El Estado de Israel y el imperialismo

El sheriff de Oriente Medio (7)

Fue Eisenhower el primero que denominó a Oriente Medio como «el área de mayor importancia estratégica del Mundo». No se puede entender la existencia del Estado de Israel -ahora que han pasado 60 años desde su creación- de su colocación en el tablero mundial, y de su papel, absolutamente estratégico para el hegemonismo norteamericano, de gendarme de sus intereses en el Medio Oriente.

7. El nuevo orden mundial y el roceso de paz (1991-1995)En 1989 la Guerra Fría, que sólo unos años antes parecía que iba a deparar un enfrentamiento abierto y directo entre las superpotencias, tiene un fin inesperado. La caída del Muro de Berlín es el comienzo de la acelerada implosión – o desmantelamiento controlado- del bloque soviético. La URSS –Rusia- renuncia a su estatus de superpotencia y se retira de la pugna de la hegemonía mundial. EEUU queda como la única superpotencia, como la ganadora de la Guerra Fría.En los años venideros, la década de los 90, un nuevo orden mundial va a asentarse en el mundo unipolar. La llegada –después de Bush padre- de Clinton a la Casa Blanca supone un cambio de línea. EEUU esta exhausto después del sobreesfuerzo bélico y armamentístico –la “guerra de las galaxias”- que ha tenido que desplegar para desfondar a la URSS y necesita centrarse en el plano interno, volver a hacer dinámica su economía. Su condición de única superpotencia sin ningún rival geostratégico que pueda cuestionar su hegemonía global o regional le permiten lanzar una línea de hegemonía consensuada. Washington es la indiscutida primera potencia mundial –el primus inter pares- pero reconociendo a cambio los intereses de las principales potencias mundiales. La línea Clinton –sin renunciar al uso de la fuerza militar- se valdrá principalmente de los instrumentos de dominio políticos, diplomáticos y económicos. En este nuevo marco, la situación de Oriente Medio cambia sustancialmente. Por un lado la OLP palestina se ve libre de la influencia soviética y de la subordinación a su estrategia hegemonista. Por otro lado EEUU e Israel se plantean la posibilidad de llegar a una paz estable con los palestinos. Las necesidades de EEUU de un panorama mundial relativamente estable precisaban de una desactivación –luego se vería que coyuntural- del conflicto palestino-israelíEn 1992, el general Isaac Rabin –destacado en la Guerra de los Seis Dias- sube al poder en julio del 92. A través del tandem de eternos rivales Isaac Rabin-Simón Peres, el hegemonismo norteamericano va a pilotar un complejo proceso de paz que van a dar fruto un año después a los Acuerdos de Oslo, por los que Israel reconoce la autoridad de la OLP (hasta entonces era considerada una organización terrorista) y entrega a la misma la autoridad de un gobierno autónomo con autoridad inicialmente sobre la Franja de Gaza y Jericó, que posteriormente se iría extendiendo a otros territorios de Cisjordania. Se creaba así la Autoridad Nacional Palestina, la ANP, el germen de un futuro Estado Palestino, algo sencillamente impensable en la guerra fría. Se impuso el pragmatismo, y la fórmula de Rabin de «paz por territorios» consigue el difícil acercamiento a los palestinos. Rabin, en consonancia con la línea Clinton, aspiraba a proporcionar a Israel unas fronteras seguras, una normalidad en las relaciones con los países vecinos y una aceptación por la comunidad internacional, a cambio de ceder a los árabes parte de los territorios conquistados en los sucesivos enfrentamientos bélicos. Rabin firmó también la paz con el Rey Hussein de Jordania en octubre de 1994. Sin embargo, tanto los extremistas palestinos, que provocan masacres terroristas en las calles de Tel Aviv como la actividad conspirativa de los sectores más duros de la ultraderecha sionista israelí –opuesta furibundamente a las necesarias concesiones a los palestinos y al levantamiento de las colonias judías- van a crear el terreno para que unos años después, con el ascenso del tándem Bush-Sharon, todos los avances del proceso de paz sean sistemáticamente torpedeados, quedando patente que al cambiar la línea del hegemonismo, cambia también la orientación del Estado de Israel.

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