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El soberanismo catalán pierde fuerza

El barómetro político de febrero que hoy publica EL PERIÓDICO aporta datos de especial relevancia sobre el ánimo y las expectativas de la sociedad catalana. Dado que la crisis y el deterioro de la calidad de la democracia son los factores sobre los que ha pivotado y pivota el día a día, es destacable que en los últimos meses hayan aumentado los ciudadanos que creen que Catalunya está hoy mejor que hace un año. Pero ese cierto optimismo no se traduce en una mejor opinión sobre los gobernantes, porque tanto CiU como Artur Mas obtienen la peor valoración de toda la legislatura. Y la traducción en las urnas de este desgaste es que hoy CiU tendría el 20% de votos, frente al 30% que logró hace poco más de dos años y el 38% del 2010. Es decir, puede que en cuatro años largos, los del auge del soberanismo que ha impulsado y pilotado el propio Mas, CiU haya acabado perdiendo casi la mitad de sus votantes.

Este pésimo indicador del partido gubernamental explica el segundo dato destacado de la encuesta, que es el descenso de peso del bloque de los grupos soberanistas: la subida de ERC y, sobre todo, de la CUP no lograría compensar las mermas de la coalición de Mas. Por contra, el enorme ascenso de Ciutadans, que multiplicaría por 2,5 sus votos, equilibraría con creces el descenso del PP y otorgaría en conjunto al antisoberanismo militante más diputados. En todo caso, la sensación de que el debate omnipresente en Catalunya estos años está en una fase de reflujo, siquiera provisional, queda avalada por tres datos más de la encuesta. Por un lado, que los no independentistas superan hoy en siete puntos a los independentistas, cuando hace tres meses la diferencia era de menos de un punto. Por otro, que el 51% cree que el proceso se está deshinchando y que solo el 19% piensa que desembocará en la independencia. Y otra cifra a retener: el 60% cree que las llamadas plebiscitarias del 27-S no pueden sustituir un hipotético referéndum posterior.

En todo caso, el Parlament que viene será aún más fragmentado y diverso que el actual, con la segura presencia de Podemos, de quien de nuevo se pronostica la victoria en Catalunya (en votos, pero no en escaños) en las elecciones generales. Ahora mismo, todo indica que el cambio en Catalunya no pasará tanto por el avance hacia la independencia como por otra forma de hacer política.

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