PP: tras la guerra de los espí­as, las tramas de corrupción (2)

El verdadero núcleo de la corrupción

La precipitada dimisión del consejero madrileño de deportes y del gerente del Mercado Puerta de Toledo acerca todaví­a un poco más las llamas de la hoguera en que se consume el PP a la presidenta de la Comunidad de Madrid. La propia Esperanza Aguirre agradeció la dimisión de su consejero, calificándola de acto de generosidad para que «no puedan relacionar la investigación con la actividad de la Comunidad de Madrid». Demasiado tarde para apagar el incendio. Debió de pensarlo antes de contribuir tan apasionadamente a avivar el fuego.

Alentada or los clanes de rufianes y personajes de toda laya que la rodean, excitada por dos grandes medios de comunicación –la COPE, portavoz cavernario de la Conferencia Episcopal, y El Mundo, del que acaso ni sus propios editores sepan a quién representa–, y presumiblemente aconsejada por algunos de esos insondables conciliábulos de los que se nutren los albañales del poder en la capital del Estado, Esperanza Aguirre decidió lanzarse a la lucha por la sucesión de Rajoy antes de tiempo. Aunque hay quien la considera una maestra de la intriga, lo más probable es que acabe devorada por la marea de intrigas desatada por otros. En la reciente guerra de espías, todavía pudo contraatacar con relativo éxito. Puesto que todos se espiaban entre sí, Esperanza Aguirre logró poner sobre la mesa munición de calibre similar al que estaban utilizando contra ella. Consiguiendo así detener la ofensiva rival. Pero la aparición de una trama de corrupción, no sólo ligada al gobierno regional –lo que ya sería suficiente en sí mismo– sino además a los sectores de la antigua dirección de partido más cercanos a su línea política, parece un golpe definitivo a sus ambiciones de liderar al PP. Bastante hará si consigue llegar políticamente viva a las próximas elecciones regionales de 2011. Siete negritos cortaron leña con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron Seis. Pero en este nuevo episodio de la guerra interna del PP también están apareciendo (o desapareciendo, para ser más exactos) otros personajes que aún figurando como pequeños e irrelevantes (que lo son), su dimensión real se la otorga la red de vínculos y conexiones que los enlazan con otros núcleos, estos sí poderosos. Gente como José Ramón Blanco Balín o Ricardo Romero de Tejada, nombres que no dicen nada a la mayoría. Pero que sin embargo han ocupado puestos de tanta relevancia como consejero delegado de Repsol, el primero, y miembro del consejo de Administración de Acciona, de Endesa o de Cajamadrid, el segundo. Lo que emerge tras estos oscuros segundones es en realidad la conexión directa, la relación personal entre los grandes grupos monopolistas y financieros con los partidos mayoritarios destinados a regir la administración del Estado, ya sea central, regional o localmente. Que los Entrecanales, los Albertos (clanes genuinamente patanegra de la oligarquía española y propietarios de dos de las mayores constructoras españolas) o los dueños de Repsol cuenten con una línea directa con los centros nodulares del poder político (Blanco Balín fue consejero de Aznar en La Moncloa y Romero de Tejada todopoderoso secretario general del PP madrileño) es la auténtica trama de “corrupción inherente al sistema” que ayer denunciaba Raúl del Pozo. Y no los escasos cientos de miles de euros, pura calderilla, que los truhanes ahora detenidos se agenciaban en sus pequeñas tramas personales. Seis negritos jugaron con una avispa. A uno de ellos le picó y quedaron Cinco.

Deja una respuesta