El regreso de Rosa Dí­ez

Si la escalada que muestra la encuesta continúa, puede que pronto veamos a Rosa Dí­ez al frente del escalafón de los lí­deres españoles, y su partido cerca del tercer lugar nacional camino de ocupar el centro polí­tico que en 1986 logró el CDS de Adolfo Suárez con 19 diputados en difí­ciles condiciones electorales de intencionada marginación mediática y sin los mí­nimos recursos económicos, similares a las que hoy sufre UPyD.

La causa de la consolidación de Rosa Díez y su razonable ascenso uede ser doble. Por un lado -y a pesar de los problemas internos que sufrió en el seno de su partido hace meses y que parecen superados- está su buen hacer en la vida política, aunque sus intervenciones e iniciativas no alcancen toda la notoriedad que se merecen. Por otra parte están los graves problemas en los que andan inmersos los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP EL PAÍS.- La sorprendente decisión de General Motors (GM) de suspender la venta de su filial europea Opel al grupo Magna coloca en posición muy desairada al Gobierno alemán, empeñado en favorecer a Magna después de haber llegado previsiblemente a un acuerdo estratégico beneficioso para las plantas de Opel en Alemania, y al supuesto comprador. Da la impresión de que el Gobierno de Berlín ha negociado con Magna un acuerdo de mayor alcance que GM podría resistirse a firmar. Como, por ejemplo, situar de una vez por todas el centro de gravedad del mercado automovilístico europeo en el este de Europa, con Alemania como receptora de los nuevos modelos de Opel. Figueruelas y el resto de las plantas europeas tienen derecho a dos explicaciones, y quizá la del Gobierno de Merkel sea más interesante. LA VANGUARDIA.- La crisis del PP está mal cerrada, porque está mal planteada en su origen, en su dimensión y en el desenlace intentado con la "operación Santo Job". Vamos a ver: ¿qué ha pasado aquí? Ha pasado que se ha presentado como un conflicto general algo que afectaba sólo a dos regiones: Valencia y Madrid. Valencia, por el embrollo de la Gürtel, y Madrid, por lo de siempre, que es la lucha por el poder. Opinión. Estrella Digital El regreso de Rosa Díez Marcello La última encuesta del CIS sobre líderes e intención de voto ha situado a Rosa Díez como la segunda líder nacional más valorada, con un 4,08 de nota y a tan sólo tres décimas del 4,11 de Zapatero. Y a su partido, UPyD, como cuarto partido nacional, empatado con CiU, con el 3,7 por ciento de intención de voto y con una tendencia al ascenso para acercarse al tercer lugar que ocupa IU, a poca distancia de la formación que lidera la política vasca. Si la escalada que muestra la encuesta continúa, puede que pronto veamos a Rosa Díez al frente del escalafón de los líderes españoles, y su partido cerca del tercer lugar nacional camino de ocupar el centro político que en 1986 logró el CDS de Adolfo Suárez con 19 diputados en difíciles condiciones electorales de intencionada marginación mediática y sin los mínimos recursos económicos, similares a las que hoy sufre UPyD. La causa de la consolidación de Rosa Díez y su razonable ascenso puede ser doble. Por un lado -y a pesar de los problemas internos que sufrió en el seno de su partido hace meses y que parecen superados- está su buen hacer en la vida política, aunque sus intervenciones e iniciativas no alcancen toda la notoriedad que se merecen. Por otra parte están los graves problemas en los que andan inmersos los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP. En primer lugar, por causa de la corrupción -el ‘caso Gürtel’ en el PP y lo de Santa Coloma en el PSOE-, lo que le permitiría a UPyD lanzar ahora una campaña de sus "manos limpias", si tuvieran medios económicos para ello. Es verdad que la corrupción no parece causar estragos entre los votantes de los dos grandes partidos, al menos en lo que al PP se refiere a la vista de su progreso en los sondeos electorales, que lo sitúan 3,3 puntos por encima del PSOE. Pero cuando el mensaje de la corrupción se suma a la vigente crisis de la economía entonces la mezcla se hace explosiva. Y es aquí donde entra el primer problema del Gobierno de Zapatero y del PSOE, porque empieza a ser un clamor la incapacidad del Ejecutivo para hacer frente a la crisis de la economía y del paro. Y ello está causando estragos entre los votantes de la izquierda moderada, de los que sin lugar a dudas hoy se beneficia UPyD. Y por supuesto el PP, donde se esfuerzan en transmitir el mensaje de que la derecha gestiona mejor que la izquierda los tiempos de crisis económica. El drama del PP está en que sube lentamente a lomos de la crisis y del paro, pero