El Observatorio

El Virus del Miedo

La «gripe porcina», que desde hace un mes se ha convertido en la estrella indiscutible de los medios de comunicación del planeta entero, pese a provocar menos ví­ctimas que la gripe normal, ha demostrado ya sin embargo la «lógica» con la que funciona el mundo «globalizado» tras el 11-S. No es casual que, en ese contexto, haya sido un escritor mexicano, como Jorge Volpi, el que se haya anticipado a denunciar la lógica diabólica que está llevando a que «una gripe no más mortal que la común esté siendo tratada con la paranoia de la doctrina de Bush».

"La reacción ante la eidemia de gripe A H1N1 -dice Volpi- es la consecuencia extrema de la racionalidad fraguada en el año 2001". Por un lado, ese año se hizo pública la primera secuencia del genoma humano, presentada como la cumbre de la inteligencia humana, de nuestra capacidad de conocer y alterar nuestra propia base biológica, de ser pequeños dioses en cuyas manos está todo el destino del hombre, pero que a la vez alertó de los peligros que nos aguardaba: la manipulación genética, los alimentos transgénicos, nuevas enfermedades y pandemias de origen y consecuencias desconocidas. Por otro lado, pocos meses después, se producía el 11-S: y ni corta ni perezosa, la Administración Bush empleó el nuevo lenguaje biológico para abordar el problema: Al Qaeda y el terrorismo islámico se identificaron rápidamente con una epidemia causada por un virus, el virus del fanatismo encarnado en la figura de Bin Laden. Como tal epidemia, aunque tenía un foco emisor (Afganistán), que fue aplastado militarmente, podía expandirse y manifestarse en cualquier lugar del globo. Células durmientes lo incubaban por doquier y podían infectar a cualquier musulmán en cualquier lugar, lo que justificaba una lucha global y sin fronteras y una actitud implacable. Si es lógico que los médicos "extirpen" sin piedad un foco infeccioso, ¿por qué no aplicar el mismo esquema a la lucha contra el terror, admitiendo la tortura, las prisiones secretas, etc.? Si se está extirpando una "epidemia", había que ser consecuente. El modelo de "inoculación del virus del miedo" ensayado el 11-S se emplea ahora con la gripe porcina, reproduciendo hasta sus formas. Como recuerda Volpi, "La imagen de los prisioneros de Guantánamo, esposados de manos y piernas, con sus monos color naranja y sus mascarillas, no resulta muy diferente de la que muestra a los pasajeros mexicanos retenidos en China a consecuencia del A H1N1: seres desprovistos de derechos, aislados del mundo por su virulencia". Tras el 11-S, concluye, ya es universal la creencia de que "es mejor prevenir las enfermedades que curarlas". El terrorista y el infectado son por otra parte figuras muy similares: ambos llevan el "virus" oculto y ambos son mortalmente peligrosos. Está justificada su marginación, su encierro, su escudriñamiento, su vigilancia. Está justificado el temor, el miedo. Y máxime cuando su peligrosidad es global. Si el foco de la pandemia es México, todos los mexicanos pasan a ser automáticamente sospechosos, peligrosos. El virus del miedo y el del racismo, como hemos visto estos días en Estados Unidos, forman un cóctel letal. "El enemigo, dice Volpi, ha dejado de ser por unos días el árabe de piel oscura y ha pasado a ser el mexicano de piel oscura". Lo primero que se pregunta a cualquier enfermo con fiebre que va a un hospital de cualquier sitio del mundo es si ha tenido contacto con un mexicano. Tras el 11-S, la pregunta es si se tenían relaciones con musulmanes. La lógica que identifica ideas con virus y pueblos o razas con epidemias está insertada ya en el conducta global:y su razón de ser, el motivo por el que se admite, es otro virus que, este sí parace haber afectado ya a todo el planeta: el Virus del Miedo.

Deja una respuesta