í‰xito de la segunda huelga general en Francia

«El pueblo antes que los banqueros»

La huelga general ha sido un éxito, según los sindicatos franceses. Y a juzgar por la respuesta a la defensiva que dado el primer ministro Franí§ois Fillon -tras el que se ha parapetado esta vez el presidente Sarkozy, que aún no ha abierto la boca-, parece que tienen razón. Las centrales sindicales han cifrado en 3 millones de personas los participantes en las más de 200 manifestaciones celebradas ayer en todo el paí­s. La guerra de cifras estaba servida, pero hay un hecho innegable: la participación supero al paro del 29 de enero. El descontento de los franceses crece ante una polí­tica que beneficia a las grandes fortunas del paí­s en detrimento de los trabajadores y las clases medias.

Una imortante representación social recorrió ayer las calles francesas. Trabajadores, sindicalistas, parados, jubilados, que exigían un aumento de sueldos, pensiones y las prestaciones por desempleo. Los estudiantes y profesores se unieron a la marcha para denunciar los recortes en la educación, y los médicos y las enfermeras hicieron lo propio contra los ataques a la sanidad. Los inmigrantes –con papeles y sin ellos- denunciaron la política persecutoria en los banlieus. Y al frente de la manifestación de París, una pancarta muy clara: “El pueblo antes que los banqueros”. El seguimiento de la huelga fue desigual en las distintas capitales y en los distintos sectores, y los sindicatos no lograron paralizar Francia, pero la riada de manifestantes dio la victoria del pulso a los trabajadores. Claro que Fillon –como su jefe Sarkozy, que se escaqueó largándose a una cumbre en Bruselas- intentó no darse por enterado, pero su tono delataba el desgaste de un gobierno al que los trabajadores han obsequiado con dos huelgas generales en dos meses. "Los franceses deben entender que frente a una crisis exterior tan grave, lo importante es la unión de los franceses, no la división. La oposición, que trata de dividir a los franceses, no ayuda al país", dijo Fillon, asegurando que entendía los problemas que atraviesan los franceses, pero afirmando que "la movilización no resolverá los problemas de una crisis mundial". También habló el ministro de Trabajo, Brice Hortefeux, para advertir que las manifestaciones no son la mejor receta para superar la crisis. "No se puede pedir otro plan cuando el plan inicial no se ha puesto en marcha todavía", dijo el ministro, y añadió "entendemos el mensaje, que es un mensaje de inquietud, pero no creo que haya una demanda de cambio". El primer ministro tuvo que defender la política económica del gobierno, en especial el “escudo fiscal” que ha beneficiado a las grandes fortunas del país. Fillon encontró un argumento definitivo para derrotar los argumentos de la izquierda, y comparó la política fiscal del Eliseo… con la de La Moncloa. “En otros países vecinos, como en la España del socialista José Luis Rodríguez Zapatero se ha suprimido el impuesto sobre la fortuna". Sería interesante preguntarse si al gobierno español el halago de su homólogo no le ha sentado… como una soga al cuello.

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