Salud

Entre todos la mataron…

Ascensión Criado Martí­n, administradora y accionista de Rasfer Internacional, SA con sede en Barcelona, ha sido imputada por la fiscalí­a de Panamá que ha pedido su extradición. Esta empresa compró en China 9.000 kilos de glicerina con los que fabricó un jarabe para la tos. Hasta 100.000 frascos fueron distribuidos gratuitamente en los barrios marginales de Panamá. La glicerina contení­a dietilenglicol, un alcohol utilizado como refrigerante y lí­quido para frenos.

La “atata caliente” de la culpabilidad ha empezado a rodar. El fabricante, el intermediario, el comprador y el distribuidor. Deben exigirse la depuración de todas las responsabilidades.Gabriel Pascual, presidente del Comité de Víctimas asegura que hay miles de muertos pese a que solo se han reconocido 142 y se están comprobando 400 casos más. 15.000 mil personas recibieron recetas prescribiéndoles el jarabe envenenado.Asunción Criado ya ha declarado en un Juzgado de Barcelona que ni sabía que el intermediario panameño, Medicom, quería la glicerina para fabricar jarabe, ni que Fortune Way, el fabricante, produce sólo para uso industrial. La argumentación de la defensa gira en torno a que Rasfer se dedica a la importación de productos químicos o farmaceúticos, es decir, que como “comerciales” “no podíamos, ni debíamos reanalizar el producto” porque eso es responsabilidad del fabricante.La tragedia se “limita” según la defensa a cuatro letras TD o CP – uso industrial o uso humano -, “tan solo un aspecto técnico del producto”. Como dijo el abogado Sanvicente que representa en España a las víctimas: “Si te envían jabones en vez de jamones seguro que devuelves la mercancía”. Pero cabría añadir la comprobación de la solicitud. Wei Chuanzhong – viceministro de la Administración General de Supervisión de Calidad – asegura que la empresa sabía lo que estaba comprando, y que existe un correo electrónico en el que aparece explícitamente la advertencia de que la glicerina TD “no está autorizada en la farmacología china”. Hay que ver las pruebas.Medicom ha cerrado y Angel Cruz, su representante, está en prisión; la entidad intermediaria no comprobó en los análisis si la glicerina contenía productos tóxicos. Y René Luciani, de la Caja de Seguro Social, está imputado.Por una parte está el entramado criminal panameño. Un país que entregado en manos de EEUU tras la venta del Canal posterior a su “Declaración de Independencia” de Colombia, ha acabado sometido, no solo a los dictados norteamericanos, sino al destino que impone una oligarquía local degenerada. Ésta, despojada de la propiedad sobre las riquezas del país, ha acabado entregada al negocio de la salud: medicamentos asesinos o venta de órganos.Y por otra una industria farmacéutica en la que es de uso común que un “error de lecto-escritura” acarre miles de muertes. Si eso es lo que dicen la realidad seguro que es mucho peor.

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