Joaquín Sánchez, ‘Joaquín el cura’, un sacerdote obrero y anticapitalista como él mismo se define, es una referencia para la izquierda y los movimientos sociales en Murcia. Militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y una de las cabezas más visibles de la PAH de la Región, Joaquín ha participado en cientos de acciones para detener desahucios, e impulsó junto otros 25 sacerdotes y religiosos murcianos el colectivo En el nombre de Dios: ¡basta ya de desahuciar a las familias!’.
Como representantes de este colectivo, Joaquín Sánchez y su compañero salesiano José Antonio Vives, han participado en Roma en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares (EMMP), un espacio de diálogo compartido entre organizaciones populares de todo el mundo y la Iglesia Católica, en los que se debaten temas como tierra, techo, trabajo, medio ambiente, refugiados, migraciones, luchas y democracia…. En el EMMP han participado 170 delegados de 65 países, entre ellos representantes del Movimiento de los Sin Tierra brasileño, de los movimientos campesinos de África y Asia o de las grandes centrales sindicales latinoamericanas, y ha contado con la asistencia del Papa Francisco y del expresidente uruguayo José Mújica.
Joaquín, esta es la tercera vez que acudes a los EMMP. ¿cuál es tu primera valoración sobre este encuentro?
Muy positiva, por un doble motivo. De nuevo poder compartir ideas y estrategias con los movimientos populares, con el objetivo de luchar contra el capitalismo en su versión más cruda, que destruye la vida humana y el planeta. Y también una experiencia personal increíble, ten en cuenta que nos juntamos gente de los cinco continentes.
También muy positiva por la respuesta del Papa. Nosotros le hemos hablado de los desahucios, y él ha abogado por «ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ninguna persona sin trabajo digno». Y ha denunciado este sistema como terrorista, un sistema que destruye la vida, que utiliza el miedo como látigo. Francisco ha sido durísimo contra el sistema económico y financiero. Y ha hablado de esperanza, de un mundo diferente, de valentía y de compromiso social. Una llamada a la lucha. Todos los asistentes han hecho una gran valoración de este encuentro.
Al abrir su intervención en el EMMP, el Papa ha afirmado que “expresamos la misma sed, la sed de Justicia, y el mismo clamor: tierra, techo y trabajo para todos”
Bueno, como el Papa es de Argentina, ha vivido la injusticia. Es un hombre cercano a los pobres, que quiere transformar. Y quiere que la Iglesia haga suya esa consigna. Ha tenido muchísimos problemas con la curia romana, muchas dificultades con los obispos y cardenales. El Papa habla de «austeridad», pero en la forma de vivir, contra la ostentación de la Iglesia. ¡Y contra la «austeridad» que nos imponen los bancos, contra los ajustes y recortes que imponen contra la gente.
Francisco os ha dado a todos los asistentes el nombre de “poetas sociales”. ¿Qué te parece este título?
Es precioso. La poesía es un canto a la vida, a la libertad, a la amistad, al encuentro, al diálogo. Todos esos valores que se dan en la poesía hay que aplicarlos a la lucha social. Una lucha no violenta, sin miedo. Debemos ser poetas que cada día seamos ilusión, esperanza, alegría.
Joaquín, ¿cómo interpretas la propuesta de Francisco de construir “una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia”?
El Papa dice que el miedo ha provocado en nosotros la indiferencia. Vemos a los pueblos que sufren, vemos los refugiados, las guerras, el hambre; y aquí el trabajo precario, los desahucios. Y todo eso es tan tremendo, tan difícil de resolver, que provoca una especie de indiferencia, la tendencia escapar y a mirar hacia otra parte, a no pensar, a no enfrentarnos a nuestra conciencia. Esa indiferencia hace que las élites políticas y financieras no encuentren resistencia. Hay que pasar de la indiferencia a la indignación, y de la indignación al compromiso.
El Papa ha lanzado una propuesta en líneas generales -pero muy específica- que se concreta en 3 ejes: “poner la economía al servicio de los pueblos”, “construir la Paz y la Justicia” y “defender a la Madre Tierra”. ¿Qué consideras que aporta este planteamiento a la línea general de actuación de los movimientos sociales del mundo?
Francisco advierte que las luchas, los movimientos populares, están muy fragmentados. Unas son sociales, otras son ecológicas, otras son laborales. Eso es un error. Los problemas a los que nos enfrentamos están interrelacionados. En realidad es un mismo problema: el capitalismo, que a cada movimiento le muestra una cara distinta. La lucha por los derechos, por la riqueza y por la Madre Tierra se tiene que unir, que hermanar.
En el EMMP se han congregado movimientos muy dispares y distantes -no sólo en kilómetros sino en espectro ideológico- ¿cómo se busca la unidad en un ámbito tan plural?
