Educación

EpC según James Petras

Se publicaba ayer en el periódico El Paí­s un reportaje a doble página titulado «La moral sí­ es asunto público» en relación con la reciente sentencia del Tribunal Supremo respecto a la asignatura de Educación para la Ciudadaní­a. En él se afirma que «la necesidad de educar en valores cí­vicos es ya un consenso internacional ratificado por el Supremo». Pero ¿en qué valores?

El reortaje habla así mismo de que “el diagnóstico más extendido” reclama una respuesta al “déficit cívico” que se manifiesta en “desconocimiento por parte de los jóvenes de información básica para desenvolverse como ciudadanos”, “desapego por la vida política”, y “olvido de los valores necesarios para desarrollar una ciudadanía democrática”. Prácticamente habla de otra galaxia, porque nada tiene esto que ver con lo que pasa hoy en día.Hace 15 años fue rescatado y publicado “El Informe Petras” en la revista Ajoblanco. Un informe encargado por el CSIC del gobierno de Felipe Gonzalez y guardado bajo llave en algún escondido cajón.En él, el sociólogo James Petras – colaborador de Noam Chomsky -, plantea algunos elementos de análisis que deberían incluirse en el curriculum de Educación para la Ciudadanía. Sirva la propuesta para girar el sentido de la polémica.En referencia a lo que el Informe llama “los progresistas” – es decir, la generación de cuadros de izquierdas formada en la mayoría absoluta del PSOE – Petras se hace algunas preguntas: “¿Dónde están los progresistas?”, y “¿por qué eluden su realidad nacional y social?”. A mediados de los noventa “los progresistas” solo se interesan por el dos por ciento de “marginales": los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas… Petras acaba sentenciando que “la distancia entre los problemas sociales a largo plazo y a gran escala, y las actividades de los progresistas es escandalosa”. Sin dejar de señalar tres cuestiones fundamentales:Primero que los derechos de las minorías no suponen ningún enfrentamiento con el Estado, mientras que los intereses de la mayoría supone un cuestionamiento de la distribución de los principales recursos del país. En segundo lugar que estas luchas por las minorías tienen un apoyo financiero del Estado que ofrece “oportunidades económicas” y “buena conciencia”.Y en tercer lugar denuncia a estos “progresistas” por afirmar que es más revolucionario luchar por los marginales que por los "privilegiados" españoles "que viven del salario mínimo". Hay que recordar que en 1993 el paro era del 20%, y en los sectores más jóvenes hasta del 30%. Uno de cada cinco españoles estaba en paro. Cifras que nos remiten inmediatamente a la situación de crisis actual – aunque ahora tengamos que esperar un agravamiento mucho mayor -.Pero ya que hablamos de valores cívicos, las consecuencias de la política social del PSOE fue – siempre según el Informe – la de acabar con el papel activo de los barrios de los años 70 – verdaderos mecanismos de socialización – convirtiendo, al mismo tiempo, a las asociaciones de vecinos en “apéndices del gobierno socialista”: “La decadencia de la cultura cívica del barrio alimenta el comportamiento "consumista privado" que los jóvenes reciben a través de los medios de masas […] El rock mercantilizado, […] brinda símbolos "externos" de "rebelión" que enmascaran la interiorizada conformidad con un estilo de vida consumista e individualista.”Y respecto a la “cultura crítica como ciudadanos” que la asignatura de Educación para la Ciudadanía pretende inculcar, debería primero ajustarle cuentas a la "bunkerización" y retroceso de lo que un día fue un movimiento de conquistas sociales y libertad. En nombre de “consolidar lo logrado” se ha perdido lo que se tenía. Quizás eso explique mejor el “desapego por la vida política”.Sin duda el Informe debe ser actualizado, pero da una idea bastante clara de, como dice el reportaje de El País, dónde está “el límite entre el denominador común – moral – y los temas opinables”, y cuál es la herencia pedagógica y de valores en la que el Gobierno pretende educar – que sepamos no se ha autocriticado de ella -. De entrada en la desmemoria.

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