No son pocos quienes se sienten crecientemente alarmados ante el cada vez mayor poderío de Alemania sobre Europa, de su intransigencia e inflexibilidad en aplicar políticas de austeridad y saqueo sobre los países del sur, ante su cada vez más indisimulada ambición de convertirse en el poder hegemónico de la UE. Sin embargo, una reciente investigación del periódico alemán de mayor tirada, el Südddeutsche Zeitung, realizada junto a la cadena pública NDR, ha venido a poner las cosas en su sitio.
Bajo la apariencia de su poder omnímodo, Berlín no es más que el dócil sirviente de EEUU, encargado de ejecutar sus órdenes y facilitarle los medios para su espionaje global y sus guerras encubiertas. Un auténtico virrey de Washington en Europa, que sólo puede disfrutar de ese poder a cambio de asegurar y defender los intereses de su amo.Los contundentes datos que ofrece el amplio reportaje dibujan la demoledora realidad de una Alemania ocupada militarmente por las tropas norteamericanas como ningún otro país de Europa, un régimen vasallo intervenido hasta el tuétano por EEUU, un Estado todavía sometido a leyes dictadas y aprobadas por los vencedores yanquis en 1946, tras la derrota nazi. Ocupación militar «Más de 20 años después de acabada la Guerra Fría, 43.000 soldados y 40 bases militares norteamericanas permanecen en Alemania» Posiblemente junto a Inglaterra, Alemania es el mayor cómplice y fiel cooperante en la “masiva violación de la ley internacional”, la guerra sucia y el espionaje que Estados Unidos practica en el mundo. Esta es la devastadora conclusión que publicaba la semana pasada, después de una investigación de meses, el Südddeutsche Zeitung. Más de 20 años después de acabada la Guerra Fría, 43.000 soldados norteamericanos permanecen en 40 bases militares distribuidas por todo el país. Desde las de Ramstein y Stuttgart se dirigen los aviones no tripulados que practican ejecuciones extrajudiciales en Somalia o Yemen en el marco de una “guerra secreta que supone una violación masiva de la ley internacional”. En Stuttgart se localiza la sede del Africom, el estado mayor del Pentágono para operaciones en África que quince países africanos rechazaron acoger en su territorio. Según el periódico muniqués, “Alemania actúa como el cuartel general de la guerra secreta en África, responsable de la muerte de civiles inocentes”. Sin la decisiva aportación alemana, “la maquinaria de la guerra contra el terror no estaría tan bien engrasada”. Sólo en un país, Afganistán, Estados Unidos se gasta tanto en guerra como en Alemania: 3.000 millones de dólares en 2012.Cooperación delictivaEl diario relata cómo en torno a Francfort se concentra el nudo gordiano del espionaje: CIA, NSA, servicios secretos, seguridad interior,… Miles de matemáticos, estadísticos, expertos en teorías de guerra, administradores de información y especialistas de todo tipo llegados de EEUU cada año forman un auténtico “ejército en la sombra” cuyos nuevos actores son “aún más siniestros que los de antes”. Una gente que “ya no se dedica a pinchar teléfonos o a esconder micrófonos en despachos como antes, simplemente se dedican a escucharlo todo”. Compañías privadas subcontratistas “que reciben órdenes secretas para hacer el trabajo sucio: espiar, analizar, secuestrar e incluso torturar” y que ni siquiera están obligadas a registrar a sus empleados ante las autoridades alemanas. “¿Quién puede asombrarse de que nadie los controle si ni siquiera los espías registrados por el gobierno lo son?”, se pregunta escandalizado el periódico.
Compañías que en muchos casos están “implicadas en graves violaciones de derechos humanos”, no tienen problemas en acceder a la información recogida “en los niveles más altos de las autoridades alemanas”«Alemania actúa como el cuartel general de la guerra secreta en África, responsable de la muerte de civiles inocentes» Uno de los brazos de la Seguridad Interior norteamericana, su Secret Service, “se arroga cada vez más el derecho de dictar quién puede embarcar y quién no en un avión en aeropuertos alemanes, a veces hasta detienen ellos mismos a sospechosos”, como han podido comprobar en persona los redactores del periódico en el aeropuerto de Francfort. Sistemáticamente, el gobierno alemán suministra “información a Estados Unidos sobre solicitantes de asilo en Alemania y esa información ha sido utilizada por Estados Unidos para planificar sus ataques con aviones no tripulados”.No, no estamos hablando de una república bananera de Centroamérica, sino de la mismísima Alemania, el gigante económico de Europa, el país que arrogantemente se autootorga la capacidad de dictar lo que deben hacer o no el resto de países de la UE. Y que la realidad revela como un Estado tributario del gran patrón norteamericano, encargado de hacer las labores más sucias de servidumbre en materia de seguridad y espionaje cumpliendo fielmente los mandatos exigidos por el derecho de ocupación de posguerra, aun vigente a efectos prácticos. En su reacción, la embajada norteamericana -que ha calificado de “indignante” el reportaje, asegurando que “daña las relaciones de cooperación en seguridad” de ambos países- no ha sido capaz, sin embargo, de desmentir ni una sola de las informaciones y denuncias concretas que en él aparecen.Tras la aparición del informe, las airadas protestas de la cancillería ante las revelaciones hechas por el ex-contratista de la CIA Edwar Snowden sobre el espionaje practicado por EEUU en Alemania quedan reducidas a su verdadero carácter: una pantomima destinada a ocultar los férreos vínculos de control y vasallaje que atan a Berlín con Washington. Su publicación ayuda a comprender mejor y de forma más cabal las relaciones de poder que existen en Europa. Relaciones en las que la aparente omnipotencia alemana quedan reducidas a su verdadera dimensión de ser y actuar como el virrey cuyo cometido no va más allá de gestionar y asegurar que se imponen los intereses norteamericanos en el viejo continente. A cambio, eso sí, de que el gran patrón revista de dignidad su cargo de mamporrero y le permita disfrutar de sustanciosas compensaciones materiales.