Islamabad se lanza a por el valle de Swat

El valle entre dos fuegos

El gobierno paquistaní­, cuyo presidente Zardari se reunió ayer, junto con su homólogo afgano Karzai, con Barack Obama, ha decidido hacer sus deberes para con Washington, y lanzarse a la reconquista del Valle del Swat, hasta hace unas semanas el bastión talibán de Pakistán, con el acuerdo tácito de las autoridades de Islamabad. La población -120.000 hasta el momento- escapa de los escenarios del combate ante la crudeza de los bombardeos del ejército, que ataca sin contemplaciones las poblaciones donde «se esconden» los talibanes.

En ausencia de Zardari, recibiendo audiencia en Washington, el rimer ministro paquistaní, Yusuf Raza Gilani.fue muy explícito: “he encargado al ejército que elimine a los militantes terroristas”. El Gobierno, justificó Golani "quiso solucionar el problema de forma pacífica", pero "las nefastas acciones de los combatientes islamistas han obligado a reaccionar al Estado". Y efectivamente, a pesar de que las autoridades locales de la Región de la Frontera Noroccidental (NWFP, en sus siglas inglesas) habían llegado a un acuerdo con las milicias talibán para que depusieran sus armas a cambio de la implantación de la sharia (ley islámica) en la zona. Los talibanes no sólo rompieron el pacto, sino que avanzaron hacia los departamentos anexos, llegando hasta Búner, a menos de 100km de la capital, Islamabad.Pero lo determinante fue la respuesta de los centros de poder norteamericanos, que activaron su propio DEFCON2 ante el devenir de los acontecimientos en Pakistán. Los contactos diplomáticos Washington-Islamabad cambiaron de tono: de preocupado a enojado por la pasividad de las autoridades, rayana en la complicidad. Los hilos se tensaron y la cuantiosa ayuda económica que EEUU ha prometido a Pakistán se puso en tela de juicio. Durante toda la semana anterior Zardari y su ejército se han esmerado por ganar el terreno perdido y convencer a Occidente que su arsenal atómico está a salvo y que Islamabad se esforzará a partir de ahora en hacer morder el polvo a las milicias talibán. Islamabad ha enviado a la zona tres divisiones a la zona en conflicto, 15.000 soldados, que duplicarán las fuerzas sobre el terreno. Tienen órdenes de cerrar todos los accesos a la región donde los extremistas se han hecho fuertes y cortarles las vías de suministro.Pero la ofensiva del ejército paquistaní –un cuerpo creado, moldeado y entrenado para un eventual enfrentamiento con su antagonista hindú- no está equipado ni preparado para la guerra contrainsurgente. Así que hacen lo que saben hacer: utilizar la superior potencia de fuego de artillería contra las posiciones talibán, que se refugian en las poblaciones civiles. La población civil, cogida entre dos fuegos, huye con lo puesto del bombardeo oficial. “Durante la noche hubo un gran enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los talibanes en nuestro barrio, así que ayer cuando levantaron el toque de queda unas horas, cogí a mi familia y nos metimos en la primera camioneta que salió de Mingora”, dice un exhausto padre de familia huído de Mingora, la capital del Swat. No le gustan los talibanes, pero cada minuto que pasa su resentimiento con el gobierno y el ejército es mayor. A esta contradicción se enfrenta Zardari a escala nacional. Para cumplir con las exigencias de Washington, la situación camina rumbo de sobrepasar el ámbito de la escaramuza y alcanzar el nivel de guerra abierta. Y el descontento popular y la ira contra Islamabad crecen día a día en un país donde los partidarios de la ley islámica aumentan su influencia.

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