El Frente Nacional de Le Pen, la ultraderecha gala, tiene algunos de sus baluartes en las zonas obreras que eran feudos del partido comunista francés. Y Donald Trump ha llegado a la presidencia con el voto de muchos trabajadores norteamericanos, desahuciados tras el crack de 2008, a los que prometía mejorar sus condiciones.
Este peligro, que una parte del pueblo sea encuadrado bajo las banderas más reaccionarias, empieza a ser real en España.
Vox no solo se ha convertido en la tercera fuerza política nacional, o la primera en una comunidad como Murcia. Ha conseguido penetrar y crecer en barrios obreros y populares.
Es significativo, y preocupante, el cambio de política de Vox respecto a abril. Se ha “trumpizado” y “lepenizado”. Adoptando, frente a una cara excesivamente “franquista”, la estrategia de la ultraderecha europea más exitosa. Atreviéndose a presentándose como “defensor de los españoles humildes y trabajadores frente a unas élites burocráticas”. E incluso apelando -Abascal lo ha hecho- al votante de izquierdas.
En los primeros análisis del origen del voto de Vox, algunos especialistas señalan que hasta 300.000 votos que proceden del PSOE. Y Vox ha avanzado también en barrios obreros o en localidades que habían sido feudos de la izquierda.
No ha sido un fenómeno espontáneo. Los grandes centros de poder internacionales y nacionales han impulsado el ascenso de Vox, para incrustar en el modelo político una extrema derecha que fuera “escuadrón de choque” de los recortes. Y que también atacara al viento popular encuadrando a una parte de los “descontentos” bajo una alternativa reaccionaria.
Enfrentar este peligro de “lepenización” exige denunciar las políticas más reaccionarias de Vox, las que más atacan a los sectores de las clases populares a los que intoxican con sus falsos mensajes.
En uno de los debates electorales, Rocío Monasterio, una de las principales dirigentes de Vox, llegó a proponer la privatización de las pensiones públicas, para entregar ese negocio a grandes bancos y fondos de inversión. Uno de los nuevos diputados de Vox es Ruben Manso, el “cerebro económico” del partido de Abascal. Su diseño, que ha expuesto públicamente, es el de una privatización de las pensiones, la educación, la sanidad… instaurando el modelo más salvaje de capitalismo norteamericano.
Para eso han sido empujados hasta el escalón de tercera fuerza nacional, para confundir e intoxicar mientras actúan como ariete para imponer el “programa máximo” de los recortes, multiplicando “sin complejos” el saqueo sobre la población en beneficio de los grandes capitales.