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El problema con la Señora Merkel

Después de que su reunión de dos días terminara el martes, los líderes del Grupo de las 20 principales economías han dicho algunas cosas correctas. Centrándose en la crisis de la deuda de la zona euro –con claridad, la mayor amenaza para la economía mundial– se comprometieron a hacer más para estimular el crecimiento, garantizar la estabilidad financiera y apoyar una mayor unión fiscal europea.La pregunta ahora es si estas palabras se traducirán en una acción eficaz. Si los dos últimos años de la crisis del euro son una guía, la respuesta es probablemente no. A medida que la recesión y la crisis de la banca han envuelto a Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia, la respuesta a la crisis, liderada por Alemania, ha estado dominada por una implacable insistencia en la auto-fracasada austeridad y los planes parciales de rescate.El resultado ha sido una más profunda recesión, inestabilidad social y agitación política en las economías más débiles de Europa y una desconfianza cada vez mayor entre las naciones fuertes y débiles de Europa – precisamente las peores condiciones para una integración de los bancos, los presupuestos y la política europea que es necesaria para la supervivencia a largo plazo del euro.¿Va a ser diferente esta vez?Hay razones de peso para que Alemania modifique su postura. Por un lado, las apuestas son más altas. Tan pronto como las elecciones en Grecia del domingo aliviaron los temores sobre una desordenada salida griega del euro, inmediatamente los costos de endeudamiento se dispararon en España e Italia. Ambos países tienen que vender bonos del gobierno para refinanciar la pesada carga de su deuda, pero los inversores, asustados por la recesión y la inestabilidad financiera, no están por invertir su dinero en esos países. Eso presagia problemas mucho más grandes de los que Europa se ha enfrentado hasta el momento y pone de relieve el fracaso de las políticas para frenar la crisis.En ese contexto, los líderes del mundo tuvieron la oportunidad de presionar a la canciller de Alemania, Angela Merkel, para que proporcione un apoyo más fuerte y unos rescates más flexibles – por ejemplo, permitiendo dar más tiempo a Grecia para cumplir con las extenuantes condiciones de su paquete de rescate o inyectando capital de la zona euro directamente a los bancos de España o buscando de forma más agresiva rebajar las tasas de interés para los prestatarios más vulnerables, incluida la emisión de eurobonos comunes o compras directas de bonos por el Banco Central Europeo.La Sra. Merkel ha rechazado durante mucho tiempo esas medidas. Pero la próxima semana, cuando los líderes de la Unión Europea se reúnan durante la cumbre prevista, las discusiones del G-20 podrían proporcionar una base y la cobertura política para que comience a actuar con mayor resolución.Por otra parte, podría mantener con firmeza su postura actual. Ella ha insistido en varias ocasiones en la austeridad para los países en apuros, incluso cuando ha sido un fracaso demostrable. Y, si bien ha afirmado correctamente que más ayuda en mejores condiciones debe ir acompañada de una mayor unidad europea, la falta de unidad parece ser una excusa para retrasar las medidas necesarias para garantizar que la ayuda adecuada esté disponible en condiciones viables. Bajo las políticas actuales, la zona euro y la economía mundial se han puesto en alto riesgo.En la semana que viene vamos a averiguar si los líderes mundiales en el G-20 han conseguido algo de la Sra. Merkel.

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