Hamás: terrorismo y herramienta de oscuros intereses geopolíticos

El terrorismo es fascismo. Y siempre sirve a grandes potencias.

El terrorismo y su negra base de principios es siempre fascismo. Y detrás del orígen, o beneficiándose de las acciones, de los grupos terroristas, siempre encontramos centros de poder, clases dominantes o potencias imperialistas. Y Hamás no es ninguna excepción.

Algunos han evitado denunciar el terrorismo de Hamás, identificando sus acciones como «el legítimo derecho del pueblo palestino a luchar y resistirse» a la intolerable opresión israelí.

No. No estamos de acuerdo. En absoluto. El terrorismo es fascismo, siempre. No nace de la lucha de los pueblos. Y siempre sirve -voluntaria o involuntariamente- a oscuros intereses de clases dominantes, a inconfesables estrategias de grandes potencias. Y el caso de Hamás no es ninguna excepción, todo lo contrario.

En una acción sin precedentes, atravesando la fortificada frontera de Gaza por tierra, mar y aire, Hamás perpetró el 7 de octubre el mayor ataque terrorista de la historia de Israel. Masacrando a los asistentes a un festival, penetrando en los kibutz y asesinando a sangre fría a hombres, mujeres, y niños, y secuestrando a otros muchos para usarlos como rehenes. Hasta ahora las víctimas mortales israelíes llegan a las 1.400, la inmensa mayoría civiles. Y el número de secuestrados ronda las 200 personas.

Vaya desde estas páginas la más rotunda condena, sin paliativos, al sangriento terror de Hamás. Su criminal y necio terrorismo, además de segar la vida de más de mil civiles inocentes de Israel, sólo ha servido al gobierno de Netanyahu para escapar de una masiva oposición popular, y para tener la excusa perfecta para desatar sobre Gaza un genocido sin precedentes.

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Israel y EEUU promocionaron el islamismo palestino como alternativa a la OLP

El origen de Hamás… está en Tel Aviv y Washington

El terrorismo es fascismo, siempre, venga de donde venga. No es un fruto natural de la lucha de los pueblos, ni surge de ellos. No sólo por la negra base de principios («el fin justifica los medios») que practican. Los grupos terroristas, por su naturaleza criminal y opaca, son siempre instrumentos -voluntarios o no- de clases dominantes y de grandes potencias, de inconfesables agendas ocultas y planes geopolíticos.

El nacimiento de Hamás en los 80 es promovido por Israel y EEUU como forma de enfrentar y dividir la lucha del pueblo palestino, entonces bajo la dirección de la OLP de Yasser Arafat

Esta afirmación se confirma, de manera exacta, en el caso de Hamás.

El Estado de Israel y los centros de poder hegemonistas estuvieron detrás del nacimiento de Hamás en los años 80, para dividir y enfrentar a la causa palestina, liderada entonces por una Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat alineada con la URSS.

No es ningún secreto. «Si nos fijamos en la historia de Hamás, encontraremos que fue alentada e iniciada por Israel para contrarrestar a Yasser Arafat», llegó a afirmar el congresista norteamericano independiente Ron Paul.

Bajo la dirección de Arafat, en 1987 estalló la Primera Intifada. Entonces Washington y Tel Aviv decidieron aplicar el «divide y vencerás» y la promoción del islamismo político. Siguiendo el mismo patrón que llevó a Washington a apoyar a los islamistas radicales que luchaban en Afganistán contra las tropas de Moscú, dando origen a los talibanes.

No es ningún secreto. El Estado de Israel y los centros de poder hegemonistas estuvieron detrás del nacimiento de Hamás en los años 80

Declaración del congresista norteamericano independiente Ron Paul

“Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamás. Debemos aislar a los palestinos en Gaza de los palestinos en Cisjordania”, declaró Benjamín Netanyahu en una reunión del Likud en marzo de 2019. “La Autoridad Palestina es una carga [para Israel], Hamás es un activo”, dijo en 2015 Bezalel Smotrich, entonces solo un diputado, hoy ministro de Finanzas y líder de uno de los partidos ultras aliados de Netanyahu.

