Ciencia

El Sillicon Valley de la tecnologí­a del agua

La desaladora de Ashkelon, a pocos kilómetros de la franja de Gaza, y con unas medidas de seguridad similares a las de una base militar, dan una idea del carácter estratégico de la distribución del agua potable en Oriente Medio. Se trata de un clima árido cuyos recursos para obtener agua consistí­an en la perforación de pozos para el aprovechamiento de las aguas subterráneas, procedentes de su mayorí­a del Mar de Galilea, de aguas dulces.

Pero la sobreexlotación de estos pozos acompañados del clima y la sequía de la zona, han hecho que el Gobierno de Israel se plantee otras alternativas para la obtención de agua, invirtiendo para ello el 5% del PIB. Esto ha propiciado la construcción de la desaladora de Ashkelon, inaugurada en 2005 y hasta ahora la mayor planta desaladora del mundo, y proyectar dos más, la de Hadera, que empezará a funcionar a finales de 2009 y superará a la de Ashkelon, y la de Sorek, cuya construcción se iniciará en septiembre y dejará atrás a las dos anteriores. Entre los movimientos ecologistas contrarios a estos medios de obtención de agua, plantean que la desalación ha de ser el último recurso para la obtención de agua potable, dado que los residuos, denominados salmueras, son vertidos de nuevo al mar y afectan de forma peligrosa a la fauna y la flora marinas, como las praderas de posidonias del Mediterráneo, además de fomentar previamente acciones para la buena gestión del agua. El Ejecutivo israelí ya ha tenido en cuenta estas propuestas. La propia desaladora aprovecha esta salmuera para obtener el 40% de la energía necesaria para su funcionamiento. Por otro lado, Israel está a la cabeza del reciclado de las aguas residuales, con un 75%, que a través de un sistema paralelo a la distribución del agua potable llega a los campos de cultivo, situados en el norte del país, visibles desde cualquier carretera. España, el segundo país del mundo que recicla las aguas residuales de sus ciudades, sólo llega al 15%

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