SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El plante España-Italia tendrá como precio la soberaní­a

Las novedades del viernes en Bruselas han dado cierto sentido a la gran confusión reinante desde las dramáticas elecciones griegas, de las que ya ni nos acordamos porque la memoria mediática es la de un reptil. Italia y España se han plantado ante Alemania, forzando la adopción de tres medidas que, en principio, les alejan del peor de los calvarios. España e Italia han estrechado una alianza de última hora -inédita en el tablero europeo- para evitar una humillación de graves consecuencias en su política interior. Ambos países han descubierto que, juntos, pesan en Europa.Una mayor degradación de la deuda pública, abocaba al Gobierno de Mario Monti a un amargo fracaso -algunas versiones sostienen que el primer ministro italiano llegó a amenazar con la dimisión en la cumbre de Bruselas- y a la convocatoria de elecciones anticipadas en otoño. El momento en Italia es terriblemente delicado, pese a la elegante y eficaz escenografía desplegada por Monti y sus ministros tecnócratas. El sistema político se halla en fase de desintegración: el centro derecha debe rehacerse tras la debacle berlusconiana; el centro izquierda (Partido Democrático) encabeza las encuestas pero le falta coherencia y pulmón; el comediante Beppe Grillo, fundador de un movimiento antipolítico llamado Cinque Stelle, roza el 20% en algunos sondeos; Berlusconi -muy interesado por el fenómeno Grillo- ha salido del mausoleo enarbolando la bandera del retorno a la lira; la Liga Norte, siempre bien comunicada con el Estado Libre de Baviera, se ha hundido tras desvelarse unos grotescos casos de corrupción (en Italia, determinadas informaciones siempre llegan en el momento oportuno), y el Vaticano no se halla en su mejor momento para triangular alianzas en el interior de esa tormenta barroca en la que sólo se tiene en pie la venerable figura del presidente de la República, Giorgio Napolitano. El Bundesnachrichtendienst, el servicio federal de inteligencia alemán, bajo el control directo de la oficina del canciller, habrá informado detalladamente a Angela Merkel de los potenciales riesgos de una Italia descontrolada políticamente (…)

Rajoy no padece la precariedad de Monti, pero una intervención formal de la economía podría someterle a una fortísima erosión. España no es tan misteriosa como Italia, pero en la olla exprés de Madrid siempre hay una docena de maquinaciones en marcha. Un Rajoy fuertemente debilitado podría verse atrapado entre la política de unidad nacional del PSOE y la desconfianza de su ala derecha. En Bruselas, Monti se jugaba la supervivencia; Rajoy, la perspectiva. La alianza entre ambos era inevitable. Una fuente italiana conocedora de la negociación lo resume así: «Monti creyó en un principio que podía salir adelante prescindiendo de España, con sus vías de comunicación preferentes con Bruselas, Berlín y Washington. Rajoy quizá también pensaba lo mismo. Rajoy no es un insider de la estructura europea, pero tiene capital político y afinidad ideológica con los conservadores alemanes. A medida que las cosas se iban complicando, ambos llegaron a la conclusión de que tenían que aparcar los recelos y, al menos esta vez, actuar juntos». Monti y Rajoy mantuvieron tres conversaciones en las 48 horas previas a la cumbre de Bruselas.

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