Los sectores más ultrasionistas de Israel -y sus contrapartes halcones en EEUU- están frontalmente en contra de «la solución de los dos Estados», un Estado palestino viable que conviva con el Estado de Israel. Y para ello ha sido crucial mantener desunida Palestina, con Gaza como feudo de Hamás y con la Autoridad Palestina gobernando Cisjordania. Al mismo tiempo, esta derecha sionista lleva azuzando el conflicto palestino y los ataques de Hamás como una potente arma electoral, y del encuadramiento ideológico de su población en el más negro racismo.

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Los atentados de Hamás sirven a varios intereses imperialistas.

Sirviendo a varios diablos al mismo tiempo

Viñeta de Vasco Gargalo (Portugal)

No están teledirigidos. No son títeres, tienen su propia autonomía. Es evidente que en la actualidad Hamás está antagónicamente enfrentada a Israel Pero eso no significa que no pueda ser usados por múltiples potencias -incluidos sus declarados enemigos- al servicio de sus planes.

Israel posee uno de los aparatos de inteligencia más potentes del mundo, que actúa como una sucursal de la CIA. Resulta difícil creer que el Mossad o la inteligencia norteamericana no supieran nada de la operación que Hamás estuvo planeando durante más de un año, para cruzar -por tierra, mar y hasta en parapente- la ultrafortificada frontera de Gaza y llevar a cabo lo que el mismo gobierno de Netanyahu ha denominado como «el 11-S de Israel».

Netanyahu y el resto de su gobierno -el más ultraderechista e hípersionísta de la historia de Israel- han abogado, en público y en privado, por el aplastamiento total de Palestina, por una limpieza étnica que comience por Gaza, un territorio que no controlan.

Pero para llevar adelante esta «solución final» necesitaban de un acontecimiento catastrófico que les permitiera imponer -como en el caso del 11-S- un estado de miedo, un encuadramiento por el terror de una sociedad israelí que se ha manifestado en su contra masivamente el último año. Esto es lo que les ha entregado -en bandeja- el brutal golpe ¿consentido? de Hamás.

Los grupos terroristas, por su naturaleza criminal y opaca, son siempre instrumentos -voluntarios o no- de clases dominantes y de grandes potencias. Y a veces, de varias al mismo tiempo.

Por otra parte EEUU, golpeado por la lucha de los pueblos, ha perdido influencia en la región. Algo que no ha dejado de aprovechar Irán o Rusia para ganar peso en Oriente Medio. Mientras Obama apostó por el pacto nuclear con Irán, la otra línea -la de Trump, a la que Netanyahu está especialmente ligada- apuesta por la confrontación con Teherán, por incendiar Oriente Medio para recuperar terreno.

Tampoco debemos desdeñar la intervención de otras potencias.

Al régimen de los ayatolás -que es el mayor apoyo político y financiero de Hamás-, fuertemente cuestionado por la «revolución del velo» también está interesado en una antagonización del conflicto en Palestina, y en un choque con Israel que le permita encuadrar a su pueblo por el miedo a la agresión occidental.

A Rusia, el estallido de la nueva guerra le viene como anillo al dedo. Supone que un Washington y una OTAN -en los que ya hay voces que piden dejar de gastar tanto en el apoyo a Ucrania, y que Kiev acepte «paz por territorios»- van a tener que centrarse en Israel y Oriente Medio, aliviando la presión en el Este de Europa y la guerra en Ucrania.

Ambos están interesados en la intensificación de la agresión de Israel hacia Palestina, que pone muy tensas las costuras de los «Acuerdos de Abraham» -auspiciados por EEUU- de Israel con Arabia Saudí, Emiratos Árabes (recién incorporados a los BRICS, como también Egipto) o Marruecos.

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