Euskadi

En pie por la libertad

Decí­amos que los resultados de las elecciones del 1 de marzo eran una victoria de la rebelión democrática que estalló tras el cobarde asesinato de Miguel Ángel Blanco. Los resultados de esa victoria empiezan a materializarse. El asesinato del inspector de la policí­a nacional Eduardo Puelles, si bien ha sumado nuevas ví­ctimas, ha puesto de manifiesto también que estamos ante el nacimiento de una nueva época en el Paí­s Vasco, en el que está más cerca la derrota del terrorismo y la conquista de la libertad.

La derrota de Ibarretxe y la constitución de un nuevo gobierno de las fuerzas constitucionalistas, encabezado or Patxi López, se ha convertido, como respuesta al primer zarpazo mortal del terrorismo con el nuevo gobierno, en el catalizador de una nueva rebelión social contra el terrorismo y sus cómplices y quienes desde el poder autonómico lo han venido amparando en los últimos 30 años, como parte de su estrategia.La manifestación de Bilbao tras el asesinato, cobarde como todos los de esta banda de reptiles, de Eduardo Puelles deja constancia de las claves de ese cambio de etapa en Euskadi.La unidad de todos los demócratas, expresada en múltiples signos tales como la condena unánime del parlamento basada en la unidad del eje constitucionalista –PSE-PP más UPyD- que hizo posible el cambio de lehendakari.La recuperación de la línea de firmeza contra el terrorismo y el fin de la impunidad, con el objetivo de su derrota y su deslegitimación social, tal y como ha insistido el lehendakari Patxi López. Por un lado frente a la propia banda terrorista (“ellos nos han enseñado el camino del dolor pero nosotros les señalamos el camino de la cárcel”), pero también frente a sus cómplices sociales que justifican la limpieza étnica e ideológica y, lo que es de una importancia decisiva, en los medios sociales y de comunicación, como puso de manifiesto la televisión pública vasca, la EiTB retransmitiendo, por primera vez en su historia, en directo una manifestación contra ETA.Y la identificación de la lucha contra el terrorismo y el nacionalismo excluyente como una lucha por la libertad. Una batalla fundamental mantenida todos estos años desde la rebelión democrática y, especialmente, desde las páginas del De Verdad. Una lucha por la libertad frente a al miedo y el silencio impuestos por el terrorismo en el conjunto de la sociedad vasca (esa donde la mayoría de los vascos tienen miedo a expresar abiertamente sus ideas políticas) bajo el amparo de un régimen de nazifascismo étnico y excluyente. Y una lucha por la libertad frente a una Euskadi donde los no nacionalistas llevan 30 años sin poder ejercer plenamente sus libertades democráticas.Hay sin embargo un flanco aún no completamente definido en esta lucha contra el terrorismo y la libertad: el del Partido Nacionalista Vasco. Desde varios medios se considera “esencial la incorporación del PNV” a esta lucha sin establecer un principio fundamental: la incorporación del PNV sólo es posible sobre la base de la derrota, también completa, de la línea nazifascista de Ibarrtetxe y Arzallus y el desmantelamiento de los resortes del poder que aún controlan en el régimen que han levantado en los últimos 30 años de gobierno nacionalista. Lo hemos visto en pleno duelo por el asesinato de Puelles. Los “jelkides” del PNV consideran excesiva la firmeza del Lehendakari Ibarretxe y que se de voz a las víctimas contra los verdugos. No puede haber unidad con quienes se llaman “nacionalistas democráticos” si no es sobre la base de que destierren de sus filas y del poder que aún controlan a los nazifascistas, a los Ibarretxe que durante 30 años han dado las consignas políticas a la policía vasca para que no detuvieran a los “chicos de la gasolina” –comandos terroristas- de Arzallus o los camisas pardas de la kaleborroka y, por lo tanto, les permitieran seguir asesinando, amenazando o chantajeando. A quienes necesitaban nueces y no les importaban con qué carga de sangre venían.Es la hora también de colocar ante la vergüenza pública a esa izquierda colaboracionista de Madrazo y EB-IU que han servido durante años de coartada a la línea nazifascista de Ibarretxe, favoreciendo los planes secesionistas y contribuyendo a prolongar el sufrimiento del pueblo vasco.El cambio de gobierno en Euskadi ha abierto un camino para acabar con el miedo y conquistar la libertad. El primer asesinato de ETA contra esta nueva etapa ha hecho saltar una nueva rebelión democrática que, bajo el llamamiento del nuevo lehendakari a que la sociedad vasca “se ponga en pie”, no debe parar hasta “enterrarlos en el mar”.

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