En la peor pendiente posible

«España ha entrado en la peor pendiente posible para salir de la crisis, la de la llamada estanflación, la del estancamiento económico combinado con una renacida inflación por el récord de precios en las gasolineras en las que, por cierto, sigue habiendo un oligopolio que no ha querido romper ni Carrefour. No parece que el Estado petrolero de Abu Dhabi, que se ha hecho con el 100% de Cepsa sin que el Gobierno se despeine -¿se acuerdan de E.ON?-, traiga un plan de abaratar el mercado»

Zaatero se examina con sus últimas reformas y necesita un éxito en la Cumbre para no sufrir otro calvario con la prima de riesgo, ya que en abril vence una montaña de deuda española. Pero el ambiente, de momento, es malo. El ministro italiano de Finanzas, Giulio Tremonti, es de los que ha asegurado a sus socios que él no va a aceptar el pacto de competitividad franco-alemán como condición para que Portugal o España sean salvados. Quiere que se les salve, pero sin exigencias para los demás. Y subraya que la exposición de la banca alemana o francesa a España es mucho mayor que la que tienen los bancos italianos. (EL MUNDO) LA VANGUARDIA.- La Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre del 2011 se conocerá a finales de abril y puede cerrarse con más de cinco millones de parados. Cinco millones. Faltará un mes para la celebración de las elecciones municipales y autonómicas. El calendario gregoriano le amarga la Pascua al Gobierno en el momento más decisivo de la legislatura. La Semana Santa se celebra este año a finales de abril, razón por la cual los miles de contratos laborales de la temporada turística aparecerán reflejados más adelante, en la segunda encuesta del año. Cinco millones de parados en un momento de derrumbe de las expectativas de voto del partido gubernamental. La Iglesia católica suele estar presente en los episodios decisivos. No ha hecho otra cosa durante veinte siglos. PÚBLICO.- En Islandia, isla de 317.000 habitantes, con el Parlamento (Althing) más viejo del mundo (año 930), el pueblo ha decidido no pagar. Todos los bancos islandeses se habían portado muy mal. En particular Landsbanki, cuya filial Icesave, con tasas de interés de hasta el 6%, había atraído en cinco meses 10.000 millones de dólares ingresados por 300.000 británicos y buen número de holandeses, depósitos no cubiertos por el fondo islandés de garantía. Este pueblo de pescadores pronto se vio a merced de los banqueros de negocios, de una banca central y un Gobierno ebrio de éxito financiero. Islandia fue el primer país en sucumbir a la crisis financiera. En pocos días, sus tres bancos principales, Kaupthing, Landsbanki y Glitnir, mordieron el polvo. Economía. El Mundo Dos shocks en una semana y vienen los Idus de marzo Carlos Segovia El récord en la subida de los carburantes mete a la economía española en la pendiente de la estanflación al tiempo que el Euribor inicia una irreversible escalada. Y tras estos dos ‘shocks’ todo puede empeorar, si ZP suspende los próximos 11 y 15-M. Miguel Sebastián concitó la atención del Consejo de Ministros del pasado día 18 como pocos han conseguido en las citas monclovitas de los viernes. Explicó a sus compañeros el plan de actuación en caso de emergencia energética y les sorprendió, por ejemplo, al recalcar que una mera huelga prolongada de trabajadores egipcios, con cierre del Canal de Suez, priva de un plumazo a España del 16% de su suministro de gas, el procedente de Qatar. En cuanto a Libia, dijo que la guerra civil ponía en riesgo el 13% del petróleo que consume España y el 2% del gas. ¡Y sólo había mencionado a dos proveedores! Sebastián ha hecho pruebas de estrés como en los bancos y el resultado es que en petróleo, en el escenario de caos total, la Agencia Internacional de la Energía dispone de 1.600 millones de barriles, equivalentes a medio año de abastecimiento para todos los países occidentales, incluida Spain. Si lo que falla es el gas natural, el ministro de Industria sostiene que hasta en los casos más extremos de penuria, el sistema eléctrico resistiría al 100% gracias a las centrales nucleares, las minas de carbón , las renovables y 8.400 megavatios de infrautilizadas centrales de gas de ciclo combinado funcionando con gasóleo como alternativa. El gran problema es el precio. Con las tensiones de febrero la factura del petróleo de España ha subido en sólo un mes 500 millones de euros; el peor escenario reciente de crisis, el de 1973, terminó con subidas del 300% de la factura. En cuanto al gas, lo peor sería tener que traer todo en barco, lo que elevaría el coste de las importaciones en, al menos, el 50%. Ser tan dependientes de la energía exterior ha hecho que los españoles hayan aportado, por ejemplo, 30.000 millones desde 1995 al régimen de Gadafi, y 