La dimisión de Esperanza Aguirre abre una serie de incógnitas. ¿Se prepara una fractura en el PP? ¿O se ha intervenido para evitarla? Son dos de las posibles hipótesis que arrojen luz sobre la dimisión de la presidenta de la comunidad de Madrid y del PP madrileño. A nadie han convencido las explicaciones de la dimisión de Esperaza Aguirre. Nadie se cree que «un animal político» como Aguirre haya dimitido para «dedicarse a la familia» en un momento tan decisivo como este.
Todo el mundo conoce de las diferencias de Esperanza Aguirre con la política de Rajoy; diferencias que han ido apareciendo a medida que el presidente del gobierno ha abandonado su programa electoral para poner en marcha el plan dictado desde el FMI y Berlín. A regañadientes Aguirre ha callado con la política económica, como las subidas de impuestos, la “intervención” de Bankia o la falta de planes de reactivación económica o la falta de firmeza por el caso del etarra Bolinaga.
Y es que es imposible entender la dimisión de Aguirre al margen del sistema de tensiones a que está sometido el PP por el proyecto del hegemonismo. La intervención hegemonista, que ha llevado a cambiar radicalmente el programa de gobierno con el que Rajoy ganó las elecciones, ha convertido al PP en una olla a presión que Por la izquierda asistimos a la rebelión de concejales, alcaldes, incluso un senador, frente a los recortes a los mineros, a los funcionarios o por la aplicación del IVA. En el seno mismo del gobierno asistimos a las diferencias entre De Guindos y Montoro, y las resistencias de éste último por cómo aplicar las exigencias del hegemonismo. Diferencias que han aparecido también entre los diferentes barones regionales.
¿Era Aguirre un barón “difícil de asimilar” para los planes del hegemonismo? ¿Se ha intervenido para frenar cualquier avance de las líneas de resistencia entre cuadros y sectores de la oligarquía a la intervención hegemonista?