Golpe de estado en Honduras

El Ultimátum de la OEA

Tras el ultimátum para abandonar el poder que vence mañana, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, anunció que hoy volará a Tegucigalpa para decirle al dictador Roberto Micheletti que su tiempo se acabó. «En las próximas horas llega Insulza, pero él no va a negociar. Por orden de los presidentes de América, él va a informarle a Micheletti que su tiempo se ha terminado y que el mundo entero está condenando el golpe, por lo que deben someterse a la voluntad popular y dejar de sostenerse a través de las armas», señaló ayer el legí­timo mandatario de Honduras, Manuel Zelaya, desde Panamá. Zelaya desmintió así­ los rumores que indicaban que el diplomático chileno acudí­a al paí­s centroamericano para escuchar la versión de los hechos de las autoridades de facto y alertó sobre un retorno a los golpes de Estado en América latina. «Serí­a un retroceso fatí­dico para la región que los ejércitos comiencen a ser utilizados nuevamente por los poderes fácticos para gobernar y que la gente, de ese modo, vuelva a tener miedo de sus fuerzas armadas», advirtió el mandatario.

Según la agenda conocida, Insulza se reunirá en rincipio con las autoridades representantes, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Luego, hará entrega del documento de emplazamiento al gobierno de facto para que restituya al presidente constitucional hondureño, Manuel Zelaya, en menos de 24 horas. Insulza aseveró este jueves en una rueda de prensa desde Georgetown, capital de Guyana, donde asistí­a a la Trigésima Reunión de los jefes de Estado de la Comunidad del Caribe (Caricom), que «no vamos a Honduras para negociar». «Vamos a pedir que se deje de hacer lo que se ha estado haciendo hasta ahora, y a buscar ví­as que permitan el retorno a la normalidad», dijo Insulza, al tiempo que agregó que durante su visita al paí­s conversará con los miembros de la Corte Suprema de Justicia y del Congreso de facto. Más adelante, insistió en garantizar que no está planteada una negociación.Sin embargo, lejos de generar cualquier clase de flexibilización al interior de Honduras, los golpistas, lejos de aminalarse quieren mostrar una posición de fuerza. A primera hora de la mañana, la ofensiva legal contra Zelaya terminó de tomar forma y la fiscalí­a acusó formalmente al mandatario de traición a la patria, abuso de autoridad, usurpación de funciones y delitos contra la forma de gobierno. Bajo un aire optimista de quien se cree todaví­a necesario y protegido por el que para ellos ha sido el «capo di tuto capi» de la región el hegemonismo norteamericano, seguramente como buenos servidores y asalariados, se mantienen en contacto directo y constante con la embajada yanqui. Intentan restarle importancia al repudio y rechazo internacional. «Tenemos la fortaleza y la fe en Dios de que, poco a poco, vamos a ir logrando el objetivo de que el mundo entero reconozca que tení­amos que tomar esta decisión por la legalidad», señaló el hombre de traje y corbata, secundado por un elenco de generales. Convencido de ello, envió ayer a su canciller de facto a Washington, pero la OEA no lo quiso recibir. Insulza habí­a sido muy claro, la organización no reconoce al gobierno de facto y, por lo tanto, no va a negociar con él. Pero si de condenar se trata, la dictadura centroamericana buscó ayer acortar los pasos para detener a los ciudadanos hondureños y, de un plumazo, anunció la suspensión de todas las garantí­as constitucionales. La medida, tomada en momentos en que miles de hondureños desafí­an dí­a a dí­a el estado de sitio y se lanzan a las calles para repudiar al régimen y reclamar la vuelta de Manuel Zelaya, facilitó aún más las cosas para llevar a cabo detenciones arbitrarias, por lo que ante esta eventualidad el jefe de gabinete del gobierno depuesto, Enrique Flores Lanza, pidió y obtuvo asilo en la embajada argentina en ese paí­s.Más de 20 mil personas marcharon por las calles del centro de Tegucigalpa, en defensa de la democracia y por la vuelta del presidente legí­timo. Y, según le contó a» pagina 12″, el dirigente sindical de la Confederación Unitaria de Trabajadores, Israel Salinar, que participó en las manifestaciones, las fuerzas del orden no tardaron en reprimir de acuerdo con las nuevas posibilidades. «Están deteniendo a muchos compañeros aquí­ en la capital. Nos lanzan gases lacrimógenos y nos golpean a bastonazos, hoy hubo más de 70 heridos. Te suben a un camión de la policí­a y te detienen por 24 horas, así­ como así­», afirmó. Pero de acuerdo con Salinar, la situación es aún peor en el interior, desde donde cientos de campesinos e indí­genas intentan a diario llegar a la capital en micros para copar las calles, pero se encuentran con las balas de los militares. «Están disparando a los buses. En general, les ametrallan los neumáticos para dejarlos varados. Todaví­a no tenemos informes de muertes, pero no se sabe, los medios no dicen absolutamente nada», denunció.En las demás ciudades de Honduras las escenas son parecidas, movilizaciones en las calles, controles militares y toque de queda. Más allá de los intentos del régimen de facto de legitimarse, las acciones en su contra desde el frente externo no ceden. Ayer, según anunció Beatriz Valle, vicecanciller del gobierno legí­timo, Micheletti se quedó sin dos de sus portavoces. «El presidente Zelaya destituyó a los embajadores en Washington y en Bruselas. Resulta que estos señores andaban diciendo por ahí­ que en Honduras no hubo ningún golpe», explicó la funcionaria. A su vez, la vecina Costa Rica endureció su postura y anunció que evalúa romper relaciones diplomáticas con Honduras hasta tanto no se restituya en su cargo a Zelaya. «Pinocheletti, andate de Honduras», podí­a leerse ayer en el frontal de la Casa de Gobierno, de donde sacarón los militares a Zelaya y donde atrincherado tras parapetos y lineas de defensa de sus «gorilas» los militares, se esconde nuevo dictador de Honduras y primero del siglo XXI en toda Latinoamérica.

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