Lo peor de la crisis aún está por llegar

El plan de ajuste que nos prepara Botí­n

A medida que todos los principales indicadores económicos -inversión, producción industrial, consumo, empleo,…- se desploman sin perspectivas claras que apunten hacia su recuperación, sino todo lo contrario, las presiones para poner en marcha un drástico plan de ajuste sobre las condiciones de vida de la mayorí­a del pueblo se multiplican.

Zaatero, que se dice adalid de una “salida social” a la crisis ya ha aprobado la aplicación de un “impuesto revolucionario” sobre la población, aumentando para este año un 2% el impuesto del IVA. Las cúpulas sindicales, que no quieren que nadie “se aproveche de la crisis” ya han dado su brazo a torcer y han vuelto a sentarse en la mesa de diálogo social. La gran patronal arrecia su ofensiva por el abaratamiento del despido y una mayor flexibilización y precarización del mercado de trabajo. Y los grandes medios de comunicación acompasan la sinfonía insistiendo machaconamente que hay que establecer un modelo laboral “más adaptado a la realidad”, para poder combatir las altas tasas de desempleo.Y por encima de todos ellos, el gran jefe de la oligarquía española, el “capo di tutti i capi”, ya ha dado el pistoletazo de salida afirmando públicamente que “todos, tanto el sector público como el privado, debemos hacer un mayor esfuerzo para que no devalúen el rating de España”. Es decir, para que él pueda seguir siendo el mayor banco de la zona euro y el que mayores beneficios obtiene cada año. Por encima de todo, rebaja salarial Y no hace falta ser un experto en ciencia económica para comprender que para que los beneficios del capital aumenten, es imprescindible que, en esa misma proporción, disminuyan los ingresos del trabajo. Los dos factores que en el capitalismo intervienen en el proceso de producción de riqueza, el capital y el trabajo asalariado, los patrones y los trabajadores, constituyen en su relación un juego de suma cero. Para que uno aumente la parte de la riqueza de la que se apropia, el otro debe ver disminuida su parte. Y viceversa. No hay término medio posible.Y hacia ese objetivo se dirigen todas las presiones para empezar a aplicar ya el plan de ajuste. La gran patronal –con la eficaz colaboración de la mayor parte de los medios de comunicación– ya ha puesto sobre la mesa la necesidad de que en las negociaciones del diálogo social se sometan “a revisión todo el sistema de costes laborales”. Lo que significa rebajas en los salarios, en la fiscalidad sobre los beneficios, en la indemnización por despido, en la protección al desempleo, en las cuotas empresariales a la Seguridad Social… Amenazando, además, que de no hacerse la recuperación del empleo será imposible por muchos largos años.Pero como hacía público recientemente un informe conjunto de la empresa de trabajo temporal Adecco y la escuela de negocios IESE (nada sospechosos de hostilidad hacia la patronal), los salarios en España ya se cuentan entre los más bajos de toda Europa (ver recuadro). Un trabajador español gana, como media, la mitad que uno alemán, ingles u holandés. Y un 20% menos que el salario medio de la UE, pese a que en esta media se contabilizan los países del Este recién integrados que la hacen disminuir notablemente. ¡Y todavía quieren rebajarlos más!El clima de opinión que está empezando a gestarse en torno al contenido que debe tener el diálogo social anuncia que quieren prepararnos para un largo periodo de depresión del que los trabajadores y las clases populares vamos a salir empobrecidos. Menos empleos y más precarios, con menos derechos sociales y menos salarios. Una juventud trabajadora sin trabajo y sin futuro. Aún más pensionistas bajo el umbral de la pobreza. Incesante quiebra de pymes,… Las comparaciones sí son odiosas No es para nada casual, ni inocente, el empeño de muchos por comparar la situación de la economía española con la irlandesa. Ambos países hemos compartido durante la década pasada las tasas de crecimiento del PIB más altos de la UE. Y ahora atravesamos, también en paralelo, una brusca caída del PIB y unas tasas de endeudamiento exterior insostenibles.Y lo que quieren es aplicarnos la misma receta que ya se está aplicando sobre el pueblo irlandés, donde ha dado inicio un drástico ajuste de salarios y riqueza como no se había conocido en la isla.Lo que se busca para España, al igual que en Irlanda, es obligarnos a aceptar ser un 30% más pobres, trabajar más y cobrar menos, tener pensiones más bajas y, como decía recientemente uno de los principales diarios económicos del país: “que no podremos pagarnos muchos de los grandes o pequeños caprichos de antaño, que habrá menos viajes, menos veraneo, (…) peores servicios públicos, más hijos obligados a buscar en el extranjero las oportunidades que no encuentran en España, más agricultores abandonando el campo, más industrias quebradas, más comercios cerrados”… En conclusión, un drástico empeoramiento de nuestras condiciones de vida para que un puñado de oligarcas, encabezados por el Santander de Botín, puedan concentrar todavía más la riqueza del país en sus manos y los grandes capitales bancarios europeos puedan cobrar sus deudas a un interés más alto.Este es el futuro inmediato que nos preparan si no somos capaces de hacerles frente: una ofensiva en toda regla, un brutal trasvase de rentas desde nuestros bolsillos a la cuenta de resultados de la gran banca y los principales monopolios. Primero nos han endeudado hasta las cejas para sufragar los multimillonarios planes de rescate bancarios, incrementando hasta niveles desconocidos el déficit público. Ahora, preparan un brutal recorte de salarios y prestaciones sociales para enjugar esta deuda sin tocar los beneficios de la gran banca. Este es el proyecto de Botín que Zapatero, mientras desvía la atención del país hacia medidas supuestamente progresistas, se dispone a ejecutar. Los salarios más bajos de Europa El salario medio en España se sitúa en los 21.500 euros brutos al año, lo que supone casi la mitad de la retribución de más de 40.000 euros de Reino Unido, Holanda y Alemania, y un 20% inferior a la media de la UE, según un informe elaborado por Adecco y la escuela de negocios IESE sobre la evolución del salario en 14 países europeos entre 2003 y 2008. En concreto, la retribución media en el Viejo Continente alcanzó los 27.036 euros en 2008. Reino Unido encabezó el ranking de remuneraciones, con 46.058 euros para los empleados de jornada completa, seguido de Holanda (42.720 euros) y Alemania (40.914 euros).

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