El Observatorio

En la ciudad china

Las razones por las que China se ha convertido en uno de los focos de atención principales no son ya un secreto para nadie. Su emergencia como gran potencia económica en los últimos veinte años, su creciente papel en el concierto mundial (como fuerza que en cierto modo contrapesa a Estados Unidos), su extraordinaria expansión comencial por todo el planeta (cada dí­a compramos y/o usamos productos made in China, muchos de ellos adquiridos en el bazar del barrio), el enorme eco alcanzado por las Olimpiadas de Pekí­n del verano pasado y, sobre todo, la creencia generalizada de que el papel de China aún va a ser mayor y más determinante en el futuro, alientan por doquier el interés (no sólo de los Estados o de las empresas, también de los pueblos) por conocer la realidad china: su cultura, su sociedad, su arte, su pasado, su presente, los enigmas y misterios de un paí­s milenario que ha recobrado un papel central en el escenario mundial.

La exosición de Bancaja, que permanecerá abierta hasta el próximo 28 de junio, es soberbia e impactante. Y sobre todo sumamente instructiva. A través de fotografías, paneles, maquetas, objetos, vídeos y documentales, se nos ofrecen cientos de puertas abiertas para adentrarnos en la colosal mutación de un imperio de dimensiones colosales.Lo primero que destaca es que no se trata de la clásica y simple exposición "hagiográfica", ese tipo de "exposición-vitrina" donde se muestra sólo lo bello y lo bueno, una selección burocrática de los logros y las conquistas de un país. El material expuesto permite -o al menos así lo parece- un contacto con la realidad, no con el mero discurso oficial.En segundo lugar, la exposición no se centra en ofrecernos una visión "turística" de China: edificios suntuarios, monumentos reconocibles, paisajes maravillosos…. Vemos los lugares, sí, pero sobre todo vemos a la gente, en las fábricas, trabajando, en sus casas, las familias, la mutación social.En tercer lugar, la exposición no se centra en los enclaves más obvios y tradicionales de China, como Pekín y Sanghai, sino que se centra en otras ciudades, como Canton, por ejemplo, lo que permite ampliar la perspectiva que ya todos tenemos sobre el cambio de la fisonomía del país.Y por último, junto a objetos milenarios y elementos básicos de la tradición cultural china (empezando por su lengua escrita, un lenguaje de signos que anticipa todo el grafismo moderno), podemos ver películas y documentales de estos últimos años acerca de los nuevos conflictos que viven las nuevas generaciones de chinos de hoy.El impactante material gráfico nos permite adentrarnos en los últimos restos de la sociedad tradicional, recuperar algunas imágenes desconocidas de la revolución china, de la revolución cultural o de la drástica transformación del país en "la fábrica del mundo", incluyendo imágenes de la precariedad laboral de los años 90, cuando decenas de millones de chinos marcharon del campo a las nuevas zonas industriales, para trabajar doce horas diarias y vivir en barracones.Tampoco faltan imágenes de la impactante realidad de la nueva China, con sus ciudades ultramodernas y sus barrios de rascacielos. En resumen: una exposición instructiva e impactante, que recomiendo a todos. ("En la ciudad china. Miradas sobre las transformaciones de un imperio". Centro Cultural Bancaja. Valencia. Hasta el 28 de junio de 2009).

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