrece formar parte de un gobierno con Podemos pondríamos otras condiciones menos laxas que para la investidura y pediríamos a la militancia que lo validara.
¿Quién pierde y quién gana con la repetición de los comicios? A IU las encuestas les son favorables.
Estos más de cien días desde el 20-D han cambiado la óptica de a quien beneficiaba y perjudicaba la repetición de los comicios y ha modificado la táctica de los partidos. Tengo la sensación de que Podemos quería elecciones anticipadas desde el mismo 20-D para ver si podían alcanzar y superar al PSOE, y en función de ello recurrieron a unas tácticas, que ahora se han demostrado erróneas, de no dialogar, de vetar a otros partidos e ir a una escenario de arrinconamiento. Esa estrategia la han cambiado radicalmente cuando han visto que las encuestas ya no les son tan favorables, que la gente no quiere nuevos comicios y, además, los problemas internos que tenía el PSOE antes de las navidades se han trasladado a ellos, al menos en el imaginario de la gente. Creo que ahora mismo, ni el PSOE, ni el PP ni Ciudadanos tienen miedo al anticipo electoral y que es Podemos quien teme tener unos resultados electorales peores de los obtenidos, al menos según las encuestas a día de hoy. En lo que se refiere a IU, la ciudadanía ha premiado nuestra coherencia y algunas encuestas dicen que podemos incluso duplicar nuestro millón de votos y alcanzar los quince diputados.
Ante la hipótesis de repetición de las elecciones, ¿IU se va a volver a plantear concurrir a las mismas en una candidatura electoral con Podemos?
Siempre hemos defendido la estrategia de la unidad popular, y eso implica también lo electoral. Defendemos espacios de colaboración entre diferentes organizaciones políticas que nos encontramos en una defensa común de objetivos. Podríamos resumirlo en una frase: marchar separados, golpear juntos. Somos partidos diferentes que en un momento concreto podemos trabajar juntos, pero eso requiere que ese espíritu esté en las dos formaciones y hasta ahora Podemos ha manifestado que lo único que busca de IU es su integración en Podemos, su absorción por Podemos, o el fichaje concreto de determinadas personas, entre ellas yo mismo, para sus listas electorales. Si esas son las condiciones o la posición de Podemos la única respuesta es un contundente ‘no’. Lo que tiene que entender Podemos es que hay más de un millón de personas que votaron a IU y no a ellos, y si lo que se quiere es sumar para multiplicar hay que construir un espacio de reconocimiento de las diferentes formaciones en el que todos estemos cómodos. Esta hipótesis, que creo es un escenario deseable por la mayoría social, no está en Podemos.
Me está planteando algo parecido a lo que son las confluencias.
Sí, efectivamente, más o menos, con diferencias, pero fundamentalmente es lo mismo. En Cataluña, en Galicia, en Madrid.
¿Algo así sería asumible por IU?
Algo así tiene la garantía de la unanimidad de IU. A pesar de las diferencias que podamos tener la gente de IU, es un escenario que defendemos al cien por cien, pero Podemos lo único que considera es la absorción de IU, y en esas condiciones, desde luego, nunca.
¿En qué punto está la refundación de IU?
Estamos cerrando el proceso de renovación de IU, que va por muy buen camino. Vamos a una asamblea plural, de confrontación de proyectos políticos desde la legítima disensión que va a decidir una IU distinta a la que hemos conocido en los últimos años.
¿Van a mantener las siglas?
Si, IU va a seguir siendo IU. Lo que estamos hablando es que IU debe adaptarse a los cambios económicos, sociales y políticos que ha habido en este país y convertirse más en movimiento social y menos en maquinaria electoral. Tenemos que tener una organización que esté en el pulso de la calle, que sea útil para las mayorías sociales. Queremos que IU tenga como eje estar en el conflicto social, laboral, ayudar a la gente que más está sufriendo y convertirnos más en movimiento social y ser menos partido clásico, menos burocratizado, más ágil. Son algunos de los elementos que hemos puesto encima de la mesa y que creo que cuentan con un respaldo mayoritario.