no desborda definitivamente al PSOE por causa del grave problema de liderazgo y de cohesión que en estos momentos tiene el Partido Popular. Lo estamos viendo en estos días de manera descarnada, lo que sirve al PSOE para transmitir su propio mensaje de ¿cómo va Rajoy a gobernar España si no es capaz de poner orden en su partido? Vamos a ver cómo acaba la crisis del PP, porque da la impresión de que sólo está a mitad de recorrido y que el regreso de Rato a la vida pública como el candidato a la presidencia de Caja Madrid puede ser sólo la primera etapa de una maquiavélica operación para llevarlo, luego, a la presidencia del PP si, finalmente, acaba estallando una guerra civil en el PP, como la que ensayan Aguirre y Rajoy en Madrid. En caso de que Rato saltara al escenario nacional, apoyado por Aznar y por el núcleo duro del aparato mediático de la derecha que está contra Rajoy, el escenario electoral podría cambiar de una manera radical, porque Rato tiene carisma, autoridad y prestigio para abordar la crisis económica. Y si ello se produce, acabaría por inclinar la balanza electoral a favor del PP a base de reclamar el "voto útil" para arreglar la economía y desalojar de la Moncloa a Zapatero. Y ese discurso del voto útil es el peor enemigo de los pequeños partidos como el de Rosa Díez, a no ser que la diputada sitúe su posición en un terreno ideológico más natural con sus orígenes políticos como debe ser el centro izquierda español. Sobre todo ahora que Zapatero se refugia en la izquierda populista y extrema. Porque, hasta ahora, Rosa Díez ha vivido de los votos más conservadores del PP, dejándose querer por fanáticos propagandistas de la "derecha sin complejos", que llevan años intentando desalojar a Rajoy de la presidencia del PP. Lo que ha llevado a la diputada a jugar con fuego y complicidades extrañas como las de los promotores de la conspiración del 11-M, un libelo infame contrario a la verdad y a las víctimas de esta masacre que lo único que pretende, además de intentar vender cierto periódico, ha sido el amparar las mentiras y los errores sobre tan dramáticos acontecimientos de los primeros responsables del último Gobierno de Aznar. La lucha contra la crisis y el paro, la denuncia de la corrupción y también la reforma democrática, en el dramático y obligado final de la transición en el que estamos inmersos, son los tres puntales sobre los que cabe reconstruir el centro político español con mensajes tan claros como radicales. Y sobre todo intentando unir y aglutinar al mayor número posible de colectivos y de personas de prestigio que hoy día están desencantadas y preocupadas con el tremendo espectáculo de mediocridad e irresponsabilidad que nos ofrecen los dos grandes partidos nacionales, dejando al conjunto de los ciudadanos en una sonora orfandad. No hay sino ver lo que la encuesta del CIS señala sobre la confianza que tienen los españoles en Zapatero y Rajoy. Lo que no puede ser es que en este país nunca pase nada a pesar de todo lo que está pasando. Y no sabemos si Rosa Díez y UPyD son la tercera vía de la esperanza y la regeneración política y social. Ojalá que lo fueran y que no se equivoquen porque, desde luego, ahora si tienen una oportunidad. ESTRELLA DIGITAL. 5-11-2009 Editorial. El País Marcha atrás en Opel La sorprendente decisión de General Motors (GM) de suspender la venta de su filial europea Opel al grupo Magna coloca en posición muy desairada al Gobierno alemán, empeñado en favorecer a Magna después de haber llegado previsiblemente a un acuerdo estratégico beneficioso para las plantas de Opel en Alemania, y al supuesto comprador. Magna se ha embarcado en largas y complejas negociaciones con sindicatos y Gobiernos europeos para garantizarse las ayudas públicas que conviertan en viable la compra de Opel y al final corre el riesgo de quedarse compuesto y sin novia. GM se mantiene en pie gracias a las ayudas públicas de la Administración de Obama, pero, de repente, ha recuperado ánimos empresariales y ahora, como un Lázaro vuelto de la tumba de la bancarrota, declara que Opel es vital para su negocio. Un cambio de opinión tan radical y tan costoso en términos políticos y empresariales exige una explicación convincente. GM argumenta el viraje en que la crisis del automóvil va a durar menos de lo previsto. Las ventas y las cuentas de resultados pueden volver a crecer en 2010. Pero no hay que desechar otros motivos menos coyunturales. Magna y su socio, el banco ruso Sberbank, no tienen las simpatías del Consejo de Administración de GM; y tampoco del Gobierno estadounidense, que nunca ha ocultado su desasosiego por entregar tecnología -comercial, pero tecnología- a Moscú para fabricar coches pequeños. La jugada de GM, arriesgada como todo gambito, es subrogarse los acuerdos de Magna con los Gobiernos y los sindicatos europeos. Con las ayudas públicas pactadas, los cierres de plantas convenidos y los despidos acordados, la firma de Detroit se ve en condiciones de gestionar Opel. Pero, a primera vista, el plan de subrogación le va a resultar muy difícil. El Gobierno alemán ha demostrado su irritación reclamando inmediatamente el crédito de 1.500 millones de euros que había concedido a Opel, y el comité de empresa de la compañía ha convocado huelgas preventivas para denunciar la decisión de GM. Dicen los sindicatos que su proyecto empresarial es menos sólido que el de Magna. Pero el Gobierno alemán y el comité de empresa también deberían explicar una hostilidad tan acusada a General Motors. Los de Detroit conocen bien el negocio, tienen experiencia y dedicación. La empresa auxiliar de coches Magna y el banco Sberbank no acreditan tanto. No sería la primera vez que un grupo de componentes adquiere una empresa automovilística, se autoconcede contratos de larga duración y después se desprende de ella. Da la impresión de que el Gobierno de Berlín ha negociado con Magna un acuerdo de mayor alcance que GM podría resistirse a firmar. Como, por ejemplo, situar de una vez por todas el centro de gravedad del mercado automovilístico europeo en el este de Europa, con Alemania como receptora de los nuevos modelos de Opel. Figueruelas y el resto de las plantas europeas tienen derecho a dos explicaciones, y quizá la del Gobierno de Merkel sea más interesante. EL PAÍS. 5-11-2009 Opinión. La Vanguardia Nunca digas nunca jamás Fernando Ónega La crisis del PP está mal cerrada, porque está mal planteada en su origen, en su dimensión y en el desenlace intentado con la "operación Santo Job". Vamos a ver: ¿qué ha pasado aquí? Ha pasado que se ha presentado como un conflicto general algo que afectaba sólo a dos regiones: Valencia y Madrid. Valencia, por el embrollo de la Gürtel, y Madrid, por lo de siempre, que es la lucha por el poder. Pero no hubo lío en ningún otro sitio y, sin embargo, los propios dirigentes del partido vieron un cataclismo que llevó a Dolores de Cospedal a pedir perdón por el espectáculo y a Mariano Rajoy a su épico y poco profético "no habrá próxima vez". El primer error ha sido, pues, generalizar la guerra y sus efectos, en vez de curar las dos únicas heridas. Con lo cual, me temo que ambas siguen abiertas y sangrando. Sigue abierta la de Valencia, porque Camps ha sido más marrullero que un futbolista bebido, porque sólo se buscó un chivo expiatorio llamado Costa, y porque no se ha pedido ninguna responsabilidad por las salpicaduras de la corrupción. Tampoco se ha previsto: siguen todos en sus puestos, a la espera de que no salga su número en la lotería de la parte secreta del sumario. Eso no es resolver un problema. Y sigue abierta la herida (el frente) de Madrid, porque se quiso limitar a dos hombres, Rato y Cobo, y no se percibió el fondo, que no es otro que el desapego de la presidenta Aguirre a la actual dirección nacional. Ahora se suspende a Cobo de militancia, pero no sabemos si la señora Aguirre presentará su cabeza como un trofeo ganado por su autoridad, o servirá para azuzar tensiones, porque Cobo seguirá en su puesto municipal. En todo caso, el gesto de no acudir al comité es una declaración de autonomía con aires de desafío. Bien calculado: sabía que ese episodio era la primera mancha en la enésima resurrección de Rajoy. No es fácil entender cómo, con los focos tan localizados y con los demás barones y baronesas tranquilos, el PP dejó que se desbordara la marea. Un comportamiento marrullero en Valencia y una suma de confusas ambiciones en Madrid consiguieron poner en peligro la estabilidad del partido, su capacidad para poner orden, la valía de su líder e incluso la posibilidad de la alternancia en el poder. Esto merece entrar en el libro Guinness de los récords. Ahora estamos en el desenlace. Hubo gran cohetería, pero también lenguaje escolar: niños, que sepáis que no habrá próxima vez. Hubo testimonios de adhesión llenos de ternura: "Eres mi ejemplo, eres mi escudo", le decía Camps a Rajoy. Hubo vivas a la unidad, como correspondía al dramatismo del momento. Pero hay también un fondo de miedo: a ver lo que dura esto. Y, sorprendentemente, la clave de la disciplina la aportó Rajoy: el que se mueva no sale en las listas. El palo es lo que mejor se entiende. Para el resto del mensaje, todos tienen asumida una cultura: nunca digas nunca jamás. LA VANGUARDIA. 5-11-2009

Deja una respuesta