Bruce vs U2

El principio de ósmosis

El nuevo disco de The Boss coincide con el 20 aniversario de la edición de The Joshua Tree de U2. Una oportunidad para comprender un principio mágico y contradictorio: el principio de ósmosis. La fuerza vital que atraviesa la piel de la música y ofrece un genio al mundo, no tiene por qué ser coherente.

Bono, The Edge, Larry y AdamThe Joshua Tree convirtió a U2 en uno de los grupos de rock más grandes de la historia de la música. Ahora, 20 años después, el grupo saca una edición remasterizada del álbum que se pone a la venta con temas inéditos y un material documental del que emerge una lectura política del disco.De aquel prodigioso álbum se han vendido 28 millones de copias: “With or without you”, “Where the streets have no name” o “I still haven’t found what I’m looking for”, himnos que marcaron para siempre un universo musical propio y del que han bebido una parte sustancial de los músicos y bandas de las últimas dos décadas. U2 es una de esas bandas de las que se puede decir que cambiaron la música para siempre. Bono explica, en el libro que acompaña la edición especial del disco, que The Joshua Tree iba a llamarse “Las dos Américas”, porque tenía dos partes tan diferenciadas como el norte y el sur. Como buenos irlandeses entendían América como la tierra prometida y así recorrieron EEUU guiados por el espíritu de los autores norteamericanos a los que admiraban, Tennessee Williams, James Baldwin, Allen Ginsberg, Charles Bukowkski y Sam Shepard. Pero Bono también viajó a Centroamérica, y su forma de ver el mundo cambió, y con ella su música, al comprobar «lo peligrosa que podía ser la política exterior de Estados Unidos para los países de alrededor […] vi cómo la misma gente que representaba la libertad para el resto del mundo estaba bombardeando aldeas en El Salvador». Aquella convulsión de principios, aquel choque de trenes ideológico, tuvo su reflejo musical en “The Joshua tree”, disco que se cerraba con “Mothers of the disappeared” (“Las madres de los desaparecidos”), una canción que, según Adam Clayton, el bajista del grupo: «no es sólo una reflexión sobre lo que ocurrió bajo el gobierno militar de Chile, sino también sobre el apoyo que EEUU le dio».El JefeBruce Springsteen es una maquina de producción de piezas demoledoras de rock urbano en las que cada canción es un retazo de las clases populares norteamericanas: el anti-sueño americano. The Boss se alimenta de la parra que entrelaza la Historia de EEUU, la formación de un país basado en la inmigración masiva, el folcklore popular de toda raíz y una profunda tradición democrática en sus clases populares que choca con la voracidad imperialista de su clase dominante. Este es el basamento de su trabajo, lo que permite entender su conexión con el público y la columna vertebral que le sostiene. El disco ´The Ghost of Tom Joad´ – 1995 – basado en el libro ´Las uvas de la ira´ de John Steinbeck es un diáfano ejemplo de la médula de su posición como artista; los desheredados de la crisis del 29 enfrentados a la formación de lo que será la mayor maquinaria estatal del planeta. Definitivamente ´Devils & Dust´ también lo es, dentro del rechazo general que se produjo con el movimiento ´No en nuestro nombre´ contra la Guerra de Irak.«Música honesta en su concepción y revolucionaria en su expresión.»Y ahora llega Wrecking Ball – bola de demolición -, seguramente uno de los acontecimientos musicales más importantes de los últimos años y la confirmación de que Springsteen nunca se acaba. Con Easy Money, Death to my Hometown, This Depression o Jack of All Trades, consigue como pocos llegar a conectar con la médula espinal del mundo en el que vive, cristalizando una rotunda honestidad y devoción por su gente y por su tierra, en una combinación de sonidos que, aunque analizables técnicamente, inexplicables emocionalmente. Nuevas texturas y sonidos que podrían considerarse ajenos a Bruce adoptan una nueva forma en Wrecking Ball. Cada pieza es nueva y auténtica. Como un visionario que nunca deja de postrarse a los pies de sus antepasados. La ósmosisY así funciona para ambos genios musicales. La profunda claridad de su impulso musical y la limpia mirada con la que componen les atraviesa la piel sembrando todo lo que tocan de un sonido inconfundible, un universo musical propio y nuevo cada vez, y un mensaje demoledor de liberación. Como decía Bono en un concierto con Bruce, “liberación política, sexual y espiritual”. Y todo pese a que políticamente den patinazos de sonada magnitud. Por una parte tenemos a El Jefe apoyando la candidatura de Obama y teniendo, posteriormente que enfrentarse a él, y así se entiende en cada una de las canciones de su último disco, por principios. Aunque Springsteen haya mantenido su independencia con un profundo recelo, y sus fans le hayan disculpado el patinazo de la campaña de Obama. Primero por la apisonadora que habían supuesto ocho años de Bush, pero también por las esperanzas, diseñadas y planificadas, que despertó la posibilidad de que un negro accediese a la Casa Blanca. Y por otra a Bono, convirtiéndose en multitud de ocasiones en la imagen “amable” del Imperio, actuando desde una supuesta “equidistancia humanitaria” para colocar a víctimas y verdugos al mismo nivel. Una de sus actuaciones más denunciadas fue la gira por Sudáfrica en la que participó con el Secretario del Tesoro de EEUU. En los hechos se convirtió en una activo en la campaña de acoso y derribo del presidente sudafricano que había declarado la guerra a las farmacéuticas norteamericanas que utilizaban en África medicamentos contra el Sida prohibidos en EEUU. Este fenómeno es algo así como las profundas contradicciones que recorren la carrera del director Clean Eastwood, que al mismo tiempo que ha apoyado históricamente al Partido Republicano, es capaz de producir películas de un contenido tan honesto, cortante, y a veces revolucionario, como la última J. Edgar. Cuando U2 entraron en The Hall of Fame, Bruce Springsteen leyó un discurso de bienvenida que será recordado por mucho tiempo. Un homenaje poético de 12 minutos que puso al público en pie y que sintetizaba, al mismo tiempo, la esencia de dos de las bestias imprescindibles de la música. Que patinen muchas veces, mientras sigan produciendo música honesta en su concepción y revolucionaria en su expresión.Discurso de Bruce Springsteen14 de Marzo del 2005 – The Hall of Fame

Uno, dos, tres, catorce. Que se traduce como “one, two, three, fourteen” (así es como empieza Bono la canción One). Esas son la correctas matemáticas para una banda de rock and roll. En el arte, en el amor y en el rock and roll, el total es mucho más que la suma de sus partes… o todavía estaríamos sólo frotando dos palos en busca de fuego. Un gran grupo de rock busca el mismo tipo de combustible que alimentó la fuerza de expansión del universo después del big bang. Quieres que la tierra se sacuda y escupa fuego. Quieres dividir el cielo en partes y verterlo por Dios.Es vergonzoso querer tanto, y esperar tanto de la música, con excepción de lo que a veces ocurre: The Sun Sessions, Highway 61, Sgt. Peppers’s Band, Robert Johnson, Exile on Main Street, Born to Run – whoops, quise dejar esta fuera (risas) – Sex Pistols, Aretha Franklin, The Clash, James Brown…el orgullo y los enemigos públicos necesitan una nación de millones que contener. Esta es la música para asumir, no sólo el poder, sino, un buen día, también el universo y a Dios mismo, si esta escuchando. Es la responsabilidad del hombre, y U2 pertenece a esta lista.

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