Pekí­n retira las ayudas a la inversión extranjera en el automóvil

En defensa de la industria nacional

El último dí­a de diciembre del año recién terminado, la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo y el Ministerio de Comercio de China anunciaban que su paí­s «dejará de subvencionar» la inversión extranjera en el sector automovilí­stico para potenciar «el desarrollo de la fabricación de coches nacionales».

Aunque Pekín no ha dado detalles de en qué consistirá la retirada del apoyo a la inversión extranjera, la medida supondrá el fin de toda una serie de beneficios del que hasta ahora disfrutaban las grandes multinacionales automovilísticas para implantarse en China, como los aranceles reducidos a la importación de maquinaria o la política de bajos salarios para sus trabajadores. El anuncio sucede a la medida aplicada días antes de subir entre un 2,5 y un 21% los aranceles de importación de turismos de EEUU, acusándolos de recibir subvenciones no declaradas y práctica de dumping.«Las nuevas medidas afectarán a los grandes monopolios mundiales, como el norteamericano General Motors, el japonés Honda o el alemán Volkswagen», que disponen de plantas de fabricación en China desde hace tiempo. Y se produce sólo unos días después de que el fabricante sueco Saab fuera forzado a declararse en quiebra después de que General Motors lograse bloquear la venta del grupo a empresas chinas.Las marcas extranjeras acaparan el 70% del mercado chino, pero están obligadas asociarse a una compañía local para producir en China, país que hace ahora dos años superaba por primera vez en la historia a EEUU como el mayor mercado automovilístico del mundo. Con una caída en picado del consumo de automóviles en los países occidentales, y una ralentización de su crecimiento en China, las medidas del gobierno se dirigen claramente a potenciar el desarrollo de la industria nacional del automóvil frente a las grandes multinacionales. De la retirada de subvenciones sólo estarán libres los proyectos industriales para la fabricación de vehículos poco contaminantes, una tecnología desea introducir a gran escala entre sus fabricantes nacionales. «Exactamente la política contraria a la que, por ejemplo, llevan practicando los gobiernos españoles (de PSOE o de PP) desde hace décadas. «Si en los años 80 liquidaron toda la industria automovilística nacional, vendiéndola a precio de saldo (o incluso regalándola como en el caso de SEAT, vendida por 1 peseta a Volkswagen), ahora conceden subvenciones multimillonarias, aprueban reformas laborales para despedir más fácil y barato y rebajar salarios o conceden ERE’s que cuestan cientos de millones a la Hacienda pública a fin de proteger sus intereses. Todo el planeta asiste asombrado al vertiginoso ritmo de crecimiento y desarrollo de la economía china en los últimos 20 años. Pero pocos reflexionan sobre el hecho de que es su independencia política, y la capacidad que ello le da para defender y desarrollar una potente industria nacional, la que está en la base de todo ese desarrollo.Mientras aquí, por el contrario, las medidas que nos imponen el FMI y Bruselas –y que tanto Zapatero como Rajoy ejecutan sin rechistar– nos condenan a una recesión de caballo mientras banqueros y multinacionales depredan las arcas públicas y esquilman los salarios de los trabajadores para seguir obteniendo los mismos, o mayores, beneficios que antes.

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