7.000 al de Chávez en los 11 años que lleva en el poder en Venezuela. El debate es crucial y con variadas ramificaciones. Por ejemplo, está dando una alegría a Entrecanales y a otros líderes de las cuestionadas energías renovables. Pero cómo estará el Gobierno que la discusión se ha traducido en prohibir circular a más de 110 kilómetros por hora como medida estelar. España ha entrado en la peor pendiente posible para salir de la crisis, la de la llamada estanflación, la del estancamiento económico combinado con una renacida inflación por el récord de precios en las gasolineras en las que, por cierto, sigue habiendo un oligopolio que no ha querido romper ni Carrefour. No parece que el Estado petrolero de Abu Dhabi, que se ha hecho con el 100% de Cepsa sin que el Gobierno se despeine -¿se acuerdan de E.ON?-, traiga un plan de abaratar el mercado. Y hay otro shock para la última economía del G-20 en salir de la recesión: la insinuación del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, de que pueden subir en breve los tipos de interés. En realidad, sólo con sugerirlo, los mercados han puesto el Euribor en casi el 2% en 24 horas. Todo ello en víspera de los Idus de marzo, que correspondían en el calendario romano al 15-M y en el que se produjo el asesinato de Julio César. «Guárdate de los Idus, oh César», le advirtió un ciego en la escalinata del Capitolio, según inmortalizó William Shakespeare. Pero César no se guardó. El día 15, la agencia Moody’s debe zanjar si baja por segunda vez en seis meses el rating de la economía española, lo que encarecería aún más el crédito. Antes, el viernes, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy han convocado a todos los líderes del Eurogrupo para acordar este intercambio: nosotros os protegemos de los mercados con un súper fondo preventivo de rescate y, a cambio, ajustáis vuestro impuesto de sociedades, vuestros salarios o vuestras pensiones a lo que digamos. Zapatero se examina con sus últimas reformas y necesita un éxito en la Cumbre para no sufrir otro calvario con la prima de riesgo, ya que en abril vence una montaña de deuda española. Pero el ambiente, de momento, es malo. El ministro italiano de Finanzas, Giulio Tremonti, es de los que ha asegurado a sus socios que él no va a aceptar el pacto de competitividad franco-alemán como condición para que Portugal o España sean salvados. Quiere que se les salve, pero sin exigencias para los demás. Y subraya que la exposición de la banca alemana o francesa a España es mucho mayor que la que tienen los bancos italianos. Además, el Eurogrupo está dividido entre los países que mantienen con la máxima nota de solvencia Triple A en los mercados, como Alemania, Francia u Holanda, y los demás. Los primeros exigen «garantías permanentes» al resto de que no volverán a cometer «los pecados del pasado» -textual de Merkel- y limitarán por ley su deuda y déficit. En cambio, Grecia e Irlanda, con apoyo de Salgado, reclaman a los Triple A que les abaraten el rescate. El ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager comparte en privado con el alemán Schauble que ZP es muy lento en las reformas y ve dos problemas tan serios que no hacen fiable a España: «la pérdida de competitividad», que la imposibilita volver a tasas de crecimiento por encima de sus socios; y «la tasa de paro juvenil». Es verdad que de Portugal hablan en privado mucho peor. Pero en público, Merkel dijo el pasado jueves, ante el primer ministro portugués, José Socrates, que saluda «el coraje» de sus reformas y que «van en la buena dirección». Es decir, las mismas expresiones que dijo el día 4 en Madrid ante Zapatero. Mala coincidencia. EL MUNDO. 6-3-2011 Opinión. La Vanguardia La culpa es de Dionisio el Exiguo Enric Juliana La Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre del 2011 se conocerá a finales de abril y puede cerrarse con más de cinco millones de parados. Cinco millones. Faltará un mes para la celebración de las elecciones municipales y autonómicas. El calendario gregoriano le amarga la Pascua al Gobierno en el momento más decisivo de la legislatura. La Semana Santa se celebra este año a finales de abril, razón por la cual los miles de contratos laborales de la temporada turística aparecerán reflejados más adelante, en la segunda encuesta del año. Cinco millones de parados en un momento de derrumbe de las expectativas de voto del partido gubernamental. La Iglesia católica suele estar presente en los episodios decisivos. No ha hecho otra cosa durante veinte siglos. Y en ocasiones se presenta con un halo irónico. José Luis Rodríguez Zapatero subvaloró este factor de riesgo desde el principio, como lo menospreció Manuel Azaña el día que proclamó –insensatamente– que España había dejado de ser católica. La culpa es de