Iberoamerica: Movimiento Obrero, ocupación de fábricas

Entrevista a Pablo Heller.

Pablo Helller es un historico activista y cuadro del Partido Obrero, de Argentina. Durante muchos años ha asesorado y apoyado a la recuperación de fábricas. Ahora distintos circulos judiciles y polí­ticos le intentan encausar por desobediencia civil ante la justicia. Para conocer más este movimiento y la lucha por la libertad de Pablo Heller presentamos esta interesantisima entrevista

De Verdad digital: El róximo 24 de agosto se celebra el juicio con el que te quieren condenar por desobediencia por apoyar la recuperación de la fábrica Sasetru. ¿Puedes explicarnos un poco la historia de esta ocupación?Pablo Heller: Sasetru fue una fábrica dedicada a la producción de alimentos ( pastas secas) , ubicada en la zona sur de lo que es el cinturón que rodea la ciudad de Buenos Aires y que permaneció inactiva durante 20 años. Sus dueños, una empresa satélite perteneciente a uno de los grupos económicos más poderosos de la Argentina, la habí­a comprado en su momento pero … para mantenerla cerrada. El único objetivo de la compra fue impedir que la misma fuese apropiada por la competencia.Aquí­ tenemos una retrato del capitalismo, de cómo el principio del lucro entra en choque con las necesidades sociales. Esta contradicción se puso como nunca al rojo vivo en la crisis que terminó de estallar en el 2001. Así­ como en su momento México vivió el tequila, Rusia sufrió su propio estallido y tiempo después asistimos a la crisis de los paí­ses del sudeste asiático, Argentina -que fue un eslabón de esa cadena- sufrió un derrumbe gigantesco de su economí­a. El paí­s entró en cesación de pagos y presenciamos una virtual disolución de las relaciones sociales (con la paralización el crédito, la desaparición de la moneda y la imposición de lo que fue conocido con el nombre del «corralito» -en el que los ahorristas fueron ví­ctimas de una confiscación, impidiéndoles retirar sus ahorros-). La bancarrota económica, con los consiguientes cierres de empresas, despidos masivos y recortes salariales, afectó a millones de familias agravando a niveles extremos la miseria social y la desocupación que vení­a de arrastre, y desembocó en una gran explosión popular que popularmente pasó a ser identificada como el Argentinazo.En este contexto, y bajo este clima de ebullición social, que ex trabajadores de Sasetru y vecinos de los barrios aledaños a la fábrica y desocupados nucleados en el Polo Obrero -una de las organizaciones que integran el movimiento piquetero de la Argentina- comienzan a discutir y darle forma a la idea de la ocupación de Sasetru. DVd: Para algunos juristas argentinos este es un juicio sin sentido porque dura ya más de 6 años y es demasiado caro y porque si anularon el anterior que era de usurpación, este, que es de desobediencia no tiene sentido. ¿Crees que este juicio es en el fondo una advertencia, es decir que es un juicio con intereses polí­ticos? ¿Que sectores polí­ticos crees que hay detrás de esta medida antidemocrática?P H: El juicio se ha convertido en un verdadero bochorno jurí­dico. Se les ha hecho imposible sostener el cargo de usurpación y ha terminado reducido al cargo menor de desobediencia. Este hecho pone más de manifiesto que hay una intencionalidad polí­tica. El juicio es una advertencia dirigida a todos los trabajadores en momentos en que asistimos a una proliferación de ocupaciones de fábricas para enfrentar a una crisis industrial, incluso de mayores proporciones que la vivida en el año 2001, pues a las contradicciones y desequilibrios del proceso económico nacional se le une el estallido de la crisis capitalista mundial. Una vez más se ha puesto de manifiesto que son los trabajadores quienes defienden el patrimonio industrial que viene siendo literalmente diezmado por obra del capital en quiebra.Frente a este cuadro, ha pasado a ser moneda corriente el uso del código penal. En la actualidad hay 4000 luchadores procesados y entre ellos centenares de trabajadores por ocupaciones de fábricas. En estos hay que incluir conflictos recientes como los trabajadores la metalúrgica Pilkington, la grafica FP, o la autopartista Cive.La criminalización y judicialización de la protesta social constituye una polí­tica de Estado y es compartida tanto por el oficialismo de los Kirchner en el gobierno como por la oposición de cuño patronal. Esta