Economía

En juego el futuro de la PAC

La administración de Trump ha impuesto aranceles por valor del 35% a la exportación de la oliva negra de mesa española. Este es un producto que se exporta a EEUU con una gran acogida y que compite con la producida en California. Gravar en ese porcentaje está afectando de forma importante al sector olivarero, que acumula ya una caída de las exportaciones al mercado estadounidense de un 41%.

Tal como señalábamos hace un año, el departamento de Comercio de EE.UU estaba estudiando dichas medidas sobre la base de acusar a España de “competencia desleal” en este producto. Su interés es el de trabar y frenar su exportación, con el objeto de proteger su mercado interno, y para ello imponer los aranceles que finalmente han aplicado. Es evidente que tales decisiones se saltan las normas específicas de la Organización Mundial del Comercio, como la llamada “ley de libre comercio”. Si hablamos de agricultura, nuestros productos (hortofrutícolas, lácteos, cárnicos, o frutos secos, por ejemplo) está sufriendo bajos rendimientos debido a los precios de venta que imponen los mercados foráneos.

También sabemos que esta imposición de Trump es un golpe de fuerza en la nueva línea de la Casablanca por fortalecer la economía yanqui, recabando beneficios de otros países a los que obligan a cumplir sus propias reglas. Este es el sentido de la guerra comercial lanzada (principalmente a China) con la colocación de aranceles en distintos productos a un conjunto amplio de países. En el caso de la oliva negra española veamos cuáles son los criterios adoptados y sus repercusiones.

El arancel del 35 % a la aceituna tiene dos partes. La primera, por un incremento de un 20%, la argumentan como una medida antidumping. Es decir, vender el producto por debajo del valor del coste de producción. Es una justificación que no merece comentario, porque si aplicáramos dicho criterio a sus mercancías habría que sancionarlas en muchos de los casos con aranceles elevados.

El segundo criterio es precisamente el más peligroso e inquietante. La administración de EE.UU establece un arancel del 15% por considerar que la oliva negra es un producto subvencionado a través de las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) que establece la Unión Europea, y por lo tanto es la justificación para subir el 15% sobre la venta de ese producto.

La PAC se inició a finales de los noventa como ayudas a los agricultores por la pérdida de valor de sus productos en relación a la elevación de los distintos costes de producción (gasoil, maquinaria, mano de obra, materias primas …). A partir de 2006, y por cumplir las normativas de la Organización Mundial del Comercio, las ayudas ya no iban al producto cultivado. Se establecieron dos “pilares” de subvenciones: el Pilar I consiste actualmente en el Pago Básico que son ayudas desacopladas (no al producto agrícola) y que se establecen siguiendo unos criterios de apoyo directo al agricultor. Además hay otra parte que se denomina Greening, donde se paga por realizar determinadas prácticas medioambientales y de carácter ecológico. El Pilar II son ayudas dentro de lo que se denomina PDR (Plan de Desarrollo Rural), y van destinadas a determinadas actuaciones medioambientales. Hablamos de potenciar el cultivo ecológico, la lucha contra la erosión, la protección de determinadas especies en peligro de extinción, etc. Son variadas y se han de cumplir determinados requisitos.

En cualquier caso, estas subvenciones van destinadas a proteger en general al sector rural. Los perceptores son pequeños y medianos agricultores además de cooperativas y sociedades agrícolas. No vamos a entrar ahora en la mayor o menor idoneidad y justeza en que la UE distribuye la PAC. Lo que importa aquí es la respuesta de EE.UU. Considera que este conjunto de ayudas (tanto el Pilar I como el II) proporcionan una subvención adicional, directa, al producto de la oliva negra española y para ello establecen el 15% de arancel.

