SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

El venenoso escándalo de la contabilidad B en España

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Mariano Rajoy, primer ministro de España, llegó al cargo en noviembre de 2011 después de que su conservador Partido Popular barriera con su mayor victoria en las elecciones de la era post-Franco. Pocos políticos europeos se han jactado de poseer un mandato más contundente para hacer el tipo de reformas fiscales, económicas y financieras necesarias para reconstruir la prosperidad de su país y proteger a los miembros eurozona. Veinte meses después, sin embargo, el capital político generado por el triunfo de Rajoy es un recuerdo que se desvanece, gracias a un escándalo de financiación del partido que se pudre por su culpa al no extraer el veneno.Semana a semana, mes a mes, el escándalo está frenando los esfuerzos reformistas de su Gobierno, socavando la democracia española y corroyendo la imagen internacional de España. Es verdad que el presidente tiene poca presión para dimitir, en el sentido de que no ha salido una prueba irrefutable que desmonte su afirmación de que nunca ha recibido pagos ilegales en efectivo de la caja B controlada por Luis Bárcenas. El partido de Rajoy tiene una mayoría parlamentaria cómoda que le sigue siendo, en su mayor parte, fiel. Mientras tanto, la oposición socialista sienten que son demasiado impopulares para beneficiarse de unas elecciones anticipadas.Pero por el bien de España presidencia del Sr. Rajoy tiene que ser mucho más que la supervivencia política personal y denegaciones tardías de actos impropios. Su negativa a darse cuenta de que el creciente escándalo exige una explicación completa está erosionando la confianza pública en su liderazgo. También está drenando el respeto al sistema de partidos políticos establecido después de la muerte de Franco en 1975. Los españoles con toda razón ven inaceptable que sus dirigentes suban los impuestos, recorten el gasto público y dejen que el desempleo aumente a niveles catastróficos mientras desdeñan la necesidad de que los partidos aclaren la recepción y uso de enormes sumas de dinero.Este no es de ninguna manera el primer escándalo de financiamiento del partido en el gobierno en la España posfranquista. El caso Filesa de la década de 1980 llevó a los socialistas a su peor momento, al igual que el caso de malversación de fondos bajo investigación judicial en la región sur de Andalucía. Pero el contexto del escándalo PP es diferente, por lo que es peligroso para el señor Rajoy persistir con sus tácticas dilatorias y confusas. No sólo la economía española y el sistema bancario están en su condición más débil desde el retorno de la democracia a finales de 1970, sino que los españoles tampoco están contentos con ciertos pilares del Estado posfranquista, como la monarquía, el poder judicial y los estatutos de autonomía de 17 regiones de España, que no están funcionando tan eficientemente y de manera más clara por el interés público de lo que deberían.Las tensiones regionales son más agudos en Cataluña, donde el separatismo es fuerte, pero el gobierno central de Madrid se enfrenta a la resistencia a las reformas fiscales y económicas en otras regiones como el País Vasco y las islas Canarias. Las revelaciones sobre la contabilidad B debilitan la legitimidad de Rajoy precisamente en el momento que más la necesita, porque sin confianza y apoyo de la gente, las reformas requeridas para fortalecer la economía española y estabilizar la eurozona quedarán paralizadas.Tal como están las cosas, es Bárcenas el que por medio de un goteo de filtraciones sobre la caja B está dictando las condiciones en que el sistema judicial y los ciudadanos se enteran del escándalo, pero no es un hombre famoso por su sinceridad y está siendo investigado por evasión fiscal, soborno, fraude y otros delitos. La actual secuencia de revelaciones seguidas de desmentidos y estos a su vez de más revelaciones socava la estabilidad política que Rajoy pretende encarnar; es imperativo que el presidente del Gobierno de España se presente en el Parlamento y cuente la verdad de lo que sabe.

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