A pesar de ser de países muy distintos, a los asistentes al EMMP nos une la lucha y el compromiso. Mas allá de las dificultades del lenguaje o de la cultura, no hay nada insalvable. El gran reto es cómo podemos compartir y lograr una unidad de lucha entre movimientos tan distintos y lejanos -unos desde Murcia, otros desde el Perú, Sudáfrica o el Kurdistán- ¿cómo articular todas esas luchas?. El EMMP abre canales de comunicación, foros para compartir experiencias. Vamos a aprovechar los días internacionales para hacer movilizaciones mundiales de forma coordinada. También queremos impulsar los encuentros de movimientos populares en los diferentes continentes, para que la comunicación sea más rica. En Febrero va a haber un encuentro de movimientos sociales de toda América en EEUU, precisamente en el bastión del capitalismo salvaje.
Llama la atención el cariño, el respeto y el entendimiento entre el Papa Francisco y un histórico dirigente izquierdista como Pepe Mújica. Desde tu punto de vista ¿cuál crees que es la base de esta sintonía?.
Son dos líderes muy parecidos, de una gran sencillez y humildad. El Papa no vive en San Pedro como han hecho todos, sino en unas estancias mucho más sencillas. La propia curia vaticana está cogiendo la manía de decir «Francisco ha dicho», en vez de «el Santo Padre ha dicho». El talante, la actitud, la manera de tratar hasta a los guardias suizos, transmiten otra cosa totalmente distinta a sus antecesores. Y Mújica , todos hemos visto cómo ha sido como presidente de Uruguay, sin lujos, sin ostentación. Y cuando ha dejado de serlo ha vuelto a su viejo rancho, con sus dos perros.
Mújica -que nos dio una conferencia emocionante- dijo que su fe era muy relativa, si es que tenía, pero que reconocía en el Papa a un hombre de gran humanidad. Y el Papa, al hablar de la corrupción de los políticos, puso de contraejemplo a Mújica. No sólo es la humildad lo que les une, sino yo creo que el amor a su pueblo, sin engaños ni tapujos ni demagogia. Ambos creen en construir un mundo distinto, lo viven y lo sienten. Y de ahí la sintonía.
Joaquín, volviendo a los problemas de España, ¿qué retos piensas que tenéis que abordar los movimientos sociales de nuestro país?.
Hay un reto muy importante que es la fragmentación de las luchas. Cada uno estamos en un campo muy específico -yo en los desahucios- y nos cuesta unirnos. Y hay que poner en valor, en primer lugar, el amor al pueblo, el afán de servicio a la gente, dejarnos de protagonismos, de luchas por el poder internas. Ser servidores del pueblo, poner a la gente en el centro, eso es muy importante. Si los propios movimientos sociales no luchamos por unirnos no nos creemos nuestro propio mensaje. Hay que unir las luchas sociales, laborales, ecológicas. No hay otra posibilidad si queremos cambiar la sociedad.
Hay otro problema, que son los medios de comunicación. Los medios más generalistas están muy controlados por el poder, y hay una manipulación informativa tremenda. A menudo contribuyen a criminalizar a los movimientos populares.
Y ahora de murciano a murciano, Joaquín. ¿A qué retos particulares te enfrentas tú en las luchas que encabezas en la Región?
Vivimos un momento difícil, de reflujo, de desmovilización social. Hay que mantener la esperanza, la lucha, la intensidad. En mi caso, la lucha contra los desahucios y acciones como la ocupación de una oficina bancaria ha hecho que un director me denunciara por lo penal, con leyes como la de Seguridad Ciudadana. Ha sido una victoria que el juez de la Audiencia Provincial no sólo haya archivado el caso, sino que haya dicho que no somos delincuentes, destacando que somos personas solidarias. [NOTA: la sentencia dice textualmente: «Joaquín Sánchez no es, ciertamente, un delincuente. Es alguien que, en tiempos de dificultad e incertidumbre, percibe el sufrimiento de los pobres y de los más débiles y, lejos de permanecer indiferente, lo comparte y lo carga a sus espaldas»]
Y de nuevo en Murcia, el problema es el mismo: converger las luchas. Eso es importantísimo. El capitalismo tiene muchos rostros. Ataca a los servicios públicos, a las pensiones, en los desahucios. Está detras de las drogas, de la venta de armas, del expolio de las materias primas. También detrás de la corrupción o del control de los medios de comunicación. Hay que darse cuenta de que luchamos contra lo mismo y converger.
Un frente amplio en el que cada haya unidad y diversidad. Sin que nadie tenga que renunciar a sus señas de identidad, pero luchando en una misma dirección…
Claro, porque si no… concentración por aquí, manifestación por allá. Que no sean por separado. Hace falta algo fuerte, convergente. A ver cómo lo hacemos.
¿Algo que quieras añadir?
Sí, decir que el EMMP está organizado por el Vaticano, y que la inmensa mayoría de movimientos populares son de carácter humanista, cristiano, pero muchos de ellos son marxistas. Nos une la lucha, el cariño al pueblo. Dentro de la Iglesia está Justicia y Paz -una entidad que difunde la doctrina social- que pone los pelos de punta a muchos cardenales y obispos.
Bueno, ahora Francisco se ha ganado el cariño, la admiración y el respeto de mucha gente de izquierdas y revolucionaria de todo el planeta…
Claro, eso él lo tiene claro y lo hace de forma consciente. Al cerrar su discurso en la EMMP, a modo de despedida, dijo: «a los que seáis creyentes, rezad por mí. Los que no, mandadme muchas obras buenas».