En la edición de ayer de «Tengo una pregunta para usted», uno de los participantes inquiría a Mariano Rajoy sobre las medidas para impedir que los trabajadores encadenemos durante diez o quince años contratos basura, denunciando que lo que ocurre en España es que «ellos son cada vez más ricos, y nosotros cada vez más pobres». Hoy, el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, ha dado su receta para que ese abismo de clase entre los poseedores del capital y el conjunto de trabajadores se ahonde todavía más. Dos días después de la intervención de CCM, que ha dado el pistoletazo de salida del segundo plan de rescate bancario, Fernández Ordóñez ha considerado «necesario» y «saludable» reestructurar «algunas entidades de mediano y pequeño tamaño», alegando la necesidad de que el número de entidades financieras «se reduzca considerablemente». Advirtiendo de que para este fin debemos «emplear más recursos públicos que en ocasiones anteriores». Y, como contrapartida, el gobernador del Banco de España llama a impulsar una nueva y urgente reforma laboral, restringiendo la negociación colectiva, o reduciendo el coste de despido. Ellos tienen que ser menos para que los más grandes sean cada vez más fuertes. Y nosotros debemos pagarlo, a través de un nuevo y gigantesco trasvase de rentas desde los bolsillos de los trabajadores al capital, en forma de recapitalizaciones con dinero público o endurecimiento de las condiciones laborales.
“Se abre la veda”. Es la frase más reetida en los mentideros financieros tras la intervención de Caja Castilla-La Mancha. “CCM es el Lehman Brothers español, un aviso para navegantes de lo que puede venir”, confirma un analista financiero.Todo el mundo se pregunta hoy: ¿cuál será la próxima caja en quebrar?, ¿cuál la siguiente que el Banco de España intervendrá?El boom inmobiliario permitió a numerosas cajas locales crecer exponencialmente, sobre la base de una hiperconcentración de recursos en la construcción y una agresiva estrategia para exprimir más allá del límite las ganancias del auge del ladrillo.Pero, sin la fortaleza de los gigantes bancarios, el elevado riesgo inmobiliario y el excesivo endeudamiento se han convertido en gangrena cuando ha estallado la crisis.Bastantes de las 45 cajas, muchas más de las que podríamos pensar, se encuentran en una situación crítica. Incluso entidades históricas como Caixa Catalunya acumulan graves problemas.Y, tras dar la puntilla a CCM, Miguel Angel Fernández Ordóñez ha abierto la veda de la cacería afirmando que “si la crisis internacional se prolonga, seguramente será necesario reestructurar algunas entidades medianas y pequeñas”. Un proceso que “debe propiciar la mejora de la solvencia de las entidades, cuyo número se reducirá considerablemente”.Es decir, al amparo de la crisis, se va a imponer un brutal proceso de concentración bancaria, amparado por el gobierno y el Banco de España, cuyos beneficiaros serán los grandes bancos y las supercajas de mayor tamaño, como La Caixa y CajaMadrid. ¿Y quien acabará pagando todo esto?Miguel Angel Fernández Ordóñez lo ha dicho muy claramente: “el Estado debe prepararse para emplear más recursos públicos que en ocasiones anteriores en la reestructuración del sistema”.Para el primer plan de rescate bancario, el gobierno destinó 250.000 millones de euros, una cuarta parte del PIB nacional. Obligándonos a contraer a cada español, para rescatar a la banca, una nueva deuda, que sumar a todas las anteriores, de 15.000 euros por cabeza. ¿Cuánto será necesario esta vez?Mientras mete la mano en nuestro bolsillo para financiar nuevos regalos para la gran banca, el gobernador del Banco de España nos exige que nos volvamos a apretar el cinturón. Afirma que “las cifras del paro serán muy preocupantes si no se flexibiliza, al menos durante la crisis, la aplicación de los convenios colectivos para que empresarios y trabajadores alcance acuerdos temporales que permitan ajustar las condiciones laborales a cambio de mantener los niveles de empleo”.Es decir, congelar sine die todos los derechos laborales para dar carta blanca en la explotación al capital.Y al mismo tiempo, recogiendo las exigencias de la gran patronal, Ordóñez reclama la implantación “de forma excepcional” de un “contrato de crisis” que abarate drásticamente el despido.Tenemos que financiar con nuestro dinero un nuevo plan de rescate para los bancos que han esquilmado nuestros bolsillos a golpe de hipotecas inasumibles, y encima debemos cobrar todavía menos, y trabajar en condiciones más precarias, para que ellos puedan ganar más.¡Basta ya!