Por un Pacto de Estado por la inmigración

El viaje de Sánchez y “devoluciones en caliente”

La gira del presidente Sánchez por varios países africanos, y sus polémicas declaraciones, justificando las “devoluciones en caliente", pone una vez más de manifiesto que sobre la inmigración, las líneas divisorias con las de la derecha y la ultraderecha son cada vez más difusas

El problema migratorio ha capitalizado gran parte del verano con la llegada masiva de migrantes a Canarias, también a nado a Ceuta, y la necesidad de dar una salida a los menores no acompañados que colapsan las instituciones y centros de acogida.

Y la gira del presidente del gobierno Pedro Sánchez por varios países africanos, Mauritania, Gambia y Senegal y sus polémicas declaraciones sobre la inmigración, justificando las “devoluciones en caliente”, han terminado de colocar el problema en el centro al inicio del nuevo curso político.

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La ruta hacia Canarias se ha convertido en la más transitada de Europa. Las llegadas este 2024 se duplican con respecto a 2023. Entre el 1 de enero y el 15 de agosto, 22.304 migrantes llegaron a las costas canarias, un 126% más que en el mismo periodo de hace un año. A este ritmo de llegada se superará la barrera de 50.000 a fin de año.

Se suman las llegadas de migrantes que intentan llegar a nado a Ceuta, donde más que triplican las llegadas del año anterior.

El problema es especialmente acuciante en el caso de los menores no acompañados. En Canarias se acumulan unos 6.000 menores, niños y jóvenes con apenas 2.000 plazas de acogida, y el gobierno regional empieza a instalar carpas provisionales, la primera en Lanzarote. Los más de 600 menores de Ceuta triplican la capacidad de acogida de la ciudad.

A pesar de la presión en Canarias y Ceuta, con gobiernos apoyados por los populares, PP y Vox rechazaron en julio la reforma de la ley de extranjería pactada entre el gobierno central y el gobierno canario para repartir entre las 17 comunidades a los menores migrantes no acompañados.

Sánchez: es “esencial que aquellos que ingresan de manera irregular sean devueltos a sus países de origen”

Feijóo acusa a Pedro Sánchez de alentar el “efecto llamada” y Miguel Tellado, portavoz parlamentario del PP, pedía reforzar el control de fronteras con la Armada para impedir la salida de cayucos al más puro estilo Vox. Derecha y ultraderecha han convertido la inmigración en una ofensiva de desgaste contra el gobierno de coalición presidido por Sánchez.

Líneas cada vez más difusas

El presidente del gobierno Pedro Sánchez, en su gira por varios países africanos, Mauritania, Gambia y Senegal “para afrontar juntos el desafío migratorio” según su cuenta de X (Twitter), ha defendido la migración “legal y ordenada” porque considera que fomenta la prosperidad y el desarrollo económico y cultural “favoreciendo tanto a las naciones de origen como a las de acogida”.

Y ha aprovechado para exponer su modelo de lo que ha llamado “migración circular”. Un sistema que permita contratar a los trabajadores en sus países de origen para empleos estacionales en España y que, finalizados sus contratos, retornen a su país de origen.

¿Por qué mezclar inmigración y pensiones como ha hecho Sánchez en Senegal? La sostenibilidad de las pensiones es un problema de voluntad política de los gobernantes.

Sánchez hace hincapié en presentar la inmigración como una necesidad. La migración no debe ser vista como un problema “sino como una necesidad que presenta algunos retos”, y sobre todo insiste el presidente: “También es una cuestión de racionalidad” al presentar la contribución de trabajadores migrantes como “esencial para la economía española”, así como para el “sostenimiento de la Seguridad Social y el sistema público de pensiones”.

Pero sobre todo Pedro Sánchez hizo sus declaraciones más explosivas en Dakar (Senegal) al hablar por primera vez abierta y públicamente de la importancia “de las devoluciones de migrantes irregulares”, o “devoluciones en caliente” que desde las filas socialistas se criticaban cuando las hacía el PP y que bajo este gobierno se vienen aplicando con dureza en la frontera de Ceuta y Melilla.

Las líneas que separan las posiciones sobre la migración con las de la derecha y la ultraderecha son cada vez más difusas

Según Sánchez es “esencial” que aquellos que ingresan de manera irregular sean devueltos a sus países de origen y lo justifica “principalmente porque este retorno traslada un mensaje desincentivador, claro y contundente a las mafias y a quienes se ponen en sus manos pero principalmente porque la legislación europea y española obligan a ello”.

Dice Sánchez que “para nosotros la inmigración es una cuestión de principios morales, solidaridad y dignidad”, pero con estas posiciones y los argumentos para justificarlas las líneas que separan las posiciones sobre la migración con las de la derecha y la ultraderecha son cada vez más difusas.

A las mafias se las persigue. Los inmigrantes no son “ilegales” y si llegan se les acoje y ayuda solidariamente. Su situación de irregularidad es porque no tienen vías legales y seguras para salir de los infiernos que les empujan, miseria, guerras, opresión… a buscar, jugándose la vida, un destino mejor en otros países para ellos y sus hijos.

¿Por qué aún tenemos más de medio millón de inmigrantes que viven y/o trabajan en España en situación irregular? ¡Papeles para todos!

Propuestas como la contratación en origen pueden ser válidas. Pero ¿por qué mezclar problemas pendientes de la voluntad política de los partidos y los gobernantes con la inmigración? La responsabilidad de la sostenibilidad de la Seguridad Social o las pensiones no está en la inmigración, el país tiene recursos suficientes, el problema es si quienes gobiernan o legislan desde el Parlamento están dispuestos a redistribuir la riqueza que se genera y que acaparan un puñado de bancos, monopolios y fondos extranjeros.

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Un Pacto de Estado por la inmigración

El problema de la inmigración hay que abordarlo desde los principios de acogida, solidaridad y dignidad de los migrantes, pero es un problema de Estado que hay que resolver de forma unitaria y consensuada.

No es admisible que las dos principales fuerzas políticas del país, PP y PSOE, se dediquen a acusarse mutuamente de “irresponsabilidad” ante el problema. Y mucho menos que la derecha y la ultraderecha lo utilicen como un ariete contra el gobierno y busquen un rédito electoral criminalizando a las personas migrantes.

Los inmigrantes no pueden seguir siendo utilizados como un arma arrojadiza de la política. Hay que sacar el problema de la inmigración de la bronca y el terreno del enfrentamiento político. Porque no basta con regularizar al medio millón que ya vive y trabaja en nuestro país. Hay que llegar a un Pacto de Estado para garantizar que las personas migrantes que vivan, trabajen o lleguen a nuestro país se integren en la comunidad de derechos y deberes sociales, económicos y cívicos sin discriminación por religión, cultura, su origen o el color de su piel.

Es necesario constituir una mesa, una comisión, un lugar de encuentro con presencia de las instituciones, las fuerzas políticas, sindicales y empresariales; Ayuntamientos y Comunidades Autónomas; las ONG y organismos relacionados con el problema, expertos y personalidades…

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