No es la primera vez que Boris Johnson tiene que hacer frente a un escándalo, pero muchos opinan que el ‘Partygate’ podría ser el fín del premier británico. Un embarazoso vídeo en el que unos asesores de Johnson bromean sobre las fiestas que hacían en Downing Street justo en el peor momento de la pandemia tiene posibilidades reales de precipitar la dimisión del Primer Ministro.
La cosa ya era un secreto a voces hasta que de algún lugar de las cloacas alguien hizo público el vídeo, emitido por la Cadena ITV. En ella se ve a la entonces portavoz gubernamental, Allegra Stratton, participando el 19 de diciembre de 2020 en un simulacro de rueda de prensa, sin periodistas reales. Bromean sobre la posibilidad de que la prensa les pregunte sobre la fiesta de anoche, celebrada justamente en el 10 de Downing Street, la residencia del Primer Ministro. «Yo me fui a casa…» dice Stratton riendo, pero el funcionario que hace las veces de periodista repregunta si el Primer Ministro aprueba la fiesta. La portavoz de Downing Street, sin dejar de bromear, replica: «¿Y qué puedo responder a eso?. Era una una reunión de trabajo con vino y queso… y no había distancia social”, dice ante la complicidad de sus compinches.
La fiesta del 18 de diciembre no fue algo espontáneo. Hasta tres semanas antes se enviaron invitaciones por WhatsApp a funcionarios y asesores, a pesar de que el país estaba en nivel 3 de alerta por Covid, que Reino Unido contabilizaba las muertes diarias por centenares, y que los británicos ni siquiera podían ir a dar el último adiós a sus familiares moribundos en el hospital. Y no fue la única: hubo hasta siete fiestas entre noviembre y diciembre en el Número 10, los distintos ministerios e incluso en la sede del Partido Conservador.
Con ser reveladora de la miseria moral de Johnson y de la clase política británica -que ordena unas medidas a la población mientras ellos se aplican otro rasero- este escándalo ni es ni de lejos lo peor que ha hecho en la pandemia el líder conservador, que en los primeros meses se mostró contrario a tomar medida resrictiva alguna, y a dejar que los británicos (al menos los más jóvenes) fueran alcanzando la «inmunidad de grupo de forma natural», es decir, infectándose, enfermando y recuperándose.
Al hacerse público el vídeo, Johnson dijo en la Cámara de los Comunes que “no hubo fiestas y no se rompió ninguna regla”. Luego admitió que sí la hubo, pero que él ni asistió, ni estaba enterado (¿se hacen siete fiestas en tu propio domicilio y ni siquiera te enteras, Boris?). Pero la avalancha mediática ya estaba en marcha, publicando los detalles del «Partygate». Stratton ha tenido que dimitir entre lágrimas y otro asesor de Johnson, Jack Doyle -que llegó a intervenir en la fiesta ante más de 50 personas y que entregó unos premios, en tono irónico, a los «mejor vestidos»- también presentó su renuncia, aunque el Primer Ministro no la habría aceptado para no agrandar la crisis.
Una vez culminado el Brexit, con Trump fuera de la Casa Blanca y con un Biden que no puede ocultar su desdén por Boris Johnson ¿tiene sentido para Londres mantenerlo en Downing Street?
Toda la prensa británica ha crucificado a Johnson, y es especialmente significativo que al aquelarre se haya sumado hasta los tabloides más conservadores, que suele cerrar filas con Johnson. “Aquí hay un hedor abrumador de fin de régimen que emana de Downing Street y que ya no puede ser ignorado. ¿Por qué todos los gobiernos terminan tomando a sus votantes por tontos? ¿Por qué sienten que tienen derecho a romper las reglas que el resto de nosotros debemos seguir? El hecho de que los asesores de alto nivel eligieran festejar en un momento en que el resto del país estaba atravesando un traumático encierro navideño revela una terrible falta de juicio, su impactante sentido de superioridad, el burlón elitismo y las subsiguientes mentiras”, ha llegado a escribir Allister Heath, editor de The Sunday Telegraph, biblia para los ‘tories’.
Los sondeos de opinión son demoledores. El 75% de los británicos afirman que hubo fiesta, un 68% afirman que Johnson miente descaradamente y por primera vez, un 54% piensan que debe dimitir, incluido un tercio de sus propios votantes.
Hasta en el partido conservador hay no pocos sectores que se la tienen jurada a Boris Johnson, y que habla ya sin filtros de la necesidad de reemplazarlo. Y no sólo por la erosión demoscópica, sino porque una vez culminado el Brexit, con su principal valedor internacional -Donald Trump- fuera de la Casa Blanca, y con un presidente norteamericano, Joe Biden, al que le cuesta ocultar su desdén por el actual Primer Ministro… ¿tiene sentido para la clase dominante británica seguir manteniendo a Boris Johnson en Downing Street?
Mari Puri dice:
Está claro que ha sido una jugada política, porque el video se tenía desde hace un año. Lo que no me queda claro es si es sólo una cuestión sobre mantener o no a Boris Johnson.
El video se saca cuando Johnson quiere aumentar las restricciones por el Covid en Inglaterra.
Cabe la posibilidad de que haya un sector que no acepte esas restricciones bajo ningún concepto y que quiera mantener a toda costa la línea dura ¨inmunidad de rebaño¨ tipo Bolsonaro, aunque eso implique la muerte de mucha gente.