SOPA y PIPA

En la red, la cena son ustedes

En cuestión de horas se han removido las entrañas de la red. El cierre de Megaupload y las iniciativas SOPA y PIPA en el Congreso de EEUU son, además de un ataque a las libertades, los signos externos de una lucha intestina entre los grandes grupos monopolistas norteamericanos por el control de los recursos más preciados.

El Senador demócrata Harry Reid anunció el pasado 20 de enero que cancelaba la votación de la ley Protect Intellectual Property Act, conocida como PIPA, programada para el martes 24 de febrero. Lamar Smith, congresista republicano y principal promotor del otro preocupante proyecto de ley, la Stop Online Piracy Act, conocida como SOPA, ha reconocido que actualmente no existe el consenso necesario para sacar la ley adelante.El pasado 18 de enero estas dos leyes fueron rechazadas por 31 legisladores. Dos días más tarde, 122 políticos se sumaron a la oposición. Asistimos, pues, a la representación política de la dura pugna que sostienen la industria cinematográfica y la comunidad tecnológica de Estados Unidos, la más poderosa del planeta, por otra parte. Pugna que ha encontrado su punto álgido en el cierre de Megaupload. Los argumentosEstas leyes fueron presentadas en la Cámara de Representantes y el Senado respectivamente el pasado otoño y, según sus promotores, tienen como objetivo proteger la propiedad intelectual y su correspondiente industria, trabajos e ingresos, que es necesaria para reforzar la aplicación de las leyes de derechos de autor, en particular contra los sitios web extranjeros. Según la Cámara de Comercio de EE UU, uno de los grandes grupos a favor de la legislación, la piratería cuesta a las empresas norteamericanas más de 130.000 millones de dólares al año, afectando especialmente a la industria del cine, de la que dependen más de dos millones de puestos de trabajo. Los que se oponen a ella, denuncian que supone una intervención demasiado amplia por parte del gobierno en los derechos de los ciudadanos, que llevaría a censurar contenidos digitales y dificultaría la innovación en industrias que tradicionalmente se han beneficiado de la libertad en la red. La aprobación de estas leyes implicaría que las autoridades estadounidenses podrían congelar los ingresos y la publicidad de los sitios web, obligar a las herramientas de búsqueda a hacer desaparecer estas páginas web de sus resultados e incluso solicitar a los proveedores de Internet que bloqueen el acceso a tales dominios. Los opositores argumentan también que es una amenaza para la libertad de expresión: las redes de navegación anónimas se volverían ilegales; toda comunicación podría ser oficialmente espiada para poder determinar si incumple, o no, la ley; y aquellos sitios en los que se incentiva el contenido generado por el usuario se verían imposibilitados para operar porque no es operativo vigilar cada cosa publicada con el miedo de recibir una demanda desproporcionada, pues la ley no distingue entre proveedor o usuario en estos casos. Pese a que se trata de una legislación estadounidense, de aprobarse, tendría efectos en el resto del mundo. La defensa de la libertad Los colectivos y partidos, como Piratas, defensores de las libertades en Internet, han denunciado que “las cantidades de dinero que las industrias culturales afirman haber perdido a causa de Megaupload son irreales y tendenciosas, en base a lo que indican los diferentes estudios realizados en este ámbito por las universidades de la Harvard Business School y London Business School o los gobiernos de Canadá, Holanda y Suiza”.«La eliminación de una parte significativa del conocimiento humano por orden judicial»[…] “En los últimos años han aparecido numerosos estudios que desmienten que una descarga sea una venta perdida. Pero eso no ha impedido que la industria cultural y la de medios de comunicación, controladas en un 70% por 7 multinacionales, hayan promovido la creación de leyes como SOPA, PIPA o Sinde-Wert, mediante la constante presión que ejercen sobre los gobiernos, llegando incluso a redactar algunas de ellas”.El cierre de Megaupload se ha llevado a cabo con la colaboración de diferentes organismos de 4 continentes, lo que demuestra que, con la legislación actual es suficiente para perseguir a “supuestos criminales” de la propiedad intelectual. SOPA y PIPA solo buscan agilizar aún más el proceso.Es evidente que la cantidad de gente y datos que se han visto afectados por este cierre es incalculable e inaceptable, tal y como se ha afirmado en la red “acabamos de presenciar la eliminación indiscriminada de una parte significativa del conocimiento humano por orden judicial”. Más de 60 mil webs, que ya se habían sumado a un “apagón” cibernético contra SOPA y PIPA hasta el 23 de enero, han denunciado el cierre de Megaupload.Los comensalesPero no se trata ésta de una lucha entre defensores de la libertad y neo-conservadores. Ver solo este aspecto de la realidad significa no ver la realidad. De hecho, incluso la Casa Blanca ha manifestado su temor a que la SOPA “pueda vulnerar las garantías jurídicas de las compañías que operan en Internet, así como la libertad de expresión”. El presidente Barack Obama insinuó incluso que podría vetar cualquier medida que “reduzca la libertad de expresión, incremente los riegos a la seguridad cibernética, o socave la red cibernética global”. Y entre las webs que se han sumado a las protestas están Facebook, Twitter, Google… es decir, algunos de los principales buques insignia de los sectores más dinámicos de la oligarquía norteamericana. Asistimos, en realidad, a una lucha encarnizada por el control de uno de los mercados más lucrativos, que proporciona gigantescas cantidades de plusvalías, y que, políticamente, permite acceder a la herramienta más poderosa de control y propaganda individual y colectiva, a escala mundial. El plato principal del menú, somos nosotros, y los comensales, aquellos que pelearán hasta por la última migaja, las grandes corporaciones. Por una parte las de la industria cinematográfica y discográfica, y por otra las de la industria tecnológica. Una pelea intermonopolista que está alcanzando un grado muy elevado de competencia. De momento la sangre ya ha llegado al río. En cuestión de horas, y siguiendo una vieja estrategia conocida, se nos ha presentado al dueño de Megaupload, como un millonario corrupto y estafador. Independientemente de que lo sea o no, hay tres cuestiones a tener en cuenta:Primera. Nadie podría decir que hay algo que diferencia en este sentido al dueño de Megaupload de los altos ejecutivos de la mayoría de grandes corporaciones. Segunda. No debería extrañarnos que algunos de los gigantes de la red que hoy se han colocado del lado de Megaupload, se aprovechen mañana de la situación para pelear por su mercado. Y tercera. Tal y como decíamos antes, lo que está en juego para ellos no es la libertad, batalla que realmente pertenece a la sociedad civil, sino el modelo de negocio que se abre paso. Para unos los beneficios de la red son innumerables, aunque haya que pasar por encima de los derechos de autor, y para otros los derechos son la base sobre la que hacen negocio.

Deja una respuesta