Oxfam: Con el dinero del rescate de AIG se puede acabar con el hambre

El subdesarrollo fuente de riqueza para el Imperialismo

La mayorí­a de los programas de Naciones Unidas están dominados por grupos de interés farmacéutico. Y eso incluye el programa de la ONU para el SIDA. Debemos entender que para la industria farmacéutica ha comenzado una batalla sobre su credibilidad. La industria farmacéutica ha convertido la enfermedad en un negocio

La globalización ha ermitido el desarrollo de una nueva forma de poder, la farmacocracia, capaz de decidir qué enfermedades y qué enfermos merecen cura. El 90% del presupuesto dedicado por las farmacéuticas para la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos está destinado a enfermedades que padecen un 10% de la población mundial El caso del sida es un claro ejemplo de la diferencia que se les da a unas enfermedades o a otras según el nivel adquisitivo de quienes la padecen. En sus inicios, fue una enfermedad mortal de la que pocos habían escuchado hablar. Pero cuando comenzó a afectar a personas de los países desarrollados con capacidad de hacerse escuchar, asociarse y reclamar su derecho a la salud, las farmacéuticas desarrollaron medicamentos que convierten al Sida en una enfermedad crónica y no mortal. Aún así, más de cinco millones de personas mueren cada año por el VIH; la mayoría de los enfermos- nueve de cada diez infectados viven en países empobrecidos- no pueden pagarse los tratamientos adecuados. La subida de los precios de los alimentos de 2007 y 2008 puso de relieve una crisis alimentaria global que ya estaba afectando a más de 850 millones de personas. Incluso antes de los disturbios de 2008, alrededor de 16.000 niños estaban muriendo cada día por causas relacionadas con el hambre, uno cada cinco según El aumento de los precios de los alimentos debería beneficiar a millones de personas pobres que viven de la agricultura. Sin embargo, décadas de políticas equivocadas en materia de agricultura, comercio y mercado doméstico por parte de los gobiernos de los países en desarrollo – con frecuencia promovidas por instituciones financieras internacionales y apoyadas por los donantes – lo han impedido. En consecuencia, la crisis afecta tanto a productores como a consumidores, y amenaza con revertir los logros alcanzados en la reducción de la pobreza. . “Los países ricos en hidrocarburos sufren problemas severos de pobreza, desigualdad y corrupción. Mientras tanto, las empresas extractivas que operan en estos mismos países obtienen beneficios desorbitados. La clave para cambiar esta situación está en establecer políticas y contratos más justos, así como garantizar una gestión transparente en el sector de los hidrocarburos” , dice el Informe de Oxfam.Una keniata lo explica más grafica -y trágicamente- ¡"Mira, no tengo zapatos! Pero lo que me matará es el estómago vacío, no ir descalza".

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