polí­tica represiva es funcional a una agenda antipopular que es alentada por el conjunto de la burguesí­a y que aspira, como parte de un paquete más general, a retrotraer las condiciones de trabajo a los años noventa, década bajo la cual se consagró un enorme cercenamiento de las conquistas laborales.DVd: ¿Puedes explicarnos que es el movimiento de ocupación de fábricas argentino?P H: Las ocupaciones de fábricas forman parte del arsenal y la tradición de lucha de la clase obrera argentina. Con la crisis del 2001 volvió a tomar un nuevo auge, aunque quedó circunscripta principalmente a fábricas medianas y pequeñas. Como resultado de ello, 200 empresas pasaron a ser autogestionadas por sus propios trabajadores y tomó forma lo que se denomino movimiento de fábricas recuperadas.DVd: ¿Con que objetivo se guí­a este movimiento en Argentina?P H: Ese movimiento de fabricas recuperadas estuvo y está recorrido por tendencias contradictorias. Por un lado expresa la tendencia de los trabajadores a prescindir de los patrones y por lo tanto a reconstruir la sociedad sobre nuevas bases y por la otra, una tendencia a reproducir la antigua forma de organización capitalista. La autogestión alimenta la ilusión de los obreros que se transforman en dueños y que es posible convivir y progresar a la sombra del mercado. Esta última tendencia es la que ha explotado el estado para introducir una cuña en el interior de las fábricas recuperadas y le ha posibilitado un extendido proceso de cooptación, valiéndose para ello del servicio de punteros y de la propia burocracia sindical que está al frente de los sindicatos.DVd: ¿Qué diferencias hay entre la administración de un fábrica normal del capitalismo y una tomada por obreros y vecinos?P H: La diferencia fundamental reside en que asistimos a dos principios de organización opuestos: uno que privilegia el lucro y otro que privilegia los intereses de los trabajadores. En este marco, el despotismo patronal es reemplazado por la soberaní­a y la resolución colectiva de los trabajadores. Pero atención, que no es cuestión de hacer una fábula y embellecer la realidad. Las fábricas bajo gestión de los trabajadores no se independizan de de la presión del capital sino que, incluso, reciben esa presión en forma más brutal. La falta de recursos y capital de trabajo las convierte, muchas veces, en rehenes del mercado, de sus proveedores y sus clientes y terminan actuando, en muchos casos, como una suerte de tercerizados de uno u otro grupo capitalista. Para sobrevivir, se potencian las tendencias a la autoexplotacion y a sacrificar los salarios que en lí­neas generales están por debajo de los de convenio. Esta situación es el caldo de cultivo para un diferenciación social interna e incluso el surgimiento de camarillas que terminan corrompiéndose adueñándose del manejo de las cooperativasLa crisis actual coloca al rojo vivo la necesidad de un replanteo general y va a obligar a una deliberación general al interior de las «fábricas recuperadas», tanto en las surgidas en el anterior crisis como en las que nacen con esta nueva oleada de ocupaciones. En medio del actual colapso, el fenómeno cooperativo concebido como una experiencia aislada, sometido a las tendencias dislocadas del mercado capitalista, tropieza con lí­mites insalvables. En oposición a una autogestión inviable y la cooptación del Estado capitalista, se coloca a la orden del dí­a la independencia polí­tica y la confluencia de toda la clase obrera en una lucha común por un programa y un salida de conjunto: prohibir los despidos y suspensiones, defender y recuperar el poder adquisitivo de los salarios (empezando por un salario mí­nimo equivalente a la canasta familiar), investigar y desconocer la deuda usurarí­a y nacionalizar los bancos, el comercio exterior y los pulpos capitalistas responsables del vaciamiento y de la fuga de capitales, imponer el control y la gestión de los trabajadores en todos los resortes estratégicos de la economí­a.Un Congreso de trabajadores, con representantes electos de todos los lugares de trabajo y donde tenga cabida los representantes de las empresas recuperadas, deberí­a discutir estas propuestas y un plan de movilización, y elaborar un plan económico que permita sacar al paí­s de la crisis y promover un amplio desarrollo del potencial productivo del paí­s.DVd: ¿Sabes si este tipo de alternativas está implantada en mayor