Cine

El vendedor de biblias de Hollywood

Tanto Penélope Cruz como Kate Winslet agradecieron a «su amigo Harvey» los Oscar recibidos en la pasada ceremonia. No en vano ha sido el principal responsable de la campaña de marketing y la recogida de votos en ambos casos. Weinstein es «el padrino» al que cualquier actriz debe dirigirse si pretende ser reconocida en una industria en la que trabajan miles de personas, pero que es controlada por muy pocos.

Harvey Weinstein, que junto a su hermano Bob fundo la comañía “independiente” Miramax, para después venderla a Disney, controla actualmente la distribución de la mayoría de películas que reciben galardones internacionales a través de The Weinstein Company.Ha sido responsable directo y visible de numerosos actos de “campaña electoral” a favor de las películas “Vicky, Cristina, Barcelona” y “The Reader”; pero también ha sido el encargado de lanzar todas las difamaciones que estaban a su alcance para impedir que “Slumdog Millionaire” le arrebatara ese triunfo. Desde acusaciones de explotación infantil, hasta afirmar que Danny Boyle había infundido el odio en la India.Famoso por sus inhumanas presiones a directores y productores, se conoce que estuvo acosando al gran Sidney Pollack en su lecho de muerte, y aprovecho su funeral para seguir increpando a la viuda de Anthony Minghella, ambos productores de “The Reader”, con los que al parecer tenía “negocios pendientes”. La propia Isabel Coixet admitió al preguntarle por el Oscar a Penélope que “a mi Weinstein me ha jodido”; Coixet dirigió a Cruz en la película “Elegy”, que fue víctima de las artimañas publicitarias del magnate y ha pasado inadvertida para la Academia.Si algo caracteriza la trayectoria de los Weinstein es precisamente ese control total de las estrategias publicitarias, sobre todo entre miembros de la Academia. Para el gran público, Weinstein es uno de los inventores del mito del cine indie, el movimiento que lanzó a las carteleras a Steven Soderbergh, Todd Haynes o Tarantino. Sin embargo la “independencia” de este tipo de cine correspondía precisamente a la primera táctica que Weinstein utilizó para colarse en un mercado que entonces le rechazaba. Sus inversiones en publicitar el cine “independiente” superan actualmente los presupuestos para promocionar superproducciones, e incluyen la contratación masiva de publicistas jubilados, “casualmente” miembros de la Academia con derecho a voto.No nos cansaremos de celebrar cada Oscar que un director, un actor o una actriz española reciban, pero quizá debamos de reflexionar acerca de si es conveniente que el crecimiento internacional del cine español deba depender de los caprichos y las estratagemas de estafadores y manipuladores de la talla de los Weinstein.

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