Televisión

El Parlamento Eurovisión

Que el popular Festival de Eurovisión se ha utilizado a lo largo de los años para hacer una especie de diplomacia encubierta es algo que a estas alturas resulta ya evidente. En los últimos años el desinterés que el certamen ha provocado en los paí­ses más fuertes de la Unión Europea, contrasta con la enorme promoción que se realiza en los de la Europa del Este, con un interés nada disimulado de ser utilizado como elemento de propaganda y absorción cultural para su integración en la unión. Sin embargo, este año, las tensiones que existen entre Rusia, vigente ganador y organizador del certamen, y algunos paí­ses de la antigua órbita soviética, como Ucrania o Georgia, han dominado por completo el debate previo a su celebración.

Cada año que asa los titulares que acapara el festival dejan más en segundo plano lo relacionado con la música para centrarse en cuestiones mucho más controvertidas. En el aspecto “inofensivo” nos hemos encontrado con irrupciones como las de Rodolfo Cikilicuatre, o el cabreo monumental de José Luis Uribarri, que este año ya no será el presentador, en lo que respecta a la participación Española. También se ha hablado este año de la alianza entre la israelí Noa y la palestina Mira Awad para representar a Israel, o del comentado strip-tease que protagonizará Dita Von Teese en la actuación de Alemania.Pero frente a estas noticias de aspecto más “lúdico”, por llamarlo de alguna manera, nos hemos encontrado también con un importante ambiente de tensión en relación a los países del entorno ruso. La primera decisión controvertida la tomo el propio país organizador, al escoger a una representante de origen ucraniano, en plena “guerra del gas”, algo que ha incomodado tanto a los rusos como a los ucranianos. Estos, a su vez, modificaron en dos ocasiones la letra de su tema para incluir elsógans contra la crisis en su estribillo, algo realmente insólito en un festival tan “políticamente correcto” en apariencia. Sin duda la credibilidad de la cantante que interpretará el tema está asegurada, ya que ha tenido que hipotecar su apartamento para poder participar.Pero sin duda la decisión más polémica ha sido la de expulsar a Georgia del festival. ¿El motivo? Utilizaron la letra de su canción para cargar contra el Primer Ministro ruso, después de la matanza que sufrieron en su país hace unos meses. La canción, titulada “We don’t wanna put in”, construye un juego de palabras nada disimulado en el que la pronunciación sugiere algo así como “no queremos a Putin”. Como consecuencia del rechazo que ha provocado en las autoridades rusas, de ha prohibido su participación, ante la complacencia de la Unión Europea de Radiotelevisión, predispuesta a bailarle el agua a la potencia eurasiática.Frente a esta situación la decisión de las autoridades georgianas, que renunciaron a modificar la letra, ha sido la de crear un festival alternativo, donde ya esta confirmada la presencia de países como Gran Bretaña, Francia, Alemania, y hasta la propia Rusia. En el festival no habrá ganadores ni perdedores, ya que según Irakli Matkava, portavoz georgiano de esta iniciativa, lo que quieren es "expresar los verdaderos valores europeos de libertad y diversión. Eurovisión es sobre control y censura. Es más sobre el prestigio de un país que sobre su música".Toda una cadena de intereses políticos y argumentaciones diplomáticas para sostener este evento televisivo que utiliza la música como disfraz. ¿O es que a alguien le quedan dudas sobre esto?

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