Dionisio el Exiguo, el monje que en el siglo VI convenció al Papa Juan I de que el sistema de cálculo alejandrino era el más adecuado para fijar la fecha de la Pascua cristiana: el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera boreal, considerando la epacta, la diferencia en días en que el año solar excede al lunar, siempre y cuando no coincida con la Pascua judía. Este año, el Concilio de Nicea y el monje Dionisio (al parecer, era de baja estatura) establecen que la resurrección de Cristo se celebre el 24 de abril. Pascua tardía y un invierno que ha retrasado la temporada de la fresa. Cinco millones de parados un mes antes de las elecciones en las que se va a decidir el desenlace de la legislatura. Calvario socialista. Un mal framing (dícese de la nueva técnica de persuasión política basada en la lucha por los marcos mentales –frames– de los cuales depende el relato dominante de una realidad social cada vez más sometida al caos de la aceleración informativa y la atomización de las audiencias). Cinco millones de parados. Y el súbito encarecimiento del petróleo como consecuencia de la guerra civil en Libia y del aumento de la demanda por la lenta recuperación de la economía en buena parte de planeta. Y el consiguiente aumento de la inflación. Y la posible subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo para atajar ese repunte inflacionista desde la ortodoxia alemana. Y el serio riesgo de intervención de Portugal, cuyos títulos de deuda ya se ofertan por encima del fatídico 7%. Y una nueva amenaza de rebaja de la solvencia de España por parte de la agencia de calificación de riesgos Fitch. Y la vigilancia que no cesa del Directorio Europeo. Y la delicada discusión en marzo del plan franco-alemán para blindar el euro a cambio de una mayor unificación de las políticas económicas; el plan prusiano que Angela Merkel expuso en Madrid y que Zapatero aceptó sin rechistar porque no tenía más remedio. Y las encuestas en las que el PSOE no logra repuntar. Y la cachaza con la que el Partido Popular se siente inmune al desgaste de los casos de corrupción que le atañen, porque la cabeza de la gente está hoy en otra parte. Y la indeterminación de Zapatero –aferrado hasta hace unos días a la esperanza de cerrar el mandato con una leve reactivación–. Y el declive del PSOE en Andalucía, donde algo serio se ha roto en la maquinaria de una hegemonía que llegó a creerse imbatible. Y los nervios de los barones (abominable palabra) que ven el suelo hundirse bajo sus pies. Y los alcaldes a los que la camisa no les llega al cuerpo. Y la desazón del PSC. Y la generación zapaterista que se siente en riesgo de ser barrida de un plumazo y reescrita por la derecha como la generación más inútil de la historia reciente de España, porque la derecha española será implacable cuando retome el mando. Y Carme Chacón, que no quiere ser barrida de un plumazo, que no quiere regresar a Barcelona para dirigir la brega con CiU y que se siente heroína de Stendhal disputándole la sucesión a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y la anarquía que viene del norte de África. Y el nuevo mapa: España, entre la fortaleza germánica y el brasero magrebí. Y la astucia de Rubalcaba puesta a prueba por el cúmulo de circunstancias que acabo de relatar. El vicepresidente es un clásico. Fogueado en la época de Felipe González, domina la política de los tiempos. Se extiende el calendario sobre la mesa y se van organizando los acontecimientos. La perspectiva vuelve a ser mala; fatídica si entramos en estanflación. Aceleremos pues las malas noticias, hablemos de “shock petrolífero”, para después respirar. La emergencia energética ha sido exagerada por el Gobierno para transmitir un mensaje de iniciativa ante la grave adversidad y poder vincular los malos tiempos que vienen a la guerra civil en Libia. En el bar de un polígono industrial, un grupo de trabajadores, votantes del PSOE de toda la vida, ve por televisión a los árabes matándose a tiros por los pozos de petróleo y al Gobierno poniendo pegatinas con el 110 en las señales de velocidad y sugiriendo un alumbrado público de posguerra. Adiós, República Democrática de Facebook. Hola, cruda realidad. Framing. LA VANGUARDIA. 