o menor medida en más paí­ses de Iberoamérica?P H: América Latina está atravesada por esta misma encrucijada. La expropiación de los pulpos petroleros y de los terratenientes y el control y la gestión de los trabajadores es la cuestión estratégica que está planteada en momentos en que el conjunto de las naciones están empezando a recibir de lleno los coletazos de la crisis internacional.DVd: ¿Habeí­s recibido mucho apoyo en la lucha por tu libertad frente a esta acusación?P H: El apoyo ha sido muy amplio, tanto a nivel nacional como internacional. En la actualidad, ya hay casi un millar de adhesiones. El dí­a que arranca el juicio oral (el 24 de agosto), se harán presentes representantes de fábricas recuperadas, de sindicatos y personalidades, incluido el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, quién ha comprometido su presencia. El dí­a de comienzo del juicio será la oportunidad para levantar una tribuna de lucha y hacer en un gran acto, donde harán uso de la palabra todas las delegaciones presentes.DVd: ¿Crees que frente al cierre indiscriminado de fábricas que sufre todo el planeta con esta crisis es una buena iniciativa que las fábricas cerradas sean ocupadas y puestas a producir por sus operarios?, ¿por qué?P H: La crisis capitalista no ha provocado todaví­a una reacción popular. Más bien asistimos al fenómeno contrario. La tendencia mundial dominante, empezando por los trabajadores norteamericanos, ha sido aceptar una amputación de salarios y la escalda de cierres y despidos. ¿Pero hasta cuando? No hay que olvidar que en otra crisis, como la del 29, tuvieron que pasar 4 años para que el movimiento obrero tomara la iniciativa. Por más que muchos analistas se han apresurado a proclamar que lo peor de la crisis ha pasado, lo cierto es que los rescates implementados por Obama no han servido para revertir la recesión. Más bien, estamos asistiendo a un agravamiento de las tendencias deflacionarias y a un aumento impresionante del desempleo, del que si sumamos todas las categorí­as, se aproxima en Estados Unidos al 20 por ciento. La constatación del fracaso de esta polí­tica, sin lugar a dudas, va ir modificando la percepción del pueblo y en esa medida los trabajadores van a entrar en acción. El principal capí­tulo de la crisis está aún por escribirse.DVd: ¿Quieres añadir algo más?P H: Agradecerles su pronunciamiento y el respaldo y la colaboración que nos están brindando para difundir la lucha que estamos librando contra este nuevo atropello y contribuir a explicar su significado y su alcance.DVd: ¿Que objetivos perseguí­an los trabajadores con la ocupación?P H: Los compañeros de Sasetru llevaron a la práctica las conclusiones que surgieron como coronación de ricas e intensas discusiones que se llevaron en el marco de las Asambleas Nacionales de Trabajadores Ocupados y Desocupados (ANT); estas tuvieron lugar en esa época y reunieron a decenas de miles de trabajadores, provenientes del movimiento piquetero, de las fábricas en lucha, de sindicatos combativos y del movimiento popular representativos de todo el paí­s. En dichas deliberaciones se llegó a la conclusión de que no sólo se trataba de ocupar las fábricas en ese momento en conflicto, amenazadas por despidos o cierres, sino que habí­a que ir más lejos, y ocupar todos los establecimientos ociosos e inactivos y ponerlos a producir como parte de un plan de reconstrucción del aparato productivo y de industrialización, que debí­an tomar en sus manos los trabajadores. Si la clase capitalista y el Estado que la representa no eran capaces de asegurar el derecho al trabajo, se colocaba en primer plano la necesidad de abrir un nuevo rumbo y proceder a una reorganización integral del paí­s, bajo la inspiración y dirección de la clase obrera apuntando a aprovechar todos los recursos materiales y humanos ociosos disponibles. Con este criterio, los compañeros de Sasetru, ni bien tomada la planta, elaboraron, con la ayuda de la Universidad Tecnológica y de otras universidades, un plan por el cual con una masa muy exigua de recursos se podí­a reacondicionar la fábrica y dar trabajo inicialmente a 300 compañeros y producir 60 toneladas de alimentos diarios, a menor precio y de mejor calidad de los que el Estado venia comprando a las empresas privadas para abastecer a los comedores escolares y populares a su cargo.

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