Los Territorios í‰ticos

El vací­o que llena

jorgeeines@jorgeeines.com

Por segunda vez y mediante virus informático de naturaleza diversa, personas desconocidas han tratado de impedir que este blog siga emitiendo contenidos. Un actor con amplia trayectoria profesional me daba apoyo para que siguiera con esta reflexión, al mismo tiempo que me recordaba que mi postura de oposición al actor televisivo le resultaba personalmente contradictoria. El trabajaba en teatro, cine y televisión y no podía coincidir con algunos de mis argumentos.

Recibo su estimulo y considero este momento como el adecuado para clarificar mi posición en relación a un medio que da trabajo a mucha gente.

No me opongo al medio televisivo como instrumento transmisor de mensajes y contenidos al servicio de un sistema. Asumo esa condición y entiendo que el vértigo de la información televisiva crea un sentimiento. Una especia de culpa y vergüenza.

Lo crea y lo elimina al mismo tiempo.

El tan mentado mercado que parece que todo lo decide, necesita de ese recurso para acampar a sus anchas en el deseo consumista del individuo de nuestra época. Nos ayuda a metabolizar con facilidad la dosis de culpa superficial que instala en cada persona la dura realidad de nuestro tiempo y nos permite concluir en una digestión rápida para poder dormir más tranquilos. Es parte del sistema y no tengo dudas de que por ahora es invencible. Ha surgido y ha crecido alimentándose de los aspectos más miserables y mezquinos del ser humano.

Muy bien. Esto es así y puedo interpretar el paradigma resultante. Lo que no acepto ni acabo de comprender es la facilidad con la que acepta el actor, lo que se le ha impuesto. Sus lugares naturales de expresión, teatro y cine, soportan estoicamente un modelo de desarrollo al servicio de un sistema.

Estoy en desacuerdo con un modelo de crecimiento basado en las apetencias cuantitativas del capital. Incluso en esta etapa crucial de la evolución de la sociedad, el arte del actor no debe someterse a variables que nunca le han pertenecido como esenciales en su existencia.

Quiero postular un modelo de desarrollo basado en la condición técnica del actor. Un saber con que se trabaja (la técnica) y para quien se trabaja (la ética). El actor como eje creador de riqueza artística, no en oposición a la mayor retribución económica posible.

No intento forzar una elección, ni establecer un dilema. Sigue siendo mucho mejor hacer una comedia de situación que trabajar de camarero por las noches. Lo que intento revelar para que sea asumido por cada actor, es una conciencia crítica. Quiero decir, lo que el lenguaje televisivo ha hecho con su trabajo.

La copia de la vida como modelo para vender más y mejor. No estoy negando la opción laboral y profesional. Lo que cuestiono es la incapacidad de asumir una postura crítica y por ende transformadora de sí mismo.

El actor tiene mucho que hacer con lo que la televisión ha hecho de él.

Creo que hoy en día esa es la tarea para instaurar modelos de crecimiento y desarrollo de un arte que debe estar inmerso en la crisis social del individuo de nuestro tiempo.

Deja una respuesta