SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

En 2014 el ajuste lo volverá a hacer el ciudadano

LA INESTABILIDAD política que vive Italia tras la salida del Gobierno de los ministros del partido de Silvio Berlusconi se notó ayer negativamente en los mercados de deuda y en la bolsa. La prima de riesgo italiana se disparó en el inicio de la sesión hasta los 300 puntos básicos y arrastró a la española. Al final del día volvió la calma y nuestro diferencial con el bono alemán cerró apenas por encima de los 250 puntos. Fueron sólo unas horas, pero este comportamiento pone de manifiesto que España no podrá dar por superado su problema con los mercados mientras no tenga bajo control la deuda y el déficit. La prima se encuentra ahora en un nivel cómodo, pero no podemos estar a expensas de que elementos externos –esa decisión irresponsable de Berlusconi es un ejemplo–, puedan dar al traste con la planificación económica del país al elevar el coste de la financiación y hacer imposibles los objetivos de déficit y de deuda. Ese riesgo todavía es real en España. Y la mejor demostración es que el presupuesto para 2014 que ayer presentó Montoro al Parlamento prevé que el déficit público se sitúe en el 5,8% del PIB en ese ejercicio –sólo un punto por debajo del registrado en 2012–, y que la deuda escale hasta el 100% del PIB, frente al 92% que marcaba el pasado mes de junio.

El Gobierno vuelve a fundamentar su tibia lucha contra el déficit en el incremento de ingresos por la vía de los impuestos y de las cotizaciones sociales y no mediante un recorte efectivo del gasto público. En otras palabras, las tripas de los terceros Presupuestos Generales del PP confirman la negativa impresión inicial. Van a ser malos para los funcionarios porque van a ver congelados sus salarios por cuarto año consecutivo. Van a ser malos para los pensionistas porque con una subida del 0,25% perderán en torno a un punto de poder adquisitivo. Van a ser malos para los asalariados porque mientras sus empresas les recortan el sueldo, el Gobierno les sube a buena parte de ellos las cotizaciones a la Seguridad Social, además de la sangría que supone la pérdida del empleo: una tasa de paro del 26% como se contempla para 2014, el «año de la recuperación», es el mayor y más nefasto ajuste que que puede darse en una economía. Y van a ser malos para los contribuyentes porque soportarán la mayor presión fiscal de la democracia, especialmente en el caso del IRPF que por tercer año consecutivo estará por encima de lo que decía el programa electoral, no del PP, sino el de Izquierda Unida. Con todo, ese esfuerzo valdrá la pena si tiene resultados visibles en el control del déficit y de la deuda y, sobre todo, en la generación de empleo. Pero las previsiones de las cuentas públicas del próximo año no son para sentirse orgulloso: una reducción de décimas en el déficit –del 6,5% al 5,8%– y en la tasa de desempleo –del 26,6% al 25,9%– y un incremento de la deuda. ¿Para quién van a ser buenos estos Presupuestos? Para el Estado, que podrá volver a gastar un 6% más de lo que ingrese a pesar de que su deuda bordee ya el 100% del PIB. ¿Y quién es el Estado? Pues los políticos que gastan y los ciudadanos que pagamos la fiesta.

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