El precio del becario

Son los becarios. En España hay 1,4 millones de jóvenes que no se forman en las empresas, sino que desarrollan las funciones de un trabajador, a veces sin supervisión. Ante esta situación, el Gobierno se ha comprometido a crear una nueva regulación y a crear por primera vez un Estatuto del Becario.

Traer cafés. Hacer fotocopias. Tramitar multas de tráfico. Trabajar 14 horas diarias en proyectos de investigación sin ningún tipo de remuneración. Son algunas de las tareas que realizan en su día a día jóvenes con alta formación, los llamados “becarios”, que realizan las prácticas universitarias o de grados medios y superiores o al finalizar sus estudios como “proceso puente” (de final incierto) a un empleo.

«Cuando estuve de becaria en un despacho de abogados en Valencia, la secretaria me mandaba mensajes por Skype para que fuera a por su almuerzo a la panadería. Además, me pedía que bajara la basura cada dos por tres. Por supuesto, no accedí a ninguna de estas dos cosas», es una de las anécdotas que se pueden encontrar en internet, en el artículo “Historias de precariedad para inspirar el Estatuto del Becario que ha anunciado el Gobierno” publicado por el País.

Esto no es ningún secreto para nadie; no solo las redes sociales de internet rebosan de anécdotas como esta, también los centros de estudio y los propios estudiantes conocen la situación, que ha abierto cantidad de reivindicaciones en denuncia a la degradación y vapuleo que sufren.

En febrero de este año, CC.OO. denunció que en España existen 1,4 millones de jóvenes trabajando en prácticas no laborales sin percibir remuneración ni cotizar a la Seguridad Social, que no se forman en las empresas, sino que desarrollan las funciones de un trabajador, a veces sin supervisión. De todos ellos, solo 70.000 estaban dados de alta, según la Tesorería General de la Seguridad Social. Un total de 193.000 personas trabajan con este tipo de prácticas. Y lo hacen, normalmente, en condiciones precarias. Según datos de 2017 de la OCDE, solo el 29% de esos becarios recibió una remuneración suficiente para vivir.

Las nuevas propuestas del Gobierno

Ante esta situación, Pedro Sánchez ha anunciado en el Congreso de los Diputados que se creará el Estatuto del Becario. Refiriéndose a los jóvenes como «la huella de esta década perdida ha dejado una profunda cicatriz en una generación enfrentada a un muro invisible de frustración».

En los próximos meses el Gobierno pondrá en marcha un plan de choque para los jóvenes, en el que se revisará y promoverán los contratos de relevo y prácticas; se pondrán en pie nuevos instrumentos de políticas activas de empleo para los jóvenes; se desarrollará una nueva regulación de las prácticas no laborales y los programas de becarios, y se eliminarán las prácticas extracurriculares.

Este problema afecta de forma leonina a los jóvenes científicos. El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, se ha comprometido también a poner medidas a medio–largo plazo para atender las peticiones de las principales asociaciones de jóvenes precarios en el ámbito de la investigación. La precariedad en la I+D es -según María Blasco, científica española de larga trayectoria- “un tema de dinero, aunque no solo de dinero. Los mayores problemas del día a día son trabas administrativas. Desde el 2012 no podemos hacer indefinidos, se ha generado un número de temporales, tenemos la masa salarial congelada, esto hace que no podamos ser competitivos”.

Aunque el estatuto del becario que el Gobierno propone pretende atender a estas demandas, la línea general es crear empleo digno, revirtiendo parte de las consecuencias que dejó el anterior Gobierno del PP, reiterando la intención del Ejecutivo de aprobar el Plan Director contra la Explotación Laboral en Consejo de Ministros.

Se trata de medidas que caminan en la dirección de crear mejores condiciones laborales y educativas para los jóvenes. Algo en sintonía con las aspiraciones y anhelos de la mayoría social progresista.

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