El Observatorio

El Tripartito catalán o la cueva de Alí­ Babá

Sólo en un año -el 2007- el gobierno catalán que preside Montilla -ese señor que acaba de pedir a los catalanes que «trabajen más y cobren menos»- se gastó 32 millones de euros (más de 5.000 millones de las antiguas pesetas) en «informes» y «estudios» encargados a personas y empresas «ajenas a la Generalitat», pero muy, muy cercanas, a los conselllers y a los partidos que integran el Tripartito, en lo que tiene todos los visos de ser un saqueo generalizado de las arcas públicas y un sistema encubierto de financiación ilegal de los partidos. Si Convergencia i Unió convirtió la «comisión» (el famoso 3%) en una forma de recaudación paralela a su exclusivo servicio, el Tripartito parece haber hecho del «informe» la ví­a para engordar sus bolsillos y repartirse el botí­n.

Pese a que la Generalitat de Cataluña cuenta con 140.000 funcionarios fijos, varios cientos de eventuales y más de 200 altos cargos, a lo largo de 2007, en sólo doce meses, sus 15 Consellerias encargaron nada menos que 1.565 informes (unos de “asesoramiento”, otros de “carácter técnico”) a emresas y particulares ajenos a la Administración catalana. La Generalitat pagó por esos informes la friolera de 32 millones de euros. Si esa ha sido la tónica de los 5 años que llevamos de Tripartito (con Maragall y con Montilla), la cifra invertida en informes en apenas un lustro habrá alcanzado la cifra astronómica de 150 millones de euros: ¡veinticinco mil millones de pesetas!Que la mayoría de esos informes no eran otra cosa que pagos encubiertos a personas y empresas afines (afines a los consellers, o afines al partido del conseller de turno),y, por tanto, robos descarados de dinero público, lo pone en evidencia con creces los insólitos temas que abordan dichos “informes”. Así, por ejemplo, el departamento de agricultura encargó y pagó informes sobre el “seguimiento de la almeja brillante” (28.000 euros), el “cultivo de la chufa” (11.965 euros, pese a que la chufa sólo se cultiva en Valencia), o “el murciélago Nana” (2.328 euros); el Departamento de de Sanidad pagó hasta 310.000 euros por un estudio sobre “El efecto de diversas formas de cocinar sobre los contaminantes presentes en los alimentos” y 82.000 por una campaña de prevención de “caídas de pacientes ingresados”; el Institut Catalá de la Dona pagó casi 12.000 euros por “Diez argumentos para el fomento de juguetes no sexistas” (casi a 1.200 euros el argumento); la Conselleria de Acción Social (en manos de ERC) contrató a un colaborador habitual de su partido para que redactara un informe sobre “Evaluación y desarrollo de la organización” (12.000 euros); una empresa de una exparlamentaria de Iniciativa recibió encargos por valor de 175.000 euros. Dos portales de Internet, por los que se pagó hasta 300.000, aún no existen en la red.Además, y para burlar los mínimos controles legales establecidos por la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, los distintos departamentos llevaban a cabo todo tipo de artimañas: unos (como Carod, por ejemplo) la de no superar nunca la cifra de 12.000 (cantidad máxima para una adjudicación directa) a fin de poderlos adjudicar todos a dedo. Otros iban más lejos y troceaban los informes en distintas partes para poder superar aquella cifra manteniendo la designación digital. Más del 70% de los 1.565 informes realizados y pagados en 2007 se realizaron por el método de adjudicación directa.Estamos pues, verdaderamente, ante un auténtico saqueo de las arcas públicas. Si la derecha nacionalista (CiU) se dedicó los veinte largos años de gobierno de Pujol a la extorsión de particulares (las comisiones del 3%, que algunos elevan hasta el 20%), la “izquierda” –conforme a su tradición– ha echado mano de los fondos públicos con similar descaro, avaricia y sistematicidad.Y todo ello el año que Cataluña sufría la peor sucesión de crisis de su historia moderna: desde el hundimiento del Carmel al apagón de Barcelona. Crisis a las que el tripartito respondió demandando enfurecido “más dinero a Madrid”. El dinero que –según ellos– “se les roba”. Con semejante clase política –que ahora, además, reclama sacrificios sin cuento a toda la población– Cataluña podría acabar haciendo realidad la paradoja de que a una siempre mayor financiación le correspondan más crisis, más socavones y más “carmelos”. ¿Adónde va el dinero? Pregúntenles a Alí Babá y los cuarenta ladrones.

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