Cómic

Entre la Depresión y la Guerra

«Las Serpientes Ciegas» es el misterioso tí­tulo de la obra que se ha alzado con la tercera edición del celebrado Premio Nacional de Cómic concedido por el Ministerio de Cultura. Resulta evidente a estas alturas que la crisis sistémica en la que el mundo capitalista se encuentra envuelto es un motor que estimula sin cesar las mas inquietas mentes creativas de todas las disciplinas. El mundo del cómic no es una excepción, y este esmerado volumen ha arrasado con los galardones españoles y franceses merced a una historia ambientada entre el Nueva York de la Gran Depresión y la Guerra Civil Española. Una inevitable comparación con el momento actual que el genial Felipe Hernandez Cava ha sabido entretejer con los elementos del género negro, así­ como con sus sinceras reflexiones acerca de las ideologí­as, el totalitarismo, la ilusión y el fracaso, donde tan mal parados quedan aquellos que defienden el capitalismo «made in USA» como los que cruelmente subvirtieron las ideas revolucionarias para convertirlas en un monstruo.

Una historia de ersonajes anónimos, de alias e identidades difusas, en la que los hombres han perdido el norte que un día les guió, y han dejado que el rencor y la venganza se conviertan en el motor de sus vidas. Esta podría ser la lectura humanista que se podría deducir de “Las Serpientes Ciegas”. Pero hay mucho más. No es baladí que en 2009 destaque por encima de todos un cómic que resitúa en la historia a los brigadistas internacionales norteamericanos, que compartían el drama de España con el que se vivía en su propio país; que rescate los demonios del capitalismo más salvaje al mismo tiempo que abre la herida dejada por ese falso socialismo totalitario, antidemocrático y “filoterrorista”, cobardemente agazapado desde hace ahora veinte años. Para Felipe Hernández Cava, destacado guionista de extensa trayectoria, colaborador del diario “El Mundo”, comprometido con el antifranquismo durante la dictadura e involucrado en los movimientos sociales al margen de los partidos políticos durante la transición, el espíritu descreído de los personajes es una extensión de su personalidad. "He sido testigo en mi propia piel de que muchas de las ideas en las que yo creía han engendrado monstruos", afirma. Él fue el responsable de este saturado tinte ideológico que desprende el álbum, cuyo guión escribió a partir de la sugerencia del dibujante mallorquín Bartolomé Seguí, cuyo interés era introducirse en el mercado francés con una obra ambientada en el Nueva York de los años 30. Una obra a celebrar doblemente, tanto por la calidad narrativa y técnica que ha asombrado a los jurardos más reputados, como por la incipiente temática que se atreve a tratar, y que ejemplifica una vez más la contundencia del cómic como medio para difundir contenidos de auténtica vanguardia.

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