El mundo que se encuentra Obama

Ellos pierden y los pueblos ganamos

Para muchos, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca ha abierto una «nueva era», donde el «unilateralismo» y las «guerras preventivas» de Bush van a ser sustituidas por el diálogo y una mayor cooperación internacional. ¿Pero qué mundo se encuentra Obama? ¿Cuáles son las tendencias de fondo -más allá de la superficie de los cambios polí­ticos- que están determinando la evolución del mundo? La realidad es que durante la última década -y de forma mucho más acelerada desde el 2004- se está produciendo un extraño fenómeno: los principales paí­ses imperialistas pierden terreno en el PIB mundial, mientras el Tercer Mundo, especialmente los paí­ses emergentes surgidos de su seno, lo ganan.

Y se ha obrado el milagro. Entre los diferentes aíses y áreas del mundo, se ha democratizado el reparto de la riqueza. Los pobres tienen más que hace diez años, y los ricos menos. Estas cuentas, que nos hablan de que es posible transformar el mundo a favor de los pueblos, a pesar del enorme poder que concentran las grandes potencias, quedan disueltas y ocultas por las cuentas de pérdidas multimillonarias de la crisis.Descalabro creciente de las grandes potencias La explosión de la “globalización” a partir de 1999 ha permitido duplicar en la última década el PIB mundial y la capacidad productiva de la humanidad. Pero, al contrario de lo que todos vaticinaban, este brutal desarrollo no ha beneficiado a los grandes centros de poder económicos, políticos y militares. Ha ocurrido exactamente lo contrario. Los grandes perdedores han sido los centros de poder imperialistas, comenzando por la superpotencia norteamericana, y los ganadores de la globalización han sido los países emergentes del Tercer Mundo, encabezados por China. El G-7 –el club más restringido y poderoso de las potencias imperialistas, aquellos que son proclamados como “dueños del planeta”- ha perdido un 12,79% de su peso en el PIB mundial. Y cuanto más poderosos son, más pierden. Alemania, señalada por todos como la “locomotora económica europea”, y hasta hace muy poco primer exportador mundial de mercancías, tiene hoy un 0,87% menos del PIB mundial que hace diez años. Japón, la segunda economía del mundo, ha visto decrecer su peso económico global nada menos que en un 6,06%. Y el país que más porcentaje pierde del PIB mundial en los últimos diez años es… EEUU. La única superpotencia se apodera ahora de un 6,31% menos del PIB mundial que hace diez años. El descalabro de las grandes potencias sigue un ritmo cada vez más acelerado. Entre 1999 y 2004, el G-7 había perdido un 4,01% de su peso en el PIB mundial, pero en los últimos cuatro años ha menguado en un 8,78%. En los primeros seis años de la última década, EEUU había visto decrecer su peso económico global en un 1,80% del PIB mundial, mientras que en el cuatrienio posterior sus pérdidas han ascendido a un 4,51%… ¡un 250% más! Cada décima del PIB supone 601.093 millones de euros. Lo que significa que sólo desde 2004, el descenso en el porcentaje del PIB que supone EEUU le ha supuesto a Washington pérdidas equivalentes al doble del PIB español. Los cinco principales países de la UE parecen haber mantenido su peso en el PIB global (han pasado de un 22,28% en 1999 a un 22,09% en 2008). Pero si entre 1999 y 2004 habían ganado un 1,20%, a partir de 2004 han perdido un 1,39%. Estamos ante un auténtico tsunami global, provocado por la lucha de los países y pueblos del mundo, que está propinando un serio, y creciente, correctivo a las grandes potencias, que contemplan estupefactas como la porción de la riqueza mundial de que se apropian disminuye aceleradamente. Emergencia acelerada del Tercer Mundo En un extremo, en el de los que más pierden, está el G-7, y en el otro, en el de los que más ganan, está el G-5 (la organización de los cuatro gigantes emergentes del Tercer Mundo –China, Brasil, India y México- más Rusia). Si el G-7 ha perdido un 12,79% de su peso en PIB mundial, el G-5 ha ganado un 6,71%. China, que ha pasado a ser la tercera economía del mundo, superando a Alemania, es ahora un 3,06% del PIB mundial más que hace diez años; Brasil un 0,8% más, India un 0,7% más… Y esa progresión de los países emergentes del Tercer Mundo en la jerarquía del PIB mundial se acelera. Entre 1999 y 2004, los países del G-5 acapararon un 1,92% del PIB mundial más. Pero a partir del 2004, ese aumento ha subido hasta un 4,79%. Se ha multiplicado por un 249%. Que los principales países imperialistas pierdan, y los pueblos y países del Tercer Mundo ganen es una tendencia general e imparable a escala global. Dentro de los diez países que más peso relativo pierden están EEUU –el último-, Japón –el penúltimo-, Alemania –el antepenúltimo- y Reino Unido. Para encontrar en esa clasificación a un miembro del G-7, Francia, debemos retroceder hasta el 60º puesto. Mientras que de los diez países que más peso ganan en el PIB mundial, seis pertenecen al Tercer Mundo. Todos los países imperialistas pierden terreno, y todas las áreas del Tercer Mundo –incluida Africa- ganan peso relativo en el PIB. El factor principal que permite el incremento del peso relativo de los países emergentes en el PIB mundial es el grado de independencia política alcanzado. Los países que mayor peso ganan son los que más han avanzado o mantenido la autonomía respecto a los centros de poder hegemonistas. Es el caso de China, Brasil, Irán, Venezuela… No es “el desarrollo de la globalización” lo que ha determinado ese espectacular crecimiento superior a la media, sino la capacidad de impulsar un desarrollo autónomo, que inevitablemente debe enfrentarse a las condiciones que, tanto en el ámbito nacional como internacional, impone EEUU.

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