Cómic

Endurance

Existió un tiempo, no muy lejano, en el que los mapas del mundo estaban inconclusos, y sólo el arrojo y tesón de algunos hombres valientes era lo que hací­a posible completarlos. La realidad, a veces, firma argumentos que superan en espectacularidad y emoción a la imaginación del escritor de aventuras más inspirado. Sin embargo trasladar estos hechos al papel exige mucho más que un trabajo de documentación. Hay que cuidar de transcribir no sólo los hechos, sino saber transmitir la emoción, la pasión, el dolor y las sensaciones. Luis Bustos salva el reto con creces, atreviéndose en «Endurance» con una de las epopeyas más inmensas del siglo XX, la expedición antártica de Ernst Shackleton.

En 1901 este exlorador británico se lanzaba a empresa casi imposible, que intentaba conseguir uno de los retos exploratorios a los que tan aficionada era la sociedad de principios del siglo pasado y que terminó como una de las mayores demostraciones de lealtad, voluntad y tesón por parte del ser humano que se conozca. El desarrollo del capitalismo en su fase imperialista obligaba a las potencias a alcanzar rincones del mundo hasta entonces inhóspitos, y la Royal Geographical Society se encargó de impulsar esta expedición, reclutando voluntarios con un famoso anuncio en la prensa: “Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Dudoso regreso sano y salvo. En caso de éxito, honor y reconocimiento”.El argumento es conocido: Shackleton intenta cruzar la Antártida y el hielo y las difíciles condiciones metereológicas dejarán atrapada a su tripulación durante casi dos años. Una trampa mortal de la que sólo se podía salir con la obstinación de Shackleton de salvar a sus hombres, de cumplir con la promesa de sacarlos de ese ataúd de hielo. El autor del cómic centra su relato precisamente en esta obstinación, para a partir de ahí ir definiendo personajes y marcando los ritmos.La tarea no es fácil: debe ser fiel a los hechos reales, pero centrarse en recrear los pensamientos de un hombre que antepone todo a su promesa de lealtad hacia sus compañeros. Un reto que Bustos resuelve con brillantez, el relato avanza con fuerza, nos emocionamos, sentimos la desesperación, perdemos la esperanza y la recuperamos con el empeño y la terca obstinación de un hombre que cree ante todo en la fidelidad.Y como ocurre con las grandes obras, el aspecto gráfico se pone completamente al servicio de la narración. De las estructuras lineales que acompañan a los familiares paisajes urbanos, pasamos a las composiciones rampantes, casi caóticas, que nos adentran en los escenarios hostiles del continente helado. Una elección que es apoyada con un cambio en el trazo, más grueso y visceral, y en la puesta en escena, que elige violentos primeros planos, cambios bruscos de escena e incluso cortantes elipsis.Una obra que confirma la tendencia al alza de optar por el hecho histórico o el relato biográfico dentro del cómic nacional, y que se convierte en una de las mejores creaciones presentadas en el reciente Salón del Cómic de Barcelona.

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