El Tribunal Superior Electoral de Brasil veta la candidatura de Lula

Ni la cárcel, ni años y años de campañas de difamación han erosionado su popularidad. Si las elecciones del 7 de octubre en Brasil fueran hoy mismo, Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores superarían con creces el 40% de los votos, fulminando a su inmediato perseguidor, el militar ultraderechista Jair Bolsonaro (20% de intención de voto).

Pero el aparato judicial ha decidido perpetuar la farsa jurídica que ha llevado al expresidente a la cárcel, y ha vetado la candidatura de Lula. Sus seguidores no están dispuestos a darse por vencidos y anuncian que darán la batalla hasta el final para que Lula esté en las urnas.

Por cuatro votos contra uno, el Tribunal Superior Electoral de Brasil vetó la candidatura presidencial del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien -si no prosperan los siguientes recursos- no podrá presentarse a los comicios, siendo el candidato del PT el ahora candidato a la vicepresidencia por el exministro de Educación y exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad. De nada han valido para el tribunal los argumentos de la defensa de Lula, en su mayoría apoyados en una cautelar del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que pedía garantías para su participación en las elecciones.

Lula ingresó en prisión el pasado 7 de abril como consecuencia de lo que solo puede ser considerado como un esperpento procesal, tras un juicio escandalosamente fraudulento e irregular dirigido por el juez Sergio Moro. Un proceso lleno de irregularidades y prevaricaciones flagrantes, un ejemplo puro de lo que en el campo el Derecho se conoce como ‘lawfare’: la mala utilización y el abuso de las leyes del procedimiento jurídico con fines políticos.

Junto a los medios de comunicación oligárquicos, Moro y la Fiscalía filtraron informaciones no contrastadas, acusaciones infundadas que no se sostenían, para crear un clima de opinión asfixiante que busca desprestigiar al presidente más popular de la historia de Brasil. La acusación de que Lula aceptó sobornos de la constructora Odebrecht no cuenta con una sola prueba documental, con una sola factura. Tan solo con la palabra de ejecutivos de la constructora ya condenados, que aceptaron declarar contra Lula a cambio de que Moro rebajara sus penas.

A partir de la entrada en prisión, la movilización de la izquierda carioca ha cobrado mucha más fuerza, pero hay demasiado en juego. Hay intereses -de la oligarquía carioca, pero también del dominio hegemonista sobre Brasil- demasiado poderosos en juego para dejar que Lula se presente, y arrase en las urnas, recuperando el Gobierno de Brasil.

Un Gobierno arrebatado por el impeachment golpista contra Dilma Rousseff, que sirvió para que el ultraimpopular Michel Temer usurpara el sillón de Planalto y ejecutara durante dos años todo tipo de políticas draconianas contra las clases populares, y para entregar las riquezas del país a la oligarquía y a los capitales extranjeros, en especial los de Wall Street.

El Partido de los Trabajadores, con su líder en prisión o fuera de ella, no va a dejar de dar la batalla, en las calles o en los tribunales. Ni Lula tampoco. “Solo no seré candidato si me muero, renuncio o soy arrancado por la Justicia Electoral. No pretendo morir, no pienso renunciar y voy a luchar por mi registro hasta el final”, ha dicho en una carta a sus seguidores, que siguen llenando las avenidas al grito de «¡Lula en las urnas ya!»

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