6-3-2011 Opinión. Público El pueblo existe Nicole Thibon El pueblo había desaparecido. Filósofos, políticos, analistas: en Occidente todos concordaban en el aburguesamiento de las clases trabajadoras, aunque sólo fuera por los gloriosos años del Estado del bienestar propio de nuestras sociedades desarrolladas. En cuanto a los países en vías de desarrollo, estaba claro que, sometidos como lo estaban a dictaduras férreas nutridas por Occidente, su estancamiento casi catatónico era la garantía de un orden mundial muy conveniente. Dos acontecimientos quebraron nuestras sólidas convicciones. Primero, el despertar auténtico de tres pueblos árabes que lograron el asombroso resultado de echar a un par de dictadores con sus cómplices, de arrinconar a un tirano loco, de aterrorizar a unos cuantos más y de minar las bases de regímenes corrompidos exigiendo elecciones libres en nombre de la democracia. Un pueblo enfurecido pero no violento, acuciado por la miseria y la sed de libertad, en cuya lucha se fundían las diferencias de clase y de religión. La historia de Túnez, de Egipto y de Libia no ha terminado; pero ha comenzado bien. En la democracia, en cambio, parecía inútil buscar al pueblo y esperar que se expresase: para eso tenía representantes, unos partidos convertidos, según Juan I. Macua, en agencias de colocación, una casta dirigente elegida –es verdad– y pagada en principio para hablar en su nombre. Con eso, la acción democrática parecía reducida al proceso electoral. Toda búsqueda inquieta o sentimental del colectivo que se agrupaba bajo ese nombre terminaba en la noche de los tiempos: 1789, la Comuna de París, Garibaldi, Steinbeck, las grandes huelgas… Y sin embargo, según un sondeo hecho por la revista Philosophie, frente a lo que ya se llama en democracia “la crisis de la representación”, el 66% de los franceses se declara favorable a que ciudadanos “por sorteo”, como en Atenas, compongan comités populares para controlar la acción de los elegidos locales. Y que una ley sea revisada automáticamente si una manifestación de un millón de personas lo pide. Y entonces, pese al casi boicot o desinterés de la información, nos llega una noticia de Islandia: en 2008, en plena crisis financiera, el pueblo, los ciudadanos, bajaron a la calle. Mucho se ha razonado sobre la crisis, así como sobre la actitud desvergonzada de las organizaciones financieras nacionales e internacionales que se hicieron con el mango y con la sartén, como dijo Iñaki Gabilondo, y se llega siempre a la misma constatación: los que han de pagar la nota no son los culpables. Son la gente. En Islandia, isla de 317.000 habitantes, con el Parlamento (Althing) más viejo del mundo (año 930), el pueblo ha decidido no pagar. Todos los bancos islandeses se habían portado muy mal. En particular Landsbanki, cuya filial Icesave, con tasas de interés de hasta el 6%, había atraído en cinco meses 10.000 millones de dólares ingresados por 300.000 británicos y buen número de holandeses, depósitos no cubiertos por el fondo islandés de garantía. Este pueblo de pescadores pronto se vio a merced de los banqueros de negocios, de una banca central y un Gobierno ebrio de éxito financiero. Islandia fue el primer país en sucumbir a la crisis financiera. En pocos días, sus tres bancos principales, Kaupthing, Landsbanki y Glitnir, mordieron el polvo. Cuando tuvo lugar la previsible quiebra de Icesave, Londres y La Haya se a apresuraron a reembolsar a sus ciudadanos, arrojando con ello un tupido velo sobre la nulidad total de sus autoridades de control. Luego, ambos países pasaron la factura a Reykjavik: 4.000 millones de euros (2.700 los británicos y 1.300 los holandeses), a 15 años y un interés del 5,5%. Al principio, el Parlamento islandés nacionalizó los tres bancos, cosa que provocó la huida de sus directivos y, temeroso de ver denegado su acceso a la Unión Europea, promulgó una ley sobre el reembolso. Constatando que la suma exigida significaría el pago de 100 euros mensuales durante ocho años para cada uno de los habitantes de la isla, un vasto movimiento de opinión y manifestaciones obligaron al presidente islandés a rehusar la ratificación de la ley y someterla a un referéndum, cuyo resultado fue una sorpresa: el 93% de los islandeses votaron contra el reembolso. Desde entonces, el problema está en suspenso. Pese a la nueva oferta de reembolso de la deuda con el 3% de interés y pagos aplazados hasta 2046, aceptada esta vez por el primer ministro islandés, Reino Unido y Holanda sólo pueden esperar un rechazo masivo. “Los ciudadanos de Islandia serán llamados a las urnas para votar este nuevo acuerdo con los Gobiernos británico y holandés”, declaró el presidente Olafur Grímsson, que en marzo de 2010 se alegró del rechazo masivo al plan anterior, al que él también se opuso. Este procedimiento debería dar que pensar tanto a los dirigentes como a los expertos en democracia. Al mismo tiempo, los islandeses decidieron cambiar la Constitución. Desde mediados de febrero, 35 ciudadanos electos al margen de todos los partidos trabajan sobre un nuevo texto, basado en la separación de la Iglesia y el Estado, la nacionalización de los recursos naturales y la clara separación entre poderes ejecutivo y legislativo. Deben entregar el texto antes del próximo verano. PÚBLICO. 6-3-2011

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