SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El turno

El turno de la segunda Restauración se ofició ayer en Madrid por cuarta vez en treinta y tantos años, con más llaneza que afectación. Bien porque ha aprendido las lecciones del pasado, bien porque las circunstancias sociales aconsejan prudencia y contención en el ceremonial, el partido entrante tomó las carteras con una humildad casi franciscana y el saliente las entregó con un suspiro de alivio. Nada que ver con aquel sarao con cantantes y obispos que organizó José Bono en su toma de posesión como ministro de Defensa en el 2004.

Los ministros socialistas se comportaron de manera versallesca, con una significativa excepción que luego referiremos. José Luis Rodríguez Zapatero se ha esmerado en las formas, consciente de que esa es la mejor huella que deja en Madrid. Ha hundido al PSOE, respetando las formas. Sonríe, sonríe, sonríe. «Se ha equivocado, pero es un demócrata», escriben los diarios que le han molido a palos. Zapatero ha firmado estos últimos meses suficientes pólizas de seguros –en Berlín, en Bruselas y en Madrid– para poder marchar tranquilo a León

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