El pasado 9 de enero, Babelia, el prestigioso suplemento cultural de «El País», publicaba un extenso reportaje sobre la novela negra y su éxito en España. El artículo utilizaba como lujoso marco de referencia la publicación reciente, por RBA, de «Todo Marlowe», un volumen que incluye las siete novelas que Raymond Chandler hizo protagonizar a su detective favorito, Philip Marlowe, uno de los clásicos esenciales del género. Hasta aquí, nada extraño. Pero a mitad del artículo, éste da un incomprensible viraje y el periodista se lanza a degüello: «Stieg Larsson no es, no debería ser el único autor de 2009. La novela sueca, la nórdica, causa estragos».
Nada menos que a Phili Marlowe y a Raymond Chandler se hace necesario invocar para echar la enésima paletada de tierra sobre el éxito de Millenium, un éxito que, evidentemente, no le ha sentado nada bien a la socialdemocracia, máximo exponente de aquel singular "modelo social" sueco, que la obra de Stieg Larsson no sólo pone en solfa, sino que hace trizas con una precisión y amplitud demoledora.Es más, para "romper" todo hilo de continuidad en el marco de la novela negra, el artículo hurga en las peculiaridades psicológicas de Marlowe, olvidando de qué modo Chandler (siguiendo a Hammet) convierte a su detective en un estilete con el que radiografiar el lado más perverso del capitalismo americano. Si ese hubiera sido su enfoque, el autor no hubiera tenido ningún problema para colocar la obra de Larsson en la tradición de Hammet y Chandler: sólo que su análisis no nos remite ya a los EEUU de hace medio siglo, sino a la Europa reciente, a los Estados de capitalismo monopolista de Estado realmente existentes en Europa, organizados con el esquema ideológico y político de la socialdemocracia. Y ese es, tal vez, el punto "odioso" de Larsson, que no se quiere reconocer. ¡La novela negra es muy buena, es genial, si destripa la sociedad americana! Pero ya no lo es tanto si destripa nuestro propio sistema de dominación, de explotación y opresión. Entonces, como indica el periodista (con extraordinaria premonición) "causa estragos". Sí, Millenium causa estragos, entre todos los farsantes que aspiran a sostener la ficción socialdemócrata."Estragos" sin duda debe estar causando la figura de Lisbeth Salander -por cierto que creo que es la única heroína literaria del siglo XXI- cuando vemos el cuidadoso trabajo que se han tomado los responsables de la versión cinematográfica para borrar lo esencial de las novelas de Larsson, desactivar sus cargas explosivas y convertirlas en aburridos trhillers que ni siquiera sabemos muy bien dónde ocurren. La denuncia política y social, clave de la obra, se ha evaporado. Los blancos contra los que Larsson dispara con artillería gruesa (el Estado, la clase dominante, la socialdemocracia, etc.) ni siquiera aparecen. El "borrado" es espectacular. Esto sólo se hace cuando hay un propósito deliberado de distorsionar algo. Como lo hace "Babelia" al tratar de desacreditar Millenium, sin emplear un solo argumento: sólo esperando que el prestigio de Chandler y Marlowe hagan su efecto y hundan a Larsson y a Salander.En fin, concluyo con aquello de: "Si no quieres caldo, toma dos tazas". El éxito de Millenium ha permitido que salga a flote la obra de Maj Sjöwall, la reina madre de la novela negra sueca, militante comunista, que junto a su marido, Per Walhoo, publicó entre 1965 y 1975 diez novelas negras que están en la base de la obra de Stieg Larsson y de Henning Mankell. Esas novelas se van a publicar ahora en España. ¡Que las disfruten!