Arquitectura

El teatro romano de Sagunto no se toca

En los casos en que el arte se origina a la sombra de la dirección polí­tica, el resultado es dañino. En los que nace tras la lucha polí­tica, conflictivo. Y cuando el arte es el objeto de la disputa polí­tica, el resultado es destructivo. Buen ejemplo de este último caso ha sido la catastrófica restauración del teatro de romano de Sagunto. Después de que se dictara la demolición de las obras, el TSJCV lo considera imposible y finalmente el Teatro de Sagunto no se toca.

La restauración del teatro or parte de los arquitectos Giorgio Grassi y Manuel Portaceli -desde el 1992 al 1994- fue posteriormente impugnada por parte de un ex-diputado del PP. En el año 2008 dio lugar a una sentencia de demolición dictada por el Tribunal Superior de Justicia. Finalmente el TSJCV considera que es imposible demoler las obras de restauración del Teatro Romano de Sagunto por “imposibilidad legal y material”. El fallo argumenta que el proyecto de restauración aprobado “no sería de contrario a derecho con la normativa actual”. Pese a las diferentes actitudes técnicas respecto a si se realizó reconstrucción o simple consolidación -polémica entre sectores que defienden una visión romántica de las ruinas como objeto de culto y quienes propugnan una intervención arquitectónica actual, respetuosa con los restos y la tipología- lo que se ocultaba era una lucha política entre el PP y PSOE. Y ya sabemos como se las gastan cuando tienen intereses de por medio.

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