En juego el futuro de la PAC

Lo que está en juego, y es por donde ataca Trump, es el futuro de la PAC. Porque si esto son ayudas directas a la oliva, también pueden argumentar que lo son para cualquier otro producto agrícola (cereal, frutos secos, etc.). Y afecta no solo a España sino al conjunto de la UE, y particularmente Francia. EEUU puede presionar para conseguir eliminar o recortar los presupuestos de la PAC que se están empezando a establecer para el periodo del 2020 al 2025. Detrás de la subida de aranceles Trump ya ha puesto el ojo en estas ayudas para ver qué nuevo zarpazo puede dar a la UE y a España. Las repercusiones para la agricultura en nuestro país, particularmente para los sectores en declive, podrían ser importantes, ahondando con ello en el despoblamiento rural de algunas zonas españolas y el aumento de cultivos en abandono.

Pero la política yanqui no se para solo en la PAC. En el caso de la oliva llevan a considerar como sancionable también los créditos agrícolas que se conceden con intereses subvencionados. Se trata de las ayudas al pago de intereses en créditos que proporciona el ICO (Instituto de Crédito Oficial). Este es un organismo estatal destinado a apoyar proyectos de la pequeña y mediana empresa, tanto agrícolas como de otros sectores, y para ello rebaja los intereses con los que hay que devolver un préstamo al banco. Este punto no tiene la importancia de los anteriores. Pero se puede observar hasta dónde llegan las injerencias de la administración de EEUU en los asuntos internos de un país al que dominan.

La respuesta de España es remitir el problema a través de la UE y a su vez desde Bruselas, que de hecho está preocupada por el futuro de la PAC, va a recurrir ante la Organización Mundial del Comercio la intolerable imposición de aranceles a la oliva negra española. Será necesario hacerlo, pero en definitiva no deja de ser una respuesta muy comedida. Seguramente tendrán que aprender de países, como por ejemplo Turquía, que con mucha menor envergadura, y con el tema de los aranceles se han dispuesto a plantar cara a Trump.

Con respecto al futuro de la PAC, que se está empezando a elaborar, el próximo plan va a ser necesario defenderlo desde los intereses de España. Participan los sindicatos agrícolas y deben implicarse en caso necesario el apoyo con movilizaciones de agricultores y ganaderos. Debemos exigir desde nuestros intereses, y al mismo tiempo evitar los ataques que se van a producir desde EEUU.

One thought on “En juego el futuro de la PAC”

  • EL AMO NECESARIO dice:

    Cuando Fernando VII quiso trazar, invirtiendo Capital estatal, una línea férrea que conectara Jerez y Málaga con toda la cornisa del Levante español, y así estimulara la demanda de vino, abaratara costes de transporte y llegara a la cadena de distribuidores conectando con Europa…, la burguesía caciquil andaluza le dijo «¡NO!». Ya les iba bien estar como estaban e ingresar en concepto de rentas agrarias tanto como de ventas locales. Hablo de una fecha anterior al que al final sería el primer tramo ferroviario español: Barcelona-Mataró.
    A pesar de todo se desarrolló la industria en Málaga antes de que lo hiciera en Cataluña o en el País Vasco, hasta que Franco la descartó en favor de otros polos seleccionados (y conectados estrechamente a los ministros-empresarios catalanes y a la banca franquista catalana). Después vendría el PSOE a fulminar la industria andaluza restante por voluntad burocrática belga, anestesiando la miseria por venir a través de la donación de cuantiosas subvenciones ante las que deberíamos pensar el concepto de «comodidad del esclavo» a la incertidumbre del hombre libre (concepto acuñado por Charles de Secondat, Barón de Montesquieu). ¡Qué bella la vida pagada a cambio de neutralizar la competencia fabril y el potencial económico y de fuerza de trabajo de una región, mientras esa fuerza de trabajo ha dado sangre, sudor y lágrimas a otra región, cuyos oriundo han explotado a los andaluces desde hace 60 años! Todos contentos bajo la ley del Bienestar inmediato…, hasta que los dueños corten el combustible, sabedores de que ya no puede haber riqueza propia que reemplace los mecanismos de subsistencia centralizados en los polos productivos dominantes «occidentales». Sabedores de que son ellos o ellos para toda una masa de millones educados en la improductividad.

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