sanidad: salud mental

Entre el valium y la crisis

El negocio de las multinacionales farmacéuticas crece con el emeoramiento de la salud mental de la población. Nuestra depresión les genera alegrías. Nuestra ansiedad les genera alivio. Y en tiempo de crisis multiplíquese por tres el efecto. Ante esto habría que declarar una emergencia nacional y empezar el despliegue de miles de psicoterapeutas inmediato, como si se hubiera declarado una epidemia de gripe. Todos hemos visto profesionales de la psicología atender en masa a familiares de víctimas de grandes catástrofes, desde el 11-M hasta el accidente de Spanair. Pues bien, la gran catástrofe de nuestro tiempo no es la crisis a secas. Son los antagonismos que ésta hace que afloren, antagonismos que residen no en el “estilo de vida”, como gusta decir ahora a los sociólogos y tertulianos de todo pelaje, sino a las relaciones de poder que recorren la vida laboral, política, social y hasta sentimental que dejan al individuo indefenso, impotente, castrado ante las dificultades. En este terreno actúan las farmacéuticas, desde hace décadas, para medical izar la vida social. Para convertir cualquier traspiés de la vida en su oportunidad de ofrecer un remedio químico. En confundir la preocupación con la neurosis, o como mínimo en difuminar tanto la frontera que uno no sepa si está en uno u otro lado y por si acaso… Ciertamente, nadie puede negar que el psicoanálisis es la única ciencia que ha tratado de ahondar en dichas relaciones de opresión ancladas en el subconsciente colectivo e individual. Sólo así se entiende por qué no se ha convertido hasta hoy en una psicología de masas. Popular, que no pública. Claro que falta un despliegue de psicólogos descalzos para tratar la salud mental de hoy porque la crisis es el gran 11-M, la gran erupción de pérdidas, fobias, desalientos, corazas y evasiones… Psicólogos que sigan la estela de viejas recetas, como las clínicas de salud mental que Wilhem Reich en el siglo pasado abría en los barrios obreros para que el psicoanálisis fuera una alternativa masiva, popular. Toda un arma contra el elitismo actual que la sanidad pública es incapaz de dinamitar. O el éxito de la psicoterapia de grupo de la psicoanalista bilbaína Pilar Puertas con la anorexia. O, salvando las distancias, de la clínica dental que en Carabanchel abrió hace unos años Dentistas del mundo para gente sin recursos, que generó inmediatamente una demanda a nivel nacional y una saturación instantánea. Una auténtica válvula de escape para la indefensión que genera el “tanto tienes, tanto vives”, el sálvese quien pueda (y quien no pueda no) que se ha impuesto en la sanidad española.

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