Alarma social: corrupción

El Palau dels Millet

Félix Millet ha confesado la apropiación privada de dinero público para ocultar su uso público. Viajes familiares, restauración de su «supercasa» en Ametlla del Vallés… un gran «macguffin» para desviar la atención sobre el verdadero carácter de sus actuaciones. La imagen de él y su gerente como dos vulgares «chorizos» evadiendo dinero de Hacienda no tiene nada que ver con la realidad.

Millet representa esta síntesis genuina del poder financiero ligado a la identidad cultural catalana, lo que en ciertos ámbitos se llama “mecenazgo” o “sociedad civil”. Acabó dirigiendo l’Orfeó Català y la Fundación del Palau de la Música, verdadero corazón sentimental de las clases pudientes catalanas, tras pasar por consejos de administración de entidades, instituciones, bancos y cajas de ahorro. Si los grandes pilares de Catalunya son Montserrat, el Barça, «la Caixa», La Vanguardia i l’Orfeó Català. A Félix Millet sólo le faltaba ser abad del Monasterio de Montserrat para formar parte de todos ellos.

El homenaje que La Caixa,y el G-16 le organizaron en 2005 por su trabajo en la reforma y ampliación del Palau de la Música Catalana es el ejemplo más ilustrativo. El G-16 es el hueso de la élite barcelonesa. Incluye el Ateneu Barcelonès, la Cambra Oficial de Comerç, Indústria i Navegació de Barcelona, el Centre Excursionista de Catalunya, el Cercle Artístic, el Círculo de Economía, el Círculo del Liceo, el Círculo Ecuestre, el Club Natació Barcelona, la patronal Foment del Treball. el Futbol Club Barcelona, el Institut Català de Sant Isidre, el Orfeó Català, el Real Club de Polo de Barcelona,el Real Club de Tenis Barcelona, el Reial Automòbil Club de Catalunya y el Reial Club Deportiu Espanyol. La botella de la construcción nacional catalana, de la que beben todos, se está destapando como un cóctel de mordidas del 3%, condonación de deudas bancarias a los partidos, tramas de informes falsos o de desvío de fondos públicos usando instituciones culturales. Dejando al margen que colocó a toda su familia a sueldo de la fundación y usó sus fondos para usos privados, Millet era un excelente captador de fondos públicos y privados con los que pagó “comisiones” a los aparatos políticos catalanes. El goteo ha empezado.

Del Palau salieron los 150.000 euros con los que Àngel Colom saldó en el 2000 las deudas de su fracasado Partit per la Independència cuando ya era militante de CDC, o los 630.000 euros recibidos por la Fundació Ramon Trias Fargas (think tank de CiU) durante nueve años. El fondo del problema se adivina mucho más jugoso. Montilla reclama zanjar rápidamente la cuestión, cuando su Generalitat, titular legal del Palau, dejó pasar que en el ejercicio 2007-2008 los sueldos del Palau habían aumentado más del 130% y que las remuneraciones se comían el 25% del presupuesto de 10 millones de la fundación (sólo él y su mano derecha, Jordi Montull, se embolsaron más de un millón de euros como incentivos).

Millet ha puesto su patrimonio personal (14 millones de euros) al servicio de la justicia para tapar la hemorragia, para salvaguardad la impunidad de toda una casta que se presenta víctima de la opresión española para seguir viviendo “del circo”. ¡Que se llegue al final! ¡qué devuelvan todos lo que han robado